Las últimas veces son una epidemia. Están por todas partes.

Hay últimas veces que son explícitas, visibles y notables; es decir, sabes que se trata de una última vez. No obstante, la mayoría de las veces son implícitas, sutiles y silenciosas. Solamente tiempo después sabrás que estabas ante una última vez.

Parece que ahora es el momento ideal del año para hablar de ellas, porque todo el mundo habla de la última luna llena del año, del último lunes del año, del último café del año, de la última llamada del año, etc etc etc. Por eso yo no voy a hablar de esas últimas veces. Esas son las explícitas. Las que todo el mundo sabe reconocer.

Quiero hablar de las últimas veces del año “de verdad”. De las que te pillan de improviso. De esas que haces con toda la buena intención del mundo ... y que no imaginas que ya no harás más. Que no serán más.

Hablo de la última vez que ves a alguien. De la última vez que hablas con alguien.

De la última vez que te escribes con alguien. Y no, no hablo - al menos únicamente- de esas marchas que son inesperadas; De la gente que queremos cuya luz se apaga para siempre. Evidentemente, éstas son las últimas veces más dolorosas de todas. Y desgraciadamente existen. E irónicamente nadie estamos vacunados ante esta horrible y dolorosa “infección”.

Hablo de las últimas veces provocadas por dar las cosas por hecho. Hablo de las últimas veces por dejadez. Hablo de las últimas veces por falta de atención. Hablo de esas últimas veces donde la corriente de la vida te aleja de lo conocido, incluso de lo que te gustaba, convirtiéndolo en ajeno y lejano.

Personalmente, he tenido un 2019 lleno de últimas veces que se hacen conscientes ahora, con la recapitulación de fin de año. Posiblemente tú también hayas tenido alguna de éstas: Personas, importantes para ti, que un día dejan de contestar tus mensajes. Que ya no te escriben más. Personas con las que ya no surge (ni urge) verte. La verdad es que nunca piensas que un mensaje, una llamada, un comentario, una cena o un fin de semana todos juntos, va a ser una última vez. Que aquel café en La Bendita, que aquella cerveza en La Clandestina, sería la última. Que aquellas risas serían irrepetibles. Pero es que, existen relaciones donde lo sutil es más fuerte que lo explícito.

Si, definitivamente, 2019 ha sido para mi un año lleno de últimas veces: dejo atrás una forma de vida y trato de aprovechar la mudanza a la nueva forma de vida para llenarla de cosas nuevas. De gente nueva. De nuevas miradas. De nuevas atenciones. De nuevas cervezas.

Decía Bertolt Brecht que las crisis se producen cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Quizás la consciencia de estas últimas veces libere espacio en el disco duro de nuestra existencia.

Una última vez abre un espacio incomparable a lo inesperado. A lo nuevo. Yo lo llamo ilusión. La ilusión de encontrar lo inesperado a la vuelta de la esquina.

2020. Bienvenido. Te estábamos esperando.