"La verdad es que las plantas son una cosa que crece. Hay una cosa que se llama semilla. De ahí sale el primer brote, luego salen más brotes y luego crece un árbol de tronco fino. El tiempo es un material fundamental en el paisajismo. Cuando se plantó el parque de El Retiro los árboles eran pequeños, pero ya han pasado 300 años".

Por el tono con el que levanta el teléfono se intuye que a Fernando Porras-Isla, uno de los tres arquitectos responsables de la remodelación de la Plaza de España de Madrid, no le han gustado las críticas al recién inaugurado resultado.

"Una de las imágenes que se pone como ejemplo de decepción es la de un árbol que hay plantado en la cota -1", dice este profesional a 'El Periódico de España'. "No sé si la gente se da cuenta del gran esfuerzo que ha supuesto plantar un árbol que mide ocho metros, y que debe de llevar más de quince años en un vivero esperando, en comparación con otros árboles de superficie. Cuando uno hace un concurso de ideas se ilusiona mucho con lo que propone pensando en los resultados con el tiempo. Y más cuando se trata de un material orgánico como es la vegetación".

Porras-Isla se refiere al árbol situado en la entrada al parking subterráneo, cuya copa sale a la superficie por un agujero redondo.

Este era el render:

Hasta cinco personas debajo del árbol. Ayuntamiento de Madrid

Y este el resultado:

Apenas cabe una persona. Alba Vigaray

El espacio en el que está el árbol. Alba Vigaray

Las diferencias entre la propuesta y la realidad han causado guasa en las redes sociales.

Lo que prometía ser un enorme espacio con acceso al metro, locales comerciales (se observa un posible restaurante chino) y sitio para que al menos cinco personas descansaran bajo el árbol ha terminado siendo una especie de sótano mal rematado, agujeros en la pared, dos aparatos de aire acondicionado, un grifo y una puerta metálica.

"¿Por qué no hay nada? El Ayuntamiento de Madrid no controla Metro. Había problemas ajenos al Ayuntamiento y se pensó que era más prudente no tocar nada, así que lo que iba a ser un vestíbulo para el metro es un vestíbulo para el aparcamiento subterráneo", explica Porras-Isla. "No es que no lo supiéramos. Es que pensamos: seamos ambiciosos y a ver si lo conseguimos. Es una idea utópica sabiendo que a lo mejor no se podía".

Cuando lo pides y cuando te llega

Esa utopía no realizada se ha convertido, para algunos paseantes, en un auténtico chasco. Y no es la primera vez, ni en la primera ciudad, que lo viven.

Arquitectos consultados por este diario lamentan que se simplifique su trabajo y explican la causa de los desajustes: los concursos de ideas, generalmente no remunerados, a los que concurren para llevarse un proyecto.

"Nuestro render salió en la prensa y había muchos memes de Aliexpress", dice Nicolás Maruri, socio del estudio Amann Cánovas Maruri, refiriéndose al meme de cuando lo pides / cuando te llega a casa, que se utiliza para mostrar imágenes de venta poco realistas o expectativas frustradas. "Comparar la construcción de un edificio con la compra de un electrodoméstico es sacar las cosas de escala".

Maruri explica que proyectos como el de la Expo y el de la Plaza de España parten de concursos abiertos en los que no se paga el tiempo de trabajo.

"Suelen durar dos meses y se proponen un montón de ideas, pero después viene la construcción. El pabellón tardó dos años en hacerse y sufrió un recorte del presupuesto del 20%. Cuando hicimos la propuesta no sabíamos exactamente qué material usaríamos: después, conocimos la normativa de Dubái respecto a incendios y resistencias y la cosa fue tomando forma", apunta. "Uno no vende un coche y entrega un camión, pero es posible que el coche cambie de forma y color. Y hacer un render no es comprar un producto en Aliexpress. Entender toda la trayectoria que hay detrás para después encontrarse eso nos abre las carnes. Es una simplificación burda. Nos duele mucho".

Este estudio también ha hecho proyectos en Luxemburgo, donde, señalan, "la imagen exacta de lo que sale a contrato es mucho más estricta. Todo llega más definido".

Los concursos de ideas no solo cuentan con las limitaciones de tiempo y falta de detalle sobre la normativa —es comprensible que los equipos no se la estudien a fondo cuando están haciendo una propuesta gratis—, sino que están pensados para impresionar, ya sea al político de turno o a los ciudadanos.

El proyecto de Plaza de España se escogió mediante un proceso participativo en el que los madrileños podían votar.

"Un render es una herramienta de marketing más que de urbanismo o arquitectura", valora el urbanista y geógrafo Antonio Giraldo, autor de un completo análisis sobre la nueva plaza. "Aquí un montón de gente que no tenía por qué entender de urbanismo iba a votar. Yo también hubiera enfatizado las imágenes renderizadas para vender mi obra, porque tu éxito viene de que te compren lo que planteas. Si pones una imagen más real, nadie la compra".

Además de mucha vegetación, salen niños haciendo pompas gigantes. Ayuntamiento de Madrid

La vegetación aún no ha crecido. Alba Vigaray

Gente admirando árboles ficticios. Alba Vigaray

En la realidad no hay tantos árboles. Alba Vigaray

Rascacielos con árboles

La necesidad de entrar por los ojos con imágenes por ordenador lleva a los estudios de arquitectura a abusar de determinados elementos.

"Es como vestirse para una fiesta o hacer un pastel. Lo intentas envolver bien", considera Maruri. "Pero la gente no puede llevarse a engaño porque un dibujo sea verde y en la realidad no haya crecido todavía".

El arquitecto gaditano Sergio Pérez resumió hace unos años los que consideraba como "pecados capitales" de los renders arquitectónicos: los renders nocturnos, los espacios híper iluminados, los difuminados y las siluetas de personas realizando actividades, como niños jugando a la pelota o haciendo pompas, mujeres usando un portátil o —un clásico— alguien montando en bicicleta.

"Se parece al workbook de inglés", añade Giraldo. "Ahí aparecía gente feliz. Al final te transmite un estado de ánimo. Es el estándar que parece que queremos ver".

El antropólogo español Manuel Delgado ha criticado estas concepciones de la ciudad, en las que parece que todo el mundo va drogado, porque lo urbano, apunta, es conflicto.

Proyecto de peatonalización de la Ronda de Sant Antoni en Barcelona, con niños renderizados jugando Ajuntament de Barcelona

Otro elemento habitual es el exceso de brillo. Un buen ejemplo es el edificio Barclays de la plaza de Colón, en Madrid. Además, y como tantos otros proyectos, mostraba plantas en la parte superior. En los últimos años ha habido una tendencia en todo el mundo a dibujar rascacielos con árboles (en España, contamos con el caso de la Torre Huerta en Valencia, que no se llegó a edificar).

Render del edificio de Norman Foster en Colón (Madrid). Ayuntamiento de Madrid

La realidad es menos verde y brillante. Alba Vigaray

"Hay cierta sensibilidad a tener ciudades más verdes. Eso activa la mecánica del capitalismo de vendértelas. Se hacen ciudades más verdes porque venden más", dice el urbanista.

La vegetación es, junto a las personas felices, el elemento que más destaca en los renders exagerados. Si bien en muchos casos es cuestión de tiempo, como recalcaba Porras-Isla, en otros parece complicado que esos niveles de verde se hagan realidad algún día.

Es imposible que árboles tan grandes echen raíces sobre una losa de hormigón:

Proyecto de soterramiento de la A-5. Ayuntamiento de Madrid

La "humanización" de la Ronda don Bosco en Vigo planteaba un suelo cubierto de verde que no fue.

Proyecto de "humanización" de la Ronda don Bosco en Vigo. Ayuntamiento de Vigo

La obra en la Ronda don Bosco de Vigo, terminada. Pablo Hernández

"Cuando haces un dibujo intentas que quede bien", añade Maruri. "Si no pones brillos, no pones césped, que quede muy tosquito... Pues probablemente al principio sea así, pero intentas mostrarlo en las mejores condiciones posibles".

"A más verde, más probabilidades de que te votara la gente", reconoce el autor del proyecto de Plaza de España, que por las directrices que marcó el Ayuntamiento, de que debía estar centrado en la naturaleza, ya dirigía a los equipos a plantear ideas verdes. Porras-Isla no cree imposibles los rascacielos con árboles y para muestra menciona el Bosco Verticale de Stefano Boeri en Milán.

"Una cosa es comprar un producto industrial y otra un concurso de ideas, que se parece más a vender un sueño", concluye Maruri. "A Plaza de España no he ido, pero el cambio respecto a lo que había es extraordinario. Parece que hay ganas de ponerle pegas a todo, cuando lo que habría que hacer es una fiesta en la ciudad".