Desde hace más de 30 años, mi madre trabaja en el servicio de partos de un hospital. Y, cómo ustedes comprenderán, tanto tiempo a sus espaldas le permite tener anécdotas para dar y regalar. Pero siempre se ríe de cuando una compañera, perteneciente a la Obra de Dios, llamó a la regla "llanto del óvulo no fecundado". Un eufemismo más propio de Bécquer que de una sanitaria, ya que designa algo tan natural como la vida misma. Porque la regla, menstruación, período... es el leitmotiv mensual de muchas mujeres que acecha -a veces- en lugares y momentos inesperados. Un alivio o un fastidio, depende de cómo se mire. Algo simple y cotidiano. Los pantalones blancos, las prendas ajustadas, el tanga o la falda son sus eternos enemigos.

A las mujeres nos cuesta hablar de nuestra propia realidad. Somos refinadas hasta con nuestra menstruación. Si llevamos un tampón o una compresa al baño, lo hacemos con disimulo y decoro. No vaya a ser que nos vean. ¿Verdad que con una pastilla de jabón no actuamos así? Pues todos ellos son artículos de higiene. Entonces, ¿por qué queremos seguir manteniéndolo en secreto? ¿Es la sociedad la que nos ha llevado a ser así o es que nosotras mismas somos las culpables de tanto hermetismo?

Como el origen del huevo y la gallina, esto también sigue siendo un misterio. No obstante, no hay duda de que el tabú nos puede. Parece que nos da reparo hablar de la regla y, si lo hacemos, que sea solo entre féminas.

O si no, tenemos la visión Hollywoodiana en la que la mujer, como de costumbre, queda de loca. Que sí, que el chocolate siempre es un gran aliado para esos días del mes; pero es que imagínense qué es ser fruto de una miscelánea de hormona, cansancio y dolor. Porque el dolor de regla o dismenorrea puede llegar a ser un auténtico tormento. Y no, no somos unas exageradas.

Una punzada abdominal a la que se le pueden sumar mil y un síntomas más: náuseas, diarrea, dolor de cabeza, mareos, hinchazón... Indefensa e impotente, solo se puede aguardar al efecto de la pastilla. Un combo que no se recomienda a nadie. Una de cada 10 mujeres en el mundo padecen dismenorrea.

Y muchas veces, se debe seguir con la vida laboral cómo si no pasara nada. No ir al trabajo por fiebre es aceptado socialmente pero, no acudir a tu puesto por tener dismenorrea, quizá el mundo lo entienda menos.

Sin embargo el permiso menstrual existe. De hecho, en Japón las mujeres llevan ya más de 70 años disfrutando de este derecho laboral. Insisto: estas mujeres gozan de 2 o 3 días de permiso por sufrir dismenorrea, que no es lo mismo que tener el período. Y no, no se trata de discriminación sexista.

Al igual que en el país nipón, en Corea se consiguió este avance en 2001 y hace 5 años en Taiwán. Las asiáticas nos han tomado ventaja. Asimismo desde 2014, en la provincia argentina de Federación, las funcionarias poseen un día de permiso si se sienten indispuestas por su menstruación; por lo que es de recibo cuestionarse: ¿es el momento para España?

Porque, a pesar de que este nuevo gobierno se jacte de ser feminista, lo del permiso menstrual ni lo mencionan. Que sí, que todas debemos estar contentas, ya que en octubre se anunció el fin de la tan injusta tasa rosa. Pagar un 10% de IVA en productos de primera necesidad es una aberración. Una injusticia y un insulto hacia todas nosotras.

Algunos todavía se deben creer que las compresas son un capricho, al igual que los tacones y el maquillaje. Claro, es que no hay que olvidar que somos simples mujeres. Y como todo en la vida, nos cuesta más... hasta económicamente hablando.