Disciplina positiva

Cómo poner límites y normas a nuestros hijos desde la disciplina positiva

Las normas y los límites son básicos en la disciplina positiva. Lo que la diferencia de otros estilos educativos es la forma de establecerlos

Cómo poner normas y límites desde la disciplina positiva

Cómo poner normas y límites desde la disciplina positiva / Freepik

María Dotor

María Dotor

A menudo se ha pensado que la disciplina positiva se trata un modelo educativo caracterizado por la ausencia de límites y normas en el que se permite al niño hacer lo que quiera. Algo totalmente incierto. La disciplina positiva considera que las normas y los límites son necesarios, lo que la diferencia de otros estilos educativos es la forma en la que se establecen esas normas y límites.

Jane Nelsen, creadora de la disciplina positiva, cuenta en su libro 'Educar con firmeza y cariño' que muchos adultos solo conciben la existencia de los dos extremos: permisividad y severidad. "Las personas que opinan que el castigo es válido lo hacen porque creen que la única alternativa es la permisividad. Las personas que no creen en el castigo con frecuencia se van al otro extremo y se vuelven demasiado permisivas. La disciplina positiva ayuda a los adultos a encontrar un punto intermedio respetuoso, que no es ni demasiado punitivo, ni demasiado permisivo".

Las reuniones en círculo son una herramienta de la disciplina positiva para resolver conflictos

Las reuniones en círculo son una herramienta de la disciplina positiva para resolver conflictos / Pexels

Para entender bien cómo es el establecimiento de normas y límites en la disciplina positiva, primero vamos a ver cómo se realiza en un modelo educativo autoritario y en un modelo educativo permisivo, que serían los dos extremos entre los que se encuentra situada la disciplina positiva.

Las normas y los límites en un modelo educativo autoritario

Un modelo educativo severo, autoritario es un modelo basado en el control es excesivo, en el que el niño no tiene ninguna libertad, no hay opciones más que las que impone el adulto. El niño no participa en absoluto en la toma de decisiones. Son comunes las frases tipo: "Tú lo haces porque lo digo yo". Existen unas normas y, en caso de que el niño no las cumpla, tendrá un castigo. Por tanto, las madres y padres autoritarios son aquellos que para imponer sus normas se valen, fundamentalmente, de tres herramientas: el castigo, el chantaje y las amenazas. 

Las normas y límites en un modelo educativo permisivo

En este modelo educativo, el niño tiene libertad absoluta para hacer lo que quiera. No hay reglas, no hay límites. Y si las hay, suelen ser arbitrarias, no estar claras.

Las normas y límites en la disciplina positiva

La disciplina positiva, que huye de los gritos, castigos y chantajes, considera que estas normas y límites se deben establecer desde la empatía, el respeto y la amabilidad. Esto puede resumirse en 8 claves:

1.Hacer partícipes a los niños de estas normas y límites

¿Cuántas decisiones pueden tomar los niños en su día a día? Si nos paramos a pensar, la respuesta es: casi ninguna. Les decimos a que hora se levantan, qué desayunan, cuantas horas están en el colegio, qué hacen después del colegio, a qué hora se duchan, si pueden ver o no la tele un rato, a qué hora se van a dormir... Ser niños, es , prácticamente, cumplir normas que otros imponen de manera continua.

Esto, aunque ahora se nos haya olvidado, es muy frustrante para un niño. Le lleva a pensar que su opinión no importa.

Si tenemos en cuenta la opinión del niño a la hora de poner ciertos límites, este se sentirá respetado, escuchado y valioso, y esto generará un sentimiento de bienestar que le llevará a aceptarlos de mejor manera.

Lógicamente, los padres somos quienes establecemos una pauta coherente, además de tener en cuenta que hay ciertos límites que no son negociables, como los relativos a su seguridad y el respeto a los demás.

"Cuando a los niños se les tiene en cuenta en la toma de decisiones, están más dispuestos a cumplir las normas"

Jane Nelsen

"Cuando los niños aprenden a colaborar en familia, están más dispuestos a cumplir las normas, se convierten en personas responsables, que saben tomar decisiones y tienen un concepto saludable de sí mismas", recuerda Jane Nelsen en su libro sobre los efectos positivos que tiene involucrar a los niños en la resolución de problemas.

2.Poner límites proporcionados y justos

"Si no te acabas la cena, mañana no podrás ir al cumple de Juan". Esta frase es común en muchas familias. Detrás de ella hay un castigo. Y los castigos no son justos ni proporcionados porque nada tienen que ver con la conducta que queremos corregir. Además, en función de cómo nos encontremos los adultos en ese momento, el castigo será mayor o menor. Si he tenido un mal día, seguramente el castigo será más severo que si estoy de buen humor. Sin embargo, esta otra frase: "si no te acabas la cena pronto no vamos a tener tiempo de leer un cuento antes de dormir" es una frase que establece un límite proporcionado y justo.

3.Relaciones basadas en el respeto mutuo

La disciplina positiva basa la relación entre los niños y sus padres (o cualquier adulto) en la igualdad. "Todas las personas tienen el mismo derecho al respeto y a ser tratadas con dignidad", decía Alfred Adler. Es por esto que en la disciplina positiva no cabe la humillación ni los métodos punitivos. Esto supone un cambio de mentalidad en una sociedad en la que aún muchas personas ven con buenos ojos a un padre chillando a su hijo en medio de la calle, o dándole un tortazo, pero no lo ven normal en el caso de que fuera un adulto el que estuviera pegando o gritando a otro adulto.

4.Actuar con amabilidad

La disciplina positiva hace hincapié en la necesidad de ser firmes y amables al mismo tiempo. A veces esto puede parecer contradictorio, porque tenemos la creencia de que amabilidad y firmeza se excluyen mutuamente, pero, como dice Jane Nelsen, "Ser amables a la vez que firmes es la clave, pues ser amables puede contrarrestar todos los problemas que entraña ser demasiado firmes (rebelión, resentimiento, autoestima dañada) y ser firmes puede contrarrestar todos los problemas que entraña ser demasiado amables (permisividad, manipulación, niños malcriados, autoestima dañada).

Ser amable no es ser permisivo. Se puede ser firme y amable al mismo tiempo

Ser amable no es ser permisivo. Se puede ser firme y amable al mismo tiempo / Freepik

5.Comprender sus "malas conductas"

La mayoría de las veces que los adultos pensamos que los niños se están portando mal, no lo están haciendo, simplemente se están comportando cómo corresponde a su edad. Pero nuestro desconocimiento sobre la conducta humana y el desarrollo infantil nos hace identificar esas conductas como erróneas. En este sentido, la experta en disciplina positiva María Soto nos invita, en el curso 'Entender el mal comportamiento de nuestros hijos', a ir más allá, y mirar que hay detrás de una "mala conducta", y para ello nos pone el ejemplo de un iceberg, ese bloque de hielo no es solo la parte que se ve, la que sobresale del agua, sino que hay una parte sumergida que es mucho más grande, y que los barcos deben tener muy en cuenta a la hora de navegar. “Imaginaos que mi hijo mayor pega a mi hija pequeña y yo le castigo para penalizar su conducta (parte visible del iceberg). Sin embargo, no miro en la parte no visible del iceberg para entender qué le está motivando a pegar a su hermana. En este caso lo hace porque tiene celos. Mañana, en vez de pegarla, le esconderá los juguetes. Yo volveré a castigarle. Su creencia errónea (pensar que yo quiera más a su hermana) seguirá ahí”.

6.Centrarnos en el largo plazo

Las madres y padres queremos que nuestros hijos cumplan nuestras normas. Una forma fácil de conseguirlo es recurriendo al chantaje y al castigo. Estamos de acuerdo que es un método que funciona, pero solo a corto plazo. Los castigos son un método punitivo, pero no educativo. Nuestros hijos no aprenden el porqué de esa norma, solo aprender a cumplirla por miedo a las represalias. Cuando no estemos delante, harán lo que ellos quieran, porque no les habremos educado en la responsabilidad, sino en la obediencia.

Los castigos son un método punitivo, pero no educativo. Nuestros hijos no aprenden el porqué de esa norma, solo aprender a cumplirla por miedo a las represalias.

7.Hacerle reflexionar sobre sus actos

La Disciplina Positiva visualiza el error como una maravillosa oportunidad de aprendizaje, pues todos los fallos, faltas o errores, se pueden reparar. Para ello, hay que involucrar al niño en la búsqueda de una posible solución, y hacerle responsable de sus actos y de las consecuencias que éstos tienen para los demás.

"Si nuestro hijo hace alguna trastada o tiene algún comportamiento que perjudica a otra persona, en lugar de hacerle sentir mal por lo que ha hecho, sería más recomendable enfocarlo de la siguiente manera:

  • Hacer que el niño piense en cómo se hubiera sentido si se lo hubieran hecho a él; es decir, trabajar la empatía.
  • Por otro lado, es importante que el niño encuentre la manera de reparar o solucionar lo que ha hecho, en la medida de sus posibilidades.

8.Tratar de motivar a nuestros hijos

"Los niños necesitan motivación, de igual forma que las plantas necesitan agua", solía decir Rudolf Dreikurs, precursor de la disciplina positiva. Para él, la mejor forma de conseguir que un niño no se "porte mal" o deje de hacerlo es motivándolo. Sin embargo, las madres y padres solemos reaccionar de otras formas ante la mala conducta, como es, por ejemplo, castigando, porque pensamos que un castigo motiva a un niño o no volver a comportarse de esta forma, sin embargo, no se está teniendo en cuenta las consecuencias a largo plazo de los castigos.

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