Cada vez que una persona se vacuna contra el covid-19, el virus tiene una oportunidad menos para expandirse. Así es como poco a poco, vacuna tras vacuna, cada pequeño pinchazo contribuye a escribir el principio del fin de la pandemia. En España ya son nueve millones los ciudadanos que han recibido al menos una dosis contra el coronavirus y más de tres millones los que han recibido las dos inyecciones necesarias para forjar la inmunidad. Ya hay más de un 19% de la población española que respira un poco más tranquila sabiendo que, tras recibir su primera vacuna, están contribuyendo a construir un escudo individual y colectivo contra el coronavirus.

Las vacunas muestran que sí hay luz al final del túnel. Pero tal y como explicaba hace unos días el biofísico Daniel López Codina en declaraciones a este diario, “atención con el camino que tomamos porque, si nos relajamos demasiado, el coche podría descarrilarse antes de llegar al final del túnel”. Esta agridulce metáfora vuelve a apelar al mensaje de siempre. El futuro de la pandemia se escribe mediante decisiones a pequeña y gran escala, desde el comportamiento ciudadano hasta las medidas de prevención y control. La buena noticia es que el fin de la pandemia está cada vez más cerca. Pero todavía falta. Hasta entonces; calma, prudencia y vacunas.

Qué hacer después de la vacuna

Si ya has recibido tu primera vacuna contra el covid-19, enhorabuena. Ya puedes respirar con un poco más de tranquilidad. Primero, porque gracias a esta inyección tu cuerpo está creando un batallón de anticuerpos para defenderte ante una eventual infección. Se estima que dos semanas después del primer pinchazo tu sistema inmunitario ya ha construido un escudo robusto. Esto implica que, si algún día entras en contacto con el virus, tienes muchísimas menos probabilidades de enfermar y de desarrollar problemas de salud graves. El segundo motivo de alegría es que tu vacuna también está contribuyendo a construir una inmunidad colectiva frente al virus. La misma que permitirá volver a la normalidad.

Tres meses después de los primeros pinchazos contra el coronavirus en España, el efecto protector de las vacunas se muestra con cada vez más claridad. Los antígenos ya han blindado las residencias de mayores. Tanto la curva de contagios como la de mortalidad han caído en picado en los geriátricos. Los expertos estiman que cuando los mayores de 70 años ya estén vacunados, las muertes por covid-19 se reducirán hasta un 75% y la tasa de hospitalizaciones caerá hasta un 45%. Estas son las cifras que ayudan a vislumbrar el final de la pandemia. Y qué mayor motivo de alegría después de un año tan catastrófico.

Qué no hacer después de la vacuna

Las vacunas aportan una dosis de tranquilidad y optimismo, sí. Pero al menos por ahora, esta euforia no significa que podamos bajar la guardia. Las razones son varias. Para empezar, las vacunas no tienen una efectividad del 100%, por lo que hay un porcentaje de pacientes vacunados que siguen siendo susceptibles al virus. Asimismo, mientras una cuarta ola de contagios inunda en toda Europa, brota el riesgo de que se expandan variantes escurridizas para las vacunas. En Sudáfrica y Brasil, por ejemplo, ya se ha observado que la eficacia de algunas vacunas cae frente a determinadas mutaciones del virus. Este fenómeno no solo preocupa a escala local, sino que invita a extremar las precauciones en todo el mundo. Al menos hasta que se logre la ansiada inmunidad colectiva.

A corto plazo, pues, la vida después de las vacunas debería ser tan precavida como antes del pinchazo. "Hasta que una proporción importante de la población esté vacunada es vital que todas las personas, tanto las vacunadas como las no vacunadas, sigan manteniendo las medidas de prevención", esgrime el Ministerio de Sanidad. Las recomendaciones siguen siendo las mismas. Mascarilla, lavado de manos, distancia y ventilación. Por ahora, también entre personas que ya han sido vacunadas (ya sea con una o dos dosis).

A medio plazo, algunas voces sugieren aliviar las restricciones entre aquellos que ya se han vacunado. En Israel, por ejemplo, ya existen espacios donde las personas inmunizadas pueden pulular sin restricciones (como en comercios, hostelería y recintos culturales). Mientras en Europa, los Veintisiete trabajan en un certificado de vacunación que facilite la movilidad de aquellos que ya han recibido el fármaco. Estas propuestas, no exentas de polémica, se plantean como un 'parche temporal' para dar aire a la economía mientras se forja la inmunidad colectiva.

A largo plazo, conforme aumente el número de personas inmunizadas contra el covid-19, todo apunta a que el mundo volverá poco a poco a sus antiguos hábitos. A la añorada vieja normalidad. El horizonte al que se aspira es el siguiente. Un 70% de la población inmunizada y una incidencia acumulada de menos de 25 casos por cada 100.000 habitantes. Es decir, un mundo en el que el virus apenas tenga margen de maniobra. Cuando este objetivo se logre no solo en España sino en todo el globo, podremos hablar de la pandemia de covid-19 en pasado. Hasta entonces, como decíamos antes, calma, prudencia y vacunas.