Un buen conocedor de la España del siglo XVIII fue el escritor francés Louis de Rouvroy, más conocido como duque de Saint-Simon. El cambio de dinastía, de los Austrias a los Borbones, quedaría muy bien reflejada en algunos de sus escritos. La llegada al poder, a Madrid, del primer Borbón, Felipe V, con su corte extranjera, su programa de recentralización institucional aboliendo cortes, banderas, derechos, fronteras y fueros (entre ellos, los del Reino de Aragón), estuvo apoyado por un ejército y una corte fiel, en la que sobresalió la princesa de los Ursinos, cuyo control sobre el palacio y la familia real llegó a ser muy estrecho. A ella es a quien Saint-Simon atribuye una frase que podría traerse al presente y aplicarse hoy: «En las Cortes todo pasa con el tiempo, hasta las tormentas más terribles, si se cuenta con buenos apoyos y se está seguro de no entregarse al despecho».

Yo no sé si los actuales reyes españoles, Felipe y Letizia, han leído a Saint—Simon, pero seguramente estarán de acuerdo con esa reflexión filosófica y política de la princesa de Los Ursinos.

De hecho, los ataques contra la monarquía española no han pasado hasta el momento a mayores porque la institución, a pesar de la fuerte erosión provocada por los inadmisibles comportamientos de don Juan Carlos, cuenta con sólidos apoyos y porque ninguno de sus miembros se ha consagrado en público al despecho.

Ni de los cuñados o hermanas, ni de los sobrinos, tíos o ahijados, ni siquiera del padre del Rey se han escuchado voces disonantes, despechadas, críticas contra la institución monárquica o con sus actuales detentadores. Ningún miembro de la familia real española, a diferencia de lo sucedido en otros clanes europeos, que sí han mostrado sus escisiones y heridas, ha atacado a la corona española, aún habiendo podido pensar más de uno de los preteridos miembros de la casa real que la corona les haya apartado o perjudicado.

Tal vez sea esa discreción, el uso de un lenguaje puramente institucional y la limitación de la actividad pública a un estricto protocolo la mejor defensa de una Jefatura del Estado que ciertamente encontraría en la crítica interna la peor alianza contra su permanencia en el tiempo.