Proteger la riqueza de los ecosistemas y la biodiversidad, más allá de criterios productivos o de que redunden o no en un beneficio económico. Una concepción del medio ambiente que cada vez gana más terreno en la discusión pública, y que entronca con el proyecto que un equipo de investigadores coruñeses defendió este jueves en la Comisión Europea.

La iniciativa europea 'Life GrazeLIFE', en la que participan, además de los expertos de la Universidade da Coruña, equipos de ocho países distintos, promueve la gestión sostenible del territorio mediante el pastoreo y el uso de grandes herbívoros. Las conclusiones del equipo coruñés denotan la urgencia de poner los medios para seguir conservando una de las riquezas endémicas más singulares de Galicia: los caballos salvajes o 'bestas', ante el riesgo de que tengan los días contados. “Hay una serie de elementos comunes en distintas áreas de Europa y otros elementos singulares. No hay otras regiones donde se dé la población de caballos salvajes que tenemos aquí, donde no hay intervención humana salvo los curros una vez al año”, ilustra Jaime Fagúndez, integrante del equipo científico coruñés que componen, además, Laura Lagos, José Antonio Cortés Vázquez y Flávia Canastra.

Los expertos escogieron, para su estudio, los enclaves de presencia mayoritaria de 'bestas' en GaliciaSerra da Groba, en el sur de Pontevedra, y la Serra do Xistral, al norte de Lugo. Mantener estos ecosistemas únicos y singulares es una tarea cada vez más difícil para los 'besteiros', debido a las muchas trabas de distinta naturaleza a los que se ven sujetos. Los investigadores alertan de la posibilidad de un colapso del ecosistema en un horizonte próximo si no se toman medidas.

La contrapartida, advierten, no traerá tanto un rédito económico como beneficios mayores relacionados con el cuidado del medio ambiente. “Estos animales traen beneficios indirectos en cuanto a la conservación de la biodiversidad, mitigación del cambio climático o disminución del riesgo de incendios. Son tasas que no se valoran en términos productivos, pero que benefician a toda la sociedad”, explica Fagúndez.

Ante la posibilidad de que estas rentas medioambientales puedan verse comprometidas en un futuro, los investigadores instan a cuidar a los productores, que cada vez son menos. “Hay una regresión continua por diversos factores, algunos más estructurales, como la despoblación del rural, y otras que afectan a los caballos, como la implantación de normativas europeas, dificultades en el cobro de compensaciones por ataques de los lobos que sí tiene otro tipo de ganado doméstico...”, enumera el investigador.

El equipo de científicos puso negro sobre blanco todas estas conclusiones y llamadas de atención en un informe en el que trataron de imprimir un tono “positivo”, que diese su lugar a los valores del ecosistema en vez de alertar de forma catastrófica de los riesgos de su desaparición. Proponen, para proteger este patrimonio natural, distintas medidas, que pasan por la implicación necesaria de las administraciones públicas. “Presentamos recomendaciones sobre los problemas del día a día de los besteiros. Proponemos la definición de las áreas del sistema tradicional de caballos en libertad o la limitación del aumento de la superficie forestal y de especies exóticas como el eucalipto, que tiene un valor natural muy bajo”, recomienda el investigador.

Entre otras propuestas para asegurar la perdurabilidad de estos ecosistemas casi únicos, el grupo propone, en su informe, impulsar el turismo de naturaleza asociado a los caballos, o que estos puedan estar en el monte en libertad sin necesidad de microchip, los cierres perimetrales para evitar accidentes en zonas próximas a las carreteras, sistemas públicos de seguros a terceros para caballos salvajes, pagos por presencia de lobos en vez de indemnizaciones de daños y ayudas de la Política Agraria Comunitaria por criterio de conservación de hábitat.

El objetivo subyacente es ilustrar sobre la enorme riqueza que supone, a varios niveles, conservar estos paisajes. “Además del valor ambiental y ecológico, hay que reconocer sus beneficios desde el punto de vista cultural, etnográfico y de nuestra herencia del paisaje y de la cultura agraria de Galicia”, recomienda Fagúndez.