El Informe de 2020 reúne los últimos datos para mostrarnos que, antes de la pandemia de la Covid-19, los progresos continuaban siendo desiguales. Se observaban avances: había disminuido la proporción de niños y jóvenes que no asistían a la escuela, la incidencia de muchas enfermedades transmisibles estaba disminuyendo, había mejorado el acceso al agua potable con una gestión segura y estaba aumentando la representación de la mujer en las funciones directivas. Pero también aumentaba el número de personas que padecían inseguridad alimentaria, el medio ambiente natural seguía deteriorándose a un ritmo alarmante y persistían los drásticos niveles de desigualdad en todas las regiones.

El cambio aún no se producía al ritmo o escala necesarios. Ahora, debido a la Covid-19, se dificulta aún más el logro de los Objetivos. Los sistemas de salud de muchos países han estado al borde del colapso. Los medios de vida de la mitad de la fuerza laboral del mundo se han visto gravemente afectados. Más de 1.600 millones de alumnos no asisten a la escuela y decenas de millones de personas están siendo empujadas de nuevo a la pobreza extrema y el hambre, eliminando los modestos progresos alcanzados en los últimos años. Aunque el Coronavirus afecta a todas las personas y comunidades, no lo hace por igual.

En realidad, esta situación ha expuesto y exacerbado las desigualdades e injusticias existentes. En las economías avanzadas, las tasas de mortalidad han sido más altas entre los grupos marginados. En los países en desarrollo, los más vulnerables – incluidos quienes trabajan en la economía informal, las personas de edad, los niños, las personas con discapacidades, los pueblos indígenas, los migrantes y los refugiados –están en riesgo de verse aún más afectados. En todo el mundo, los jóvenes sufren los efectos de manera desproporcionada, en particular en el mundo laboral. Las mujeres y las niñas se enfrentan a nuevas barreras y amenazas, que van desde una pandemia de violencia en las sombras hasta las cargas del trabajo de cuidados no remunerado.

Lejos de socavar los fundamentos de los ODS, las causas originales y los efectos desiguales de la Covid-19 demuestran precisamente por qué necesitamos la Agenda 2030, el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático y la Agenda de Acción de Addis Abeba, y subrayan la urgencia de su implementación. Por todo esto, he pedido consistentemente una respuesta internacional y un esfuerzo de recuperación coordinados e integrales, que se basen en datos e información científica racionales y que estén guiados por los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Energía asequible y no contaminante

Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable sostenible y moderna para todos. En 2018 casi 790 millones de personas vivían sin electricidad, e incluso en algunos países en desarrollo, uno de cada cuatro centros de salud carecía de electricidad. En la actual situación, el acceso a una energía asequible y fiable es vital en los centros sanitarios. También resulta necesario aumentar el desarrollo de energías renovables y mejorar la eficiencia energética, para lograr los objetivos climáticos y reducir los gases de efecto invernadero.

Hambre cero

Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición, y promover la agricultura sostenible. La inseguridad alimentaria ya estaba en aumento antes de la pandemia, y había pasado de afectar, de manera moderada o severa, a un 22,4% de la población en 2014, a un 25,9% en 2019. Además, la Covid-19 supone una amenaza adicional a los sistemas alimentarios, que se suma a otros como los conflictos armados o el cambio climático.

Paz, justicia e instituciones sólidas

Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, así como facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles. A pesar de las protecciones del Derecho Internacional, cada día mueren en conflictos armados cerca de 100 civiles, incluyendo mujeres y niños. Las guerras, persecuciones y conflictos provocaron la huida de más de 79,5 millones de personas en 2019.

Agua limpia y saneamiento

Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento par todos. Como consecuencia de la pandemia se calcula que cerca de 3.000 millones de personas carecen de instalaciones básicas para lavarse las manos en su hogar, un dato significativo teniendo en cuenta que éste es el método más efectivo para prevenir el virus. Se espera que para 2030 la escasez de agua pueda desplazar unos 700 millones de personas.

Educación de calidad

Garantizar una enseñanza de calidad, inclusiva y equitativa, y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos. El número de niños y jóvenes que no asistían a la escuela primaria y secundaria pasó del 26% en 2000 a un 17% en 2018, situándose en 258 millones de niños y jóvenes. El cierre de las escuelas por la pandemia dejó sin escolarización al 90% de los estudiantes, y la educación a distancia quedó fuera del alcance de 500 millones de alumnos.