"Es una niña bastante ingenua, pienso que se subió a ese coche [el de los supuestos secuestradores], pero no creo que conociera a quien se la llevó". En estos términos se expresa en una entrevista con Interviú Diana López-Pinel, la madre de Diana Quer, cuando se cumple un año de la desaparición de su hija en A Pobra de Caramiñal (La Coruña).

López- Pinel ha enviado un mensaje a quienes podrían tener retenida a su hija: «Tarde o temprano os van a encontrar, no tengáis la menor duda». Y ha añadido: «Si fuera posible y Diana estuviera retenida en algún lugar, cambiaría mi vida por la suya en un segundo».

Diana Quer López-Pinel, de 18 años, regresaba andando a su casa de verano en A Pobra do Caramiñal (La Coruña) el 22 de agosto de 2016. A las 2.40 de la madrugada escribió un mensaje de Whatsapp a un amigo suyo alertándole de que un «gitano», uno de los feriantes que había acudido a trabajar a la verbena del pueblo aquella noche, la estaba llamando y la estaba «acojonando». Dos minutos después añadió a la conversación que la había acosado: «Morena, ven aquí». Su amigo le preguntó entonces qué le había contestado. Diana ya no ha dado más señales de vida. Hasta hoy.

CUATRO MINUTOS

Un año después de la desaparición de la joven madrileña, la Guardia Civil ha hecho miles de gestiones y tiene una hipótesis que es la que sigue considerando más probable. Un coche ocupado por «al menos» dos hombres abordó a Diana poco después de que ella enviara esos mensajes, cuando iba hacia su casa. A las 2.53 horas, el teléfono móvil de Diana estaba ya en Boiro; a las tres menos dos minutos, en Taragoña, donde sus secuestradores lo lanzaron a la ría.

La vida de Diana Quer cambió en cuatro minutos la noche en la que desapareció. La Guardia Civil investiga ese espacio de tiempo después de que la señal del teléfono móvil de la joven revelara que, entre las 2.42 y las 2.46 horas de aquella madrugada, Diana estuvo en un mismo punto de A Pobra de Caramiñal con sus secuestradores, antes de iniciar el trayecto comprendido entre Boiro y Taragoña.

Es el mayor periodo de tiempo donde su teléfono no se mueve, por eso los investigadores creen que es determinante saber qué ocurrió entonces para resolver el caso.

La madre explica que se encuentra «desolada» y que desde entonces, «la vida se le ha »roto«. Afirma además que tanto Valeria, la hermana de Diana, como ella, han tenido que recibir ayuda psicológica porque se trata de una situación «muy difícil» la que han tenido que vivir.

«Pido a Dios diariamente que nos traiga a Diana a casa», confiesa la madre. «Creo en la justicia, pero fundamentalmente creo en la justicia divina», añade la madre de la joven desaparecida.