Hace un mes, Davinia Ravelo fue a su médica de cabecera. Un perro le había mordido la mano y, tras darle puntos en urgencias, así se lo recomendaron.

"Lo primero que hizo fue pesarme. Y antes de mirarme la mano, me midió todo lo medible", relata a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. "Me enfadé. Cada vez que me ve saca el tema. Me pide una analítica y sale todo bien, pero sigue empeñada en meterme en una de esas dietas impresas que tienen ellos. Por eso odio ir al médico".

Ravelo, de 38 años y residente en Canarias, tiene sobrepeso desde que le bajó la primera regla. Fue entonces cuando le diagnosticaron el síndrome de ovario poliquístico, un trastorno hormonal que puede provocar grandes aumentos de peso.

"Yo siempre había sido muy delgada, pero a partir de ese momento engordé y daba igual lo que comiera. Me lo diagnosticaron el endocrino y la ginecóloga, pero la doctora normal está obsesionada con que adelgace", continúa.

"Que si 'es por tu salud', que si 'a la larga vas a tener dolores'... Sí, tengo dolores porque trabajo de cara al público y no paro de moverme en todo el día. Y como exageradamente bien", añade. "No tengo problema en que me digan que estoy gorda, soy así y punto, pero este trato me parece insultante".

Davinia contó su experiencia en Twitter. Respondió a un usuario con una historia similar —"si eres gordo, eso es todo lo que te pasa", se quejaba— que recibió decenas de respuestas de gente sintiéndose identificada.

"Es una situación que se ve normal por parte de los médicos, pero que puede bajar la autoestima del paciente que va por otro motivo", reconoce Carmen Flores, presidenta de la asociación El Defensor del Paciente. "También recibimos quejas de chicas jóvenes con obesidad a las que han llegado a decir 'tú lo que tienes que hacer es comer menos, como los de la India'. Recomendamos que pongan una reclamación en su consejería de Sanidad porque es trato vejatorio".

Al centrar su actividad en negligencias y listas de espera, esta asociación no tiene datos sobre el aumento o descenso de quejas de pacientes por haber recibido un trato incorrecto relacionado con el peso.

Sin embargo, Flores asegura que no es anecdótico. "Con el sobrepeso pasa como con el tabaco", dice. "Todo es por su culpa, aunque te duela un pie".

La hemeroteca en España incluye casos como el de Carolina, una paciente obesa a la que los médicos del Hospital Clínico de Málaga no detectaron su embarazo de gemelas.

"La mujer sufría fuertes dolores y se le hinchaban las piernas. Los médicos dijeron que debía adelgazar. Todos los problemas, hasta la falta de período, derivaban de su excesivo peso según los doctores", relata la crónica del suceso, acaecido en 2017 y recogido por ABC. Así hasta que un día fue al hospital con un dolor de vientre insoportable y resultó que estaba de parto.

La gordofobia es "un sistema de discriminación normalizado", según la nutricionista Raquel Lobatón. EFE

La gordofobia, o rechazo a las personas gordas, "es un sistema de discriminación normalizado", considera la nutricionista Raquel Lobatón, defensora de una nutrición no basada en la pérdida de peso sino en la mejora de hábitos. "Las personas delgadas no la sufrimos pero nos afecta, porque vivimos con un miedo tremendo a engordar y ser discriminadas de la misma forma".

¿Existe gordofobia en la sanidad? ¿Discriminan los médicos a los pacientes por su peso y achacan todos sus males a ello? Este diario ha recopilado testimonios de personas afectadas, además de tratar el tema con médicos nutricionistas y expertos en salud pública.

Todos coinciden en que los sanitarios tienen sesgos, como el resto de la sociedad. Y advierten de que obsesionar a la gente con su peso puede ser contraproducente, además de que el sobrepeso no debe reducirse al "comes mal/te mueves poco" sino que es multifactorial.

Un estigma reconocido por la OMS

"La gordofobia en la medicina no solo existe, sino que está estudiada", responde tajante la nutricionista y tecnóloga alimentaria Beatriz Robles.

"La estigmatización es un problema real. Los sanitarios vivimos en un contexto y nos educamos con unas ideas concretas sobre las personas con sobrepeso. Y eso lo trasladamos a la consulta", continúa. "Es sorprendente, porque los centros sanitarios deberían ser sitios donde estos pacientes se sintiesen seguros, donde la gordofobia que ya hay en sociedad y medios quedara fuera".

En España, con datos de la Encuesta Europea de Salud, el 62% de los hombres y el 49% de las mujeres mayores de 18 años están gordos —tienen sobrepeso u obesidad— según el estándar que usan todos los países occidentales, el Índice de Masa Corporal (IMC).

Este índice, que se halla dividiendo el peso de una persona por su altura al cuadrado, fue creado por el matemático belga Adolphe Quetelet a mediados del siglo XIX. Quetelet no tenía interés en la obesidad, sino que buscaba definir al "hombre normal".

Como explica su biografía 'Adolphe Quetelet (1796–1874)—the average man and indices of obesity', publicada en una revista médica de la Universidad de Oxford, hasta hace apenas tres siglos la gordura era considerada un signo de buena salud.

Fue a comienzos del siglo XX cuando las aseguradoras comenzaron a documentar el aumento de la mortalidad en obesos y a desarrollar tablas de pesos "deseables" que se utilizaron hasta principios de los 90. A partir de ese momento, la Organización Mundial de la Salud adoptó el IMC y lo popularizó.

Una revisión crítica del índice publicada en la revista científica Nutrition Today explica que, ya en los 90, la OMS consideraba con sobrepeso a todas aquellas personas cuyo IMC superara los 25 puntos.

Hasta 1998, sin embargo, Estados Unidos consideró el sobrepeso por encima de los 27 puntos. El día que lo bajó para adoptar el estándar de la OMS, convirtió a 25 millones de estadounidenses en gordos.

De un día para otro, 25 millones de estadounidenses se convirtieron en gordos. EPE

La OMS considera al sobrepeso y a la obesidad factores de riesgo. Declaró, de hecho, la obesidad como "epidemia global" en 1997.

Consciente del estigma que acarrea, el organismo ofrece guías para los profesionales sanitarios con recomendaciones para tratar el "sesgo de peso", esto es: los estereotipos y prejuicios hacia las personas gordas, que afectan más a mujeres que a hombres. También incide en no relacionar cualquier dolencia con la gordura.

Está mal ser racista, pero no meterse con un gordo. Es agotador. (Amanda Vázquez, autora de El Podcast Gordo)

"Gordofobia es que se asuman cosas sobre ti por tu aspecto. Que te miren y piensen que eres una vaga que está todo el día en el sofá", denuncia Amanda Vázquez, ilustradora y autora junto a Blanca Rodríguez de El Podcast Gordo. "Si voy al médico, salgo antes con una dieta que con un tratamiento. Está mal ser racista pero no meterse con un gordo. Es agotador".

"El primer problema es el estigma, pero el segundo son los riesgos. Tener sobrepeso se relaciona con mayor riesgo cardiovascular, con enfermedades metabólicas, con hasta 13 cánceres y con menor esperanza de vida", recalca Robles. "Eso es impepinable. No se trata de las dificultades que tengas en este momento, sino de lo que pueda sucederte en el futuro".

El IMC no dice nada sobre la composición corporal ni el estado de salud. AllGo en Unsplash

Tanto pacientes que se han sentido discriminados por los médicos, como activistas y nutricionistas no dudan en señalar los inconvenientes del IMC, que además de para fines estadísticos se usa en los seguros de salud.

Al medir solo peso y altura, el IMC no dice nada sobre la composición corporal ni el estado de salud de una persona.

Julia, una joven madrileña consultada cuyo nombre ha sido modificado, explica su caso. Hace 'crossfit', por lo que tiene los brazos, las piernas y el abdomen duros.

"Fui al médico porque me dolía la rodilla. Vino a decirme que debía perder peso. Y me pareció correcto: hago deporte y como bien, pero podía dar un paso más", relata. "Entonces, sin preguntarme nada, me dijo que cambiara mi alimentación. Que si en vez de comer una ensalada de tomate, que era lo que había cenado el día anterior, me comía una chistorra, que llevo años sin probar, era lógico que me doliera la rodilla. Ves a una persona ancha y da igual la cantidad de músculo que tenga. Le dije que ni era obesa ni tenía problemas de salud".

"El IMC tiene limitaciones. Un caso típico es el de los deportistas: tienen mucha masa muscular, por tanto tienen un IMC alto", dice Mario Fontán, médico especialista en salud pública. "Aunque no sea del todo preciso, se usa porque es un dato fácil. Y muestra que la tendencia al sobrepeso va en aumento. Constituye un problema de salud pública importante con una larguísima cadena de factores que influyen. Cualquiera que piense que se deba a malas decisiones personales, es, con la evidencia científica que existe, un ignorante".

La salud pública —la disciplina encargada de asesorar durante la pandemia y que estudia problemas como los efectos de las casas de apuestas o la contaminación ambiental— es "muy política, porque va a los determinantes primeros de casi todo", continúa Fontán. De ahí que este experto insista en los llamados "determinantes sociales de la salud".

"La clase, el género, la raza. Si tienes un trabajo precario, cargas familiares o vives en un entorno sin tiendas de comida, vas a tomar una serie de decisiones sobre tu alimentación", incide. "Mi experiencia es que la profesión médica juzga ciertos comportamientos desde un punto de vista individual. La persona que fuma es porque lo decide activamente, como la que bebe, que si tiene cirrosis es por su culpa. Con la obesidad se peca de lo mismo: el que tiene exceso de peso es porque no ha tomado decisiones acordes al ideal de salud".

El tabaco ha empeorado su imagen, pero el alcohol sigue siendo una droga aceptada, celebrada y promocionada. "Su consumo también aumenta el riesgo. Pero el sobrepeso, al ser tan visible, genera más prejuicios", continúa.

Además del sesgo al que no escapan muchos médicos, Fontán pone el acento en sus condiciones de trabajo. "Si atiendes a 70 personas en una tarde, es complicado abordar el sobrepeso de forma integral. Lo que tienen más a mano es el IMC y las dietas fotocopiadas. Por eso puede haber situaciones que generen rechazo".

"En Reino Unido han presentado un interesantísimo mapa de la obesidad en el que se observa que hay cientos de variables que afectan al peso, desde el nivel educativo al estado psicológico pasando por factores genéticos o si tomas medicación", añade Robles. "Los nutricionistas lo usamos mucho para cuando te dicen que esto es fácil y que si comes menos adelgazas".

"No somos bellos y no pasa nada"

Cada vez son más quienes se rebelan contra la gordofobia —la médica y la del resto de ámbitos, con especial foco en la familia— en público.

Vázquez, de El Podcast Gordo, cuenta que en el año y medio que llevan activas han notado cómo el movimiento "se hace más visible y más punky".

"Lees cosas como la de Davinia y su mordedura y o te lo tomas a risa o te enfadas", explica. "Lo más absurdo que me ha pasado ha sido ir a por medicamentos para la regla y que me dijeran que para esos dolores viene bien el deporte. Eché la bronca al farmacéutico y hablé con su jefe. La gordofobia médica es un tema amplio".

Este año, por primera vez, un colectivo de activistas ha reivindicado que el Día Mundial Contra la Obesidad se convierta en el Día Mundial contra la Gordofobia. En España han firmado su manifiesto 200 personas. Recuerdan que "hay personas gordas que gozan de salud y pueden enfermar, como hay personas delgadas que gozan de salud y también pueden enfermar".

Tras años de 'body positive', el discurso ha cambiado. "Ese movimiento no reconoce que el hecho de que tener chichas te cause complejo no es equiparable a pagar más dinero en un avión o que te nieguen un seguro médico por estar gordo", dice Vázquez. "El 'body positive' es un: todos los cuerpos son bellos. Y este activismo, que inicialmente hacen mujeres negras y LGTBI, es: no somos bellos y no pasa nada".

Campaña 'body positive' de Dove. Dove

Bajo este enfoque nació el concepto HAES —'Health At Every Size', o salud en todas las tallas—, que huye de la llamada "cultura de las dietas".

La nutricionista Raquel Lobatón es una de sus principales abanderadas en habla hispana.

"La cultura de las dietas asume que hay cuerpos mejores que otros y que todos podemos manipular su tamaño a nuestro gusto, lo cual es mentira", dice a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. "Y el HAES es una corriente que surge en los 80 en países anglosajones por colectivos de mujeres gordas que reclaman su derecho a tener el mismo trato que el resto. Cada vez nos adherimos más profesionales de la salud. Decimos que se puede mejorar la salud sin necesidad de perder peso: si te mueves más, comes mejor (y comer mejor no es comer menos), dejas de fumar, de recibir discriminación... Mejorará. La diversidad corporal es parte de la naturaleza humana y la salud va mucho más allá del peso".

Dentro de la comunidad HAES y del colectivo de activistas contra la gordofobia hay una frase que chirría con fuerza: el famoso "es por tu salud". En uno de sus episodios, las autoras de El Podcast Gordo reaccionan así a ella.

"Nos preocupa tu salud. Pues empieza a meterte con todo el mundo que no se cuide la salud, que no beba agua, que no se ponga factor 50, que beba alcohol todos los fines de semana, que se meta drogas… empieza, ¿eh? Adalid de la salud de los cojones. Vamos a analizar todos tus hábitos no saludables. Es que ya vale".