José María, Chema, podría decirse que cuentas con la oficina de trabajo más imponente de Zaragoza.

Es un lugar muy especial, no solo porque desde el siglo XVI está construido este magnífico coro sino porque aquí desarrollamos toda la labor musical tanto de los días de feria como de las grandes solemnidades. Y además bajo la atenta mirada del órgano mayor del Pilar. Es un privilegio estar en esta oficina, como tú la llamas (ríe).

¿Es la música una forma de ganar almas?

Como dijo el papa Benedicto XVI, la música es una manera de llegar a Dios. Yo pongo todo mi cuidado en lo que hago, especialmente en el coro de infantes y en la capilla de música. No sé si lo haré bien o lo haré mal, pero al menos lo intento (ríe). Además estamos en un lugar emblemático, al que viene mucha gente, creyente y no creyente. La cultura y la música no entiende de confesiones.

Abrazo coral. JAIME GALINDO

Parece que los espacios sacros tienen un efecto en nosotros. Nos bajan el ritmo, desaparecen las prisas.

El Pilar es la casa de todos, pero también es un sitio con mucho ruido, corros, alboroto... antes de la pandemia era como una prolongación de la plaza. Creo que la gente no se da cuenta de lo que este espacio representa hasta que comienza la música. Entonces todo el mundo se serena. Cuando el órgano mayor arranca es como si te pusieras debajo de una cascada en el Pirineo, algo arrollador, como si en ese momento... me cuesta encontrar las palabras... una fuerza cayera con todo su peso sobre ti, pero para bien. La energía que aquí se respira cuando estamos haciendo música, con Juan San Martín en el órgano y yo aquí abajo en el coro, es aplastante. La música es un bálsamo, amansa a las fieras.

Ahora eres laico, pero años atrás viviste en clausura. ¿Cómo se produjo esa fractura?

Las razones por las cuales llegué al monasterio de San Salvador de Leyre fueron dos. La primera, por la profunda crisis espiritual y emocional que yo tenía en ese momento, y luego porque el mundo en el que vivimos no me gusta. Siempre me he sentido muy anacrónico. Tras una larga transición, pequeñas estancias, sentir que mi mente cambiaba completamente cuando salía de aquel espacio y volvía a Zaragoza... regresé en el año 2009 para el día de la Virgen del Carmen, y ya me quedé. Te puedo decir que ha sido el tiempo más feliz de mi vida.

"La pandemia me ha ayudado a hacer limpieza, a poner nombre y apellido a muchas cosas"

¿Qué libertades ganaste en aquel encierro voluntario?

Allí encontré paz conmigo mismo, una comunidad que me quería y que me lo demostraba. Estaba todo el día haciendo lo que más me gusta, música, y me sentía parte de algo. Quizá sea ese el desencanto que tengo con el Pilar (se emociona). Pero sería muy injusto hablar a toro pasado... en mi vida han sucedido muchas cosas bellas, como lo fue mi matrimonio, la gente que me ha apoyado y con la que he hecho buena música, la experiencia con los niños, sacar adelante una escolanía tan anacrónica en el tiempo pero que queremos que esté presente y en la que trabajamos cada día...

¿De qué desencanto hablamos?

Soy el director de música de la basílica del Pilar, pero eso no me da derecho a estar en un pedestal ni a ser lo que no soy y lo que no pretendo ser. Soy un trabajador vocacional, pero un trabajador, al que mi empresa, entiendo que por falta de recursos económicos, mandó al erte durante la pandemia. Y al igual que muchísimos españoles, los ertes los hemos cobrado cuando nos han pagado. Para mí, la tristeza real de esta época ha sido todas las muertes que ha habido, pero creo que la pandemia también ha servido para desenmascarar realidades que estaban cegadas por la costumbre o a personas que más que aportar te arrebatan la energía. En definitiva, me ha ayudado a hacer limpieza, a poner nombre y apellido a muchas cosas.

Un baño de luz. JAIME GALINDO

Debe ser duro recordar que esto, en buena parte, es una empresa.

Todos los años construyo muchas catedrales. Hacer música con gente amateur, repertorios muy exigentes, obtener financiación para la orquesta... es muy duro. No creo que para tener un cierto reconocimiento haya que estar envuelto en ese hacer constante, trabajar al 200% y quitarte de tu familia o de tu descanso para invertir todo tu ser en cosas sobre las que luego pasa el tiempo, las borra y ya nadie se acuerda.

Supongo que la fe no entra en los balances anuales.

Antes mi vida solo giraba aquí, pero con el parón lo vi todo muy claro. Monté Ars Symphony, mi empresa de actividades concertísticas, y además de cumplir con mi labor en el Pilar, sin distorsionarla, me dedico a otras cosas. Soy repertorista de ópera y oratorio, acompaño a cantantes como Montserrat Martí Caballé, preparo espectáculos con la orquesta Nueva Alaska, discos... Mi plenitud es hacer música, y trato con mucha ternura y exquisitez la música sacra, porque es lo que más me acerca a Dios. Aunque a veces es muy difícil, porque te contaminas... o te contaminan.

"No podemos esperar a que venga un presidente vestido de blanco a que nos dé seguridad y bienestar"

En estos tiempos asistimos a una pérdida considerable de la fe.

Ahora estamos con toda esta lacra de los abusos, de los que naturalmente me avergüenzo como cristiano y pienso que debe hacerse justicia. Hay un principio fundamental del catecismo que dice que la fe es creer sin ver. La mirada hacia Dios no tiene que ir siempre acompañada del comportamiento de las personas que conforman la Iglesia, en la que hay gente mala y gente buena, solo que los buenos hacen menos ruido en la prensa.

Y en el sistema, ¿también la hemos perdido?

Lo que hemos vivido en estos últimos dos años, a nivel político y sanitario, ha sido un caos. ¿De quién te fías? ¿A quién compras? No podemos esperar a que venga un papa, un presidente o un ángel vestido de blanco a que nos dé seguridad y bienestar. Depende de nosotros. Es complicado vivir... muy complicado... cada uno se agarra a lo que puede. Yo a la música, a mi familia y a Dios. Los valores éticos, morales, en nuestra sociedad, ¿dónde están? No los veo.

Se trata de creer sin ver.

LA RÁFAGA


– Una canción.

– 'Heal the World', de Michael Jackson.

– Un libro.

– 'Las moradas o El castillo interior', de Santa Teresa.

– Un plato.

– Cabezas de ternasco.

– Un lugar.

– Monasterio de Leyre.

– Una imagen recurrente.

– El Buen Pastor.

– Guerra en el PP.

– Muy triste. Una situación que la catalogo de vergüenza.

– Ambulancias y despoblación.

– Necesitamos políticamente herramientas eficaces para combatir la despoblación y ofrecer servicios de primera necesidad.

– Algo que te aburre.

– El cine de ciencia ficción. Demasiada mentira junta.