La justicia francesa ha dado una nueva vuelta de tuerca al dramático culebrón que protagoniza la familia de Vincent Lambert, el paciente en estado vegetativo desde el 2008 a quien los médicos dejaron de alimentar e hidratar artificialmente el lunes. Horas después de que se iniciara la desconexión, el tribunal de apelación de París ordenó de forma sorprendente reiniciar el tratamiento.

Los padres de Lambert, católicos tradicionalistas y opuestos enérgicamente a desenchufar a su hijo de las máquinas que lo mantienen con vida, habían presentado un recurso de urgencia al tribunal, que obligó al Estado francés a retomar el tratamiento. Su argumento es que se deber respetar el dictamen emitido el pasado 3 de mayo por el Comité Internacional de Naciones Unidas de derechos de las personas con minusvalía, que solicitó mantener con vida a Lambert mientras se analizaba el fondo del asunto. Un fallo no vinculante que, según la ministra francesa de Sanidad, Agnès Buzyn, el Gobierno no tendría en cuenta.

La eutanasia no es legal en Francia, pero la ley Claeys-Leonetti que regula el final de la vida establece que se le puede retirar el tratamiento a un paciente en casos de «obstinación no razonable». Los exámenes médicos han sido concluyentes sobre la irreversibilidad de las lesiones de Lambert provocadas por un grave accidente de tráfico.

En virtud de ese principio legal, el doctor Vicent Sanchez, jefe de la unidad de cuidados paliativos del hospital universitario de Reims, donde está ingresado Lambert, tomó la decisión de desconectarle el 9 de abril del 2018, con el consentimiento de su esposa y tutora legal, Rachel.