Cuando una pareja pone fin a la relación o un matrimonio se acaba, las personas implicadas pasan por uno de los momentos más estresantes. La rutina habitual se parte y los esquemas cognitivos que se habían establecido y que ordenaban nuestra realidad dejan de funcionar. Provoca emociones negativas, cambios físicos y alteraciones en el sueño o el apetito. Desde la ira o la tristeza pasando por la culpa o la frustración, taquicardia y dolor abdominal, falta de sueño o apetito en exceso. Todos estos síntomas forman parte del proceso inicial del duelo, un camino similar a la pérdida de un ser querido, en el que nos debemos acostumbrar a que el otro no está y que toca empezar no de cero, pero sí desde otro punto.

El día en el que somos conscientes de que todo ha terminado, no sabemos qué hacer ni por dónde tirar. Lo normal es sentirnos en algún momento hundidos, incluso si hemos sido nosotros mismos los que hemos decidido poner punto y final a la relación. Es aquí donde necesitamos una ayuda extra y un empujón que nos devuelva a la nueva realidad.

PUEDES SUPERARLO

Las experiencias negativas que vivimos en nuestra vida se viven como algo subjetivo, colocando nosotros mismos nuestro punto de vista y sufriéndolo de la forma que nosotros sepamos. Esto hace que cada uno pueda experimentar una ruptura de diferentes formas, incluso como algo traumático, ya que las emociones mal gestionadas nos hacen extremar lo que estamos viendo, distorsionando la realidad.

Gestionar de forma correcta nuestras emociones, enfocarnos en nosotros mismos y apoyarnos en los demás abren un camino en el que nos será más fácil pasar página tras la ruptura:

1. La realidad

Cuando perdemos a alguien al terminar la relación, tendemos a poner el foco en la realidad que nos gustaría estar viviendo, no en lo que tenemos. Centramos los pensamientos en lo que habría pasado si todo fuera de otra forma, en que queremos estar con el otro o que no queremos estar tristes. Sin embargo, lo correcto y el primer paso sería aceptar que esta es la realidad que tenemos y sobre la que sí tenemos responsabilidad.

2. Etiquetar las emociones

Nuestras emociones aparecen en cada situación, tanto buenas como malas, y obedecen a lo que nosotros interpretamos de la realidad. ¿Qué emociones son las que estás sintiendo? ¿Tristeza, rabia, frustración? Analiza entonces de dónde vienen y si tal vez no nos estemos quedando anclados a algo que haya que soltar.

3. Autoestima

Nuestra autoestima se debilita ante los cambios que vivimos como negativos, especialmente si aparece la soledad. Es el momento de fortalecerla, de obligarnos a escucharnos y respetarnos y de empezar a pasar tiempo de calidad a solas. Esto cuesta al principio, pero es necesario para la sanación.

4. Vuelve a ti

Pregúntate qué es todo aquello que habías dejado aparcado por la otra pareja, para lo que ya no tenías tiempo o que no podías compartir. Retoma todo lo que habías dejado atrás y busca también nuevos hobbies y nuevas metas.

5. No luches contra ti mismo

Lo que pretendemos es que la otra persona no venga a nuestra cabeza, que no echemos de menos y que se borre por completo de la memoria. Sin embargo, es imposible y luchar contra ello solo hace que todo eso crezca y que, además, sintamos frustración por no dominar nuestra cabeza.

Las rupturas suponen momentos duros a los que debemos hacer frente, muchas veces de la noche a la mañana, y creyendo que nuestra vida ya no volverá a estar bien. Sin embargo, es un ciclo que atravesaremos y que nos permitirá crecer y estar mejor en el futuro.