Entre el 2008 y 2015 creció en España un 83,5% el uso de fármacos opioides, según alertó hace tiempo la Agencia Española del Medicamento. Si bien, una investigación de Episteme (asociación de expertos en consumos de drogas) presentada este miércoles y financiada por el Ministerio de Sanidad calcula que la tendencia al alza alcanzó su punto álgido en 2017, para comenzar a descender a partir del 2018. Además, los especialistas subrayan que, en ningún caso en España se va a producir una crisis de salud pública similar a la que sufre Estados Unidos, donde la adicción a este tipo de fármacos provocó el fallecimiento de 64.000 personas en el 2016 por sobredosis.

El motivo del aumento del consumo de opiáceos en España viene motivado por un envejecimiento de la población y un mayor número de personas con enfermedades crónicas y dolorosas, que reclaman medicamentos que les alivien estas circunstancias. Además existe una mayor oferta de fármacos, en diversas presentaciones, para paliar múltiples dolencias. Y los nuevos opioides, según destaca la investigación, se desvinculan del significado peyorativo de la morfina, que se asocia a enfermedades terminales. Por último, se usan como alternativa a los antiinflamatorios, con cada vez más efectos secundarios.

Escaso mercado negro

Si bien, las sustancias protagonistas de la crisis de EEUU, el fentalino y la oxicodona, son totalmente marginales en España, según Episteme. Fueron consumidas en el último mes por menos de un 0,1% de la población española. Además, casi el 97% las toma por prescripción médica. Si bien, hay un preocupante 3% de la población que adquiere estos productos en el mercado negro o internet por lo que, según resaltó David Pere Martínez, director técnico de Episteme y psicológo social, en la presentación del análisis, conviene que las administraciones y los expertos permanezcan atentos a su evolución en el futuro.

Y es que el fentalino y sus análogos podrían representar una amenaza a la salud pública dado que está aumentando el número de personas que sufren adicción al fármaco, aunque en un origen haya sido prescrito por un médico. Asimismo, hay un porcentaje minoritario de jóvenes, con gran manejo en otros estupefacientes, que consume este opioide, con mayores prestaciones psicoactivas que la cocaína, como una droga recreativa. Además, se ha detectado que emplea como adulterante. Estos casos los podríamos considerar irrisorios, si tenemos en cuenta que cada año en España se producen millones de transacciones de compraventa de sustancias, pero no podemos hacer caso omiso porque pueden representar la vanguardia de una realidad que nos alcanzará en breve, avisa el informe.

La receta, mecanismo protector

En cualquier caso, los investigadores concluyen que la situación es muy distinta a la de EEUU, donde se pueden adquirir estos fármacos en supermercados y sin supervisión médica. En España el sistema nacional de salud y la necesidad de receta funcionan como mecanismo protector de cualquier hipotética crisis.

Asimismo, la investigación señala que, aunque la angustia a volver a un escenario tan dramático como el de los 80, ha llevado a muchos profesionales, medios de comunicación y a la opinión pública a creer que pueden volver la epidemia de heroína, todos los datos disponibles apuntan que el consumo de esta sustancia presenta unos porcentajes muy marginales y que no se han incrementado desde 1997, situados en torno al 0,1% de los españoles. Por esta y otras razones es "imposible", según Pere Martínez, que la sociedad española vuelva a sufrir una crisis de adicción similar en torno a la heroína.