Las I Jornadas internacionales feministas han sido dos días intensos en los que hemos abordado diferentes realidades, perspectivas y confluencias feministas para pensar

otro modelo de sociedad en el que cabemos todas, conviviendo desde la dignidad plena y la equivalencia humana. Bienvenida sea esta apuesta como proyecto ético para la transformación social, a través de la ampliación del marco de derechos y la justicia redistributiva.

En este contexto,la mirada feminista a la economía ha incidido en repensar la asignación de recursos y prioridades atendiendo a los procesos que sostienen la vida. Toda sociedad ofrece y requiere de cuidados y la forma en que se organiza para dar respuesta a las necesidades vendrá determinada por los valores en los que se asienta; dos aspectos fundamentales a explicitar son dónde ubicamos las responsabilidades para satisfacer dichas necesidades y en qué medida las respuestas para satisfacerlas consigue diluir la división sexual del trabajo o, al contrario, refuerza los roles de género.

Algunas de las medidas abordadas pasan por propuestas de equiparación de derechos asociados a los cuidados, como los permisos por nacimiento (maternidad/paternidad/parentales) iguales, intransferibles y remunerados y la inclusión en el Régimen General de la Seguridad Social de quienes trabajan en el empleo del hogar. No han sido las únicas propuestas pero sí dos de las más representativas para la distribución equitativa de tiempos, trabajos (remunerados y no remunerados) y rentas, junto a la reducción de la jornada laboral y la creación de empleo público en el sector de cuidados. Se trata de un enfoque ausente de la prensa económica, aunque la economía incide en el cuerpo humano.

En los cuerpos de las mujeres se escriben las estructuras patriarcales y las capitalistas. Cuerpos que nacen, envejecen, dan vida a otros cuerpos, cuerpos disfrutones, pacientes y a veces ansiosos, cuerpos marcados, inertes. Cuerpos en lucha permanente.