La palabra del uno contra la del otro grabaron el epitafio de un matrimonio. El exjuez decano de Barcelona, José Manuel Regadera, y su esposa, María Rosa Igay, ofrecieron ayer en el juicio contra ambos por malos tratos dos versiones opuestas del episodio de violencia familiar que se vivió en su hogar la noche del 2 de abril. Así, el exjuez señaló que "no agredió" a su esposa sino que se limitó a defenderse de la agresión que ella le propinó. La mujer aseguró haber sido golpeada contra la puerta por su marido. "Me pegó y me intentó matar esa noche", dijo Igay en el turno de última palabra de un caso que ayer quedó visto para sentencia. El fiscal pide para él nueve meses de cárcel y para ella, siete.

Todo se inició con una discusión después que María Rosa Igay descubrió que su marido le era infiel. El exjuez señaló que ella lo había descubierto poniéndole un detective, mientras que la mujer comentó que lo supo al encontrar una reserva de habitación de hotel.

El exmagistrado explicó que él se acostó en su habitación (hacía 11 días que ya no dormían juntos), donde irrumpió su esposa. "Entró y me abofeteó. Comenzó a darme patadas y a intentar agarrarme los genitales; cosa que consiguió", explicó Regadera. Como explicación a los moratones en las muñecas de su esposa, reconoció que la agarró "para echarla de la habitación y evitar que me agrediera". Pero no supo dar una razón a las contusiones de su esposa en la cabeza.

Mientras, María Rosa Igay confesó que siguió a su marido a la habitación. "Le pedí que me diera el nombre de su abogado para iniciar el divorcio".

La esposa, que admitió haber arañado a su marido, explicó que este le amenazó. "Me dijo: ´Se acabó voy a acabar contigo para siempre´. Ví como bajaba a la cocina y le oí abrir el cajón de los cuchillos. Yo me encerré en mi cuarto y llamé a la policía".