Te he pillado un tanto ocupado. ¿En qué andas metido?

Estoy cursando una escuela taller de digitalización histórica y artística donde trabajamos con documentos religiosos y de varios museos, entre ellos el de Goya y el de Zaragoza. Nos dedicamos a hacer realce de las fotografías y el material que nos entregan. Los digitalizamos y maquetamos para que luego estos se puedan visualizar en las páginas web.

¿Forma parte de un proyecto de inserción laboral?

Sí, es un proceso de inserción de la Obra Social del Carmen en el que trabajan en conjunto la Fundación Sesé y el Inaem. Después de la formación, si todo va bien y el covid nos lo permite, entraremos a una contratación de seis meses con la propia fundación y ya después se vería.

¿Desde hace cuánto que te encuentras en situación de vulnerabilidad?

Antes de conocer la Obra Social de la parroquia estuve en el albergue. Tenía 19 años. Al principio fue un choque porque pasas de tener una vida estructurada al caos que viene a ser toda esta situación. No sabes cómo desarrollarte, no sabes dónde te puedes apoyar, cuáles son los pasos a seguir… A base de tratar con los trabajadores sociales encontré algunos cursos y mi vida diaria tampoco se vio muy involucrada con las personas del albergue. Salía sobre las siete de la mañana, iba al centro a estudiar y volvía a las ocho de la tarde. Así estuve durante un año y pico.

Si todo va bien, el año que viene espera independizarse. Ángel de Castro

¿Cómo era el ambiente en el albergue?

Dependía mucho de las ideologías y los motivos de cada uno para estar allí. Te cruzabas con bellísimas personas cuya realidad se la habían encontrado de cara, y otras que parecían haberse aclimatado, acostumbrado a su rol, y que se dejaban arrastrar por lo que tenían. No creo que no quisieran avanzar, sino que simplemente se habían atascado y sin ayuda psicológica no sabían cómo salir.

"El golpe que recibes al cambiar de un paradigma a otro es muy intenso"

¿Alguna vez creíste llegar a un punto de no retorno?

Con las cosas que uno ve estando allí, siendo joven, estudiando, teniendo contacto con gente, acabas pensando que no quieres ese tipo de vida a la larga. Dices "yo aquí no pinto nada". Tu rutina cambia totalmente, dejas de quedar con amigos, las necesidades que tienes que cubrir son muy distintas y el golpe que recibes al cambiar de un paradigma a otro es muy intenso. Te planteas muchas cosas.

¿Te sentías marginado?

Me ha llegado a pasar que al salir del albergue alguna persona se cruzara de acera.

¿En serio?

Sí, pero una de dos: o dejas que te afecten esos hechos, o piensas que te urge mucho más solucionar tus problemas que intentar resolver los prejuicios del otro. Creo que la imagen que puede tener la sociedad de estos lugares debería cambiar. Si tendemos a generalizar todos los casos, lo único que hacemos es provocar caos.

Tras ese año y pico, ¿cuál fue el siguiente paso?

Pasé a una vivienda para hombres gestionada entre el albergue y la Obra Social del Carmen. Estábamos nueve personas. Allí se supone que la gente con la que convives ya está más enfocada en lo mismo que tú. Se te asignaban tareas del hogar y te comprometías a seguir avanzando en el entorno psicosocial, profesional, formativo... a no rendirte y ganar autonomía, pero había problemas que por lo que sea no abandonaban tu cabeza. Hay un momento en esta historia en el que solo ves aquello que no consigues arreglar. Pasar del "no lo estoy logrando", "lo estoy haciendo mal", "soy un desastre"... a "tengo que trabajar en ello", "tengo que encontrar maneras de progresar", ha sido un proceso muy lento, arduo y complicado.

"Parte de esta frialdad la ganas a base de darte hostias"

Sorprende la serenidad con la que narras tu historia.

Puede que a la hora de expresarlo sea frío pero parte de esta frialdad la ganas a base de darte hostias. A día de hoy todavía recibo acompañamiento psicológico. Cuando lo cuentas puede parecer muy simple, pero vivirlo... ya no es tanto las situaciones sino cómo te afectan emocionalmente. Lo que estando en un entorno estable afectaría un tres en una escala de diez, a mí me podía afectar un siete, ocho o nueve. He llegado a quedarme sin aire un minuto durante un ataque de ansiedad. Pero gracias al equipo profesional y humano del Carmen aprendí a convivir con lo que no me gustaba y tirar para adelante.

¿En qué etapa te encuentras en este momento?

Ahora estoy en un piso con otro compañero, gestionado también por la obra. Sigues acompañado pero de una forma más libre y madura. Esto es ya casi el final del camino, el último salto para salir de todo este círculo y no abandonarte de nuevo a la decadencia. He tenido compañeros que ya han cruzado la puerta y que a día de hoy les está yendo bien.

Un disparo de bondad al objetivo. Ángel de Castro

¿Qué bondades rescatas de tu experiencia en la calle?

Aprendes a ver valores en la gente en los que antes no reparabas. Aprecias más a las personas que teniendo poco comparten lo que tienen o que te ayudan sin recibir nada a cambio. Te anima a creer que puedes continuar, a cumplir con la expectativa propia y la que el otro planta en ti.

Y ahora que estás atravesando ese umbral... ¿percibes más carencias en la sociedad?

Muchas veces no estamos predispuestos a mancharnos de barro por los demás. Acabas dándote cuenta de que conseguir todo lo que la televisión te vende o lo que se supone que tenemos que tener para ser una buena persona no es necesario. La gente te juzga por cómo vistes o el lugar del que vienes. Qué más da que alguien vaya afeitado o lleve una barba de una semana, lo que importa es cómo se comporte contigo.

LA RÁFAGA


– Una canción.

– 'Tequila y Limón', de Sharif y Neto Peña.

– Un libro.

– 'Las llanuras del tránsito', de Jean Marie Auel.

– Un plato.

– Macarrones a la boloñesa.

– Un lugar.

– La Puebla de Alfindén.

–Un sueño.

– Ahora mismo, ir a la playa.

– Empleo y jóvenes.

– Precariedad.

– Pandemia.

– Soledad.

– Comedor del Carmen.

– Muy solicitado.

–Real Zaragoza.

– Para quienes lo siguen, sufrimiento.

– Ingreso Mínimo Vital.

– Es necesario. A mucha gente le hace bien pero precisa algún pulido más.

– Algo que te aburre.

– Las conferencias.