A las mujeres españolas se les prescribe el doble de psicofármacos que a los hombres. Lo denuncian este 8M tres mujeres con enfermedad mental: Clara, Estefanía y Elisabeth. También las trabas que se encuentran para ser madres o las vulneraciones que encuentran en su proceso de recuperación o en los ingresos involuntarios. Desde la Red Estatal de Mujeres SALUD MENTAL ESPAÑA, hablan alto y claro con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario perteneciente al mismo grupo editorial que este medio. "El hecho de ser mujer influye, hay una tendencia a pensar que exageramos, que somos unas histéricas", resume Estefanía Arias, representante del colectivo que está integrado por 25 mujeres que, a su vez, recogen el sentir de otras tantas que forman parte de la entidad.

En una jornada tan señalada, el grupo ha dado un paso al frente para criticar la sobremedicación de las personas con problemas de salud mental, y especialmente de las mujeres. En España, son prescritas el doble de veces que los hombres con psicofármacos. Los roles de género y la sobresaturación de la sanidad pública contribuyen a agrandar el problema, denuncian.

"Quizás nos medicalizan mucho más porque nos expresemos más y contemos más nuestras cosas", dice Estefanía Arias

Estefanía Arias explica que tiene trastorno adaptativo mixto. Es decir, depresión y ansiedad. Como representante del colectivo, esgrime las razones por las que considera que se "medicaliza más, mucho más" a las mujeres. "Quizás porque nos expresemos más y contemos más nuestras cosas. También porque siempre se nos ha considerado exageradas y eso los médicos lo tienen interiorizado. Lo he vivido en el hospital de día en el que estuve: un chico que tenía lo mismo que yo sólo tenía una pastilla y a mí, me daban tres, más otras tantas muy fuertes", afirma.

Arias insiste en que sucede y a diario: "Lo he vivido, lo he visto y lo he comentado con otras personas que tienen problemas de salud mental. Sólo por el hecho de ser mujer. Así se nos calla la boca, se nos tranquiliza. Sentimos que se nos hace más caso por darnos más medicación. Es todo lo contrario chico, no me des más, no me dejes zombi", se queja.

El largo recorrido de Clara

Clara González, que también pertenece a la Red Estatal de Mujeres, reconstruye su historia: "Empecé en el sistema de salud mental público con 20 años, aunque llevaba desde los 16 en el privado. Me han dado diagnósticos distintos, hasta que finalmente me dieron el de trastorno límite de la personalidad (TLP) con psicosis no orgánica, trastorno disociativo, trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y están pendientes de ver si tengo realmente trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH)", desgrana.

Clara asegura que como mujer y por ser una persona joven, la sobremedicaron "por miedo a que cometiese un intento autolítico". En un ingreso involuntario, relata, la sometieron a "contención mecánica, que es una vulneración de los derechos humanos", pero, subraya, lo que ha recibido "durante muchísimos años de mi vida hasta que dejé la medicación, es la contención química". Clara no culpa a los psiquiatras: "también comprendo que el ratio de pacientes por psiquiatra en España es muy pequeño".

A los 20 años, Clara González, hoy con 25, "tomaba 12 pastillas al día, más un inyectable"

Eso sí, recuerda que, a los 20 años tomaba 12 pastillas al día, más un inyectable. "Sé que es porque yo era mujer, al fin y al cabo eso también es machismo institucionalizado. Sé perfectamente que si a mí me hubiesen leído como hombre no me hubiesen sobremedicado tantísimo, me habrían dado otras herramientas e incluso habrían alabado ciertos comportamientos que yo tenía. Al fin y al cabo, tenemos el machismo y la sociedad heteropatriarcal tan metida en la cabeza que se nos trata totalmente distinto, se nos sesga", sostiene.

"No era capaz de enfadarme, no era capaz de sentir nada, al fin y al cabo estaba anulada como persona", recuerda Clara

Clara "era como un florero". Se pasaba durmiendo "muchísimas horas". Dice que las cosas que le hacían daño "no era capaz ni de expresarlas porque no sabía ni que me estaban haciendo daño, no era capaz de enfadarme, no era capaz de sentir nada, al fin y al cabo estaba anulada como persona". Ahora tiene 25 años y lleva dos sin tomar medicación. "Sólo tomo la de rescate prescrita por mi psiquiatra. Él confía plenamente en mí", afirma.

Hay personas que necesitan medicación para llevar su día a día, pero sobremedicar nunca es una opción. Lo afirma Clara González quien, añade, "no me cansaré de decir que la medicación, sin una terapia de acompañamiento que te explique, que te dé herramientas para afrontar el día a día, no sirve de nada".

Perspectiva de género

La Red Estatal de Mujeres SALUD MENTAL ESPAÑA reivindica la necesidad de integrar la perspectiva de género en la atención a la salud mental y, también, dotar a la sanidad pública de los recursos necesarios para evitar la saturación de la Atención Primaria y de las especialidades de Psicología y Psiquiatría. Pero, además, denuncian que muchas personas con problemas de salud mental se enfrentan a "vulneraciones múltiples y sistemáticas" de sus derechos durante los ingresos involuntarios en los centros sanitarios o ponen sobre la mesa el estigma o la falta de información sobre la interrupción de la medicación en el caso de que deseen ser madres.

"Tuve un embarazo y con tres meses tuve que abortar, mi psiquiatra no estaba preparado, no existía un protocolo específico para mujeres con salud mental embarazadas", relata Elisabeth Lemos

Así lo explica a este diario Elisabeth Lemos quien, tras varios abortos, todavía desea ser madre, pero teniendo los apoyos que no tuvo en su momento. La solución, según SALUD MENTAL ESAPAÑA, pasaría por impulsar servicios públicos de información, orientación y acompañamiento con perspectiva de género acerca de la maternidad y, en su caso, la planificación familiar que apoye a las mujeres en el proceso de la toma de decisiones en condiciones de igualdad y libertad.

Lemos relata su propia experiencia Tiene 33 años y se ha encontrado con diversas dificultades y trabas a la hora de ser madre por tener un problema de salud mental. "Tuve un embarazo y con tres meses tuve que abortar, mi psiquiatra no estaba preparado, no existía un protocolo específico, sobre cómo manejar la medicación -al retirarla o dejarla- cómo hacer un seguimiento o los cuidados que debía tener".

En su caso, la retirada de la medicación fue nefasta, explica. Además, estaba el estigma añadido por expresar su deseo de ser madre. "Había muchos prejuicios. Me decían que cómo iba a ser madre con un problema de depresión. Luego, el paternalismo. Eso me afectó muchísimo. La decisión de ser madre debe ser propia, no que la tomen otras personas a la ligera. Si hubiese existido un protocolo de cómo debía ser la retirada medicación, creo que podría mejorarse y no habría sufrido tanto", añade. Elisabeth mantiene la esperanza de tener un hijo "pero me crea mucha inseguridad porque no quiero pasar por lo mismo: dos abortos. Lo que hace falta es apoyo", concluye.

Atención centrada en el paciente

En España, la Ley 41/2002, de 14 de noviembre (Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de Información y Documentación Clínica), amplió los derechos básicos basándose en el respeto al principio de autonomía con una atención sanitaria "centrada en el paciente", recuerda a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, Vanessa Vilas-Riotorto, psicóloga clínica y vicepresidenta de ANPIR (Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes).

Vilas-Riotorto incide en que "las decisiones clínicas de los profesionales sanitarios deben basarse en el conocimiento científico, pero, también, deben respetar la voluntad del paciente" y que las organizaciones sanitarias "deben asumir y cumplir este compromiso" y favorecer fórmulas que les permitan participar de forma más activa. En España la infradotación de recursos humanos y técnicos vulnera el derecho a la elección de tratamiento. Además, añade, "conlleva un mayor uso de tratamientos farmacológicos incluso en aquellos casos que no son indicados como primera opción". Esto "es un fracaso de nuestra sociedad", asegura.

Además, Vanessa Vilas-Riotorto recuerda que puede "suponer una gestión del gasto sanitario ineficiente, incluyendo la utilización de tratamientos/fármacos con efectividad limitada ante determinados problemas, o una variabilidad injustificada en práctica clínica". La alta frecuencia de los problemas psicológicos hace que en Atención Primaria la carga por depresión y ansiedad, medida en años de vida ajustados por calidad, sólo sea superada por el dolor crónico, apunta la vicepresidenta de ANPIR.