El papa Francisco cerró la histórica cumbre para la Protección de la Infancia en la Iglesia señalando que la pederastia es un problema «universal» y «transversal». Aunque admitió que no por ello deja de ser «una monstruosidad» que se dé también dentro de la organización católica. Si cabe, ha señalado, es «más grave», «por la autoridad moral» de la Iglesia y porque convierte a los religiosos que abusan de menores «en instrumentos de Satanás». A pesar del matiz, el intento de Francisco de desviar el foco, que durante estos cuatro días él mismo había situado sobre la Iglesia con la celebración de esta reunión de presidentes episcopales, usando un gran angular que comparte la responsabilidad de la epidemia con el resto de la sociedad, ha sorprendido.

El Papa, citando informes de las principales organizaciones mundiales, como la ONU, la OMS o UNICEF quiso dejar claro que «quien comete los abusos a menores son sobre todo padres, parientes, maridos, entrenadores y educadores».

La alusión a los informes ha disgustado nuevamente a las víctimas, aunque ya intuían que el resultado no les dejaría satisfechos. El intento de compartir el pecado de los abusos sexuales contra menores con el resto de la sociedad, sin embargo, sí les ha sorprendido, negativamente. «Nosotros fuimos abusados por la Iglesia. Y externalizar el mal en el resto de la sociedad o atribuirlo al diablo no oculta que el problema de la ocultación se debió a la jerarquía de la Iglesia», lamentaba Miguel Hurtado, activista y primer denunciante del caso Montserrat.

El pontífice, asimismo, avisó que la Iglesia estará «por encima de ideologías» y «denunciará» siempre los abusos, sin «encubrirlos» o «subestimarlos». Una hora más tarde, desde la ventana de la plaza de San Pedro se dirigió a los fieles para aclarar que la voluntad de perseguir la pederastia en la Iglesia se hará «colaborando con la justicia de todos los países».

PROPUESTAS

Francisco se reservó para el final del discurso una serie de propuestas, que son las que deberían guiar el futuro de la Iglesia a partir de este lunes, basadas en las buenas prácticas de la OMS. En esta línea, el Papa propuso «reforzar a las conferencias episcopales», que hoy en día tienen un poder relativo ante la autonomía de las diócesis. Y no terminó sin lanzar un dardo a los periodistas, o contra la parte de la prensa cuyas «políticas a menudo instrumentalizan, por intereses varios, los mismos dramas vividos por los pequeños».

El esperado discurso del Papa para concluir la cumbre fue contundente sobre la voluntad pública de la Iglesia pero no avanzó ninguna medida concreta sobre cómo garantizar que esta se cumpla. La ausencia de estas órdenes claras al final del encuentro era algo que también preveían y criticaban los activistas desplazados a Roma.

En la esfera virtual, Francisco siguió con el mismo objetivo de gran angular. «Emergen los abusos on line. La difusión de la pornografía ha alcanzado la categoría de plaga y tiene efectos funestos en la relación entre hombres y mujeres. Y una parte importante de la producción se lleva a cabo con menores», subrayó.

Dicho lo cual, enfocó dentro de casa: el consumo de pornografía infantil por parte de religiosos. Actualmente las normas jurídicas vaticanas castigan a los clérigos sorprendidos con imágenes en las que aparecen menores de 14 años. El Papa anunció este domingo que elevará esa franja de edad.