Dulce Adriá confiaba ciegamente en su ginecólogo privado, pero la pandemia la privó de las citas de seguimiento y la preocupación la llevó a informarse por su cuenta, para estar preparada durante su embarazo y de cara al parto. "Cuando volví a la consulta y empecé a preguntar, ese mismo ginecólogo me infantilizaba. Y en cuanto le dije que quería otro hospital, todo cambió". Adriá, residente en Valencia, descubrió el gran vacío de información que se ofrece durante esta etapa tan importante y compleja para la mujer. "No te hablan sobre cómo controlar el dolor o de las opciones que existen, que puedes elegir". Ella tomó las riendas, evitó "protocolos que no pueden ser iguales para todas igual" y descubrió que era posible prepararse para el parto de una forma activa. Y su experiencia fue "estupenda". "Parí en el hospital en 30 minutos, tras pasar la dilatación en casa, sin problemas".

Para Sandra Gallego, extremeña asentada en Galicia, la experiencia fue, sin embargo, muy traumática. Cuenta con detalles técnicos su "relato de parto". Su narración es de una precisión asombrosa, repleta de información técnica. "Soy bióloga, mi mente es científica", puntualiza. Y aún así, lo que más llama la atención es la sobrecogedora emoción de su voz. "Practicar una cirugía sin anestesia suficiente es tortura", afirma, refiriéndose a su segundo parto. "Yo he sido víctima de un protocolo violento, he tenido que pagarme una terapia durante mucho tiempo para poder dejar de revivir el bisturí cortando mi carne".

La violencia obstétrica que denuncia Gallego se repite a largo de todo el embarazo y parto, desde que se niega "a una inducción" en la semana 37 (por protocolo de diabetes gestacional). Describe una sucesión de amenazas, horas de aislamiento, anestesias intermitentes, menosprecio del personal sanitario, falta de información, insultos y concatenamiento de malas prácticas. "Estaban tomando represalias contra nosotros por no aceptar sus condiciones desde el principio y pedir explicaciones a lo que querían hacerme", asevera. "Se referían a mí como ‘la chica que lleva tres semanas rechazando la inducción’, incluso me amenazaron con solicitar una orden judicial contra mí para obligarme a hacerme una cesárea".

La extremeña Sandra Gallego en su etapa final de embarazo. CEDIDA

Sandra Gallego ha acudido a los tribunales y está en pleno proceso. "Lo que quiero es que no se lo hagan a más gente, porque no puede ser que las mujeres embarazadas seamos sólo números y protocolos".

"No ser escuchadas"

Los relatos de parto varían porque son únicos, pero las quejas y las malas experiencias se repiten por todo el panorama nacional: no ser escuchadas, no ser informadas, malas prácticas, protocolos impuestos y mucho sufrimiento que se podría haber evitado.

"A mí me hicieron una inducción por protocolo, no por motivos médicos y una cesárea, igual. Yo no quería ninguna de las dos", en este caso la experiencia es de Isabel Ruiz. "Y después de eso, sin dedicar un segundo a saber porqué la pequeña lloraba, la solución era darle un biberón sin motivo alguno y sin mi permiso".

"Nadie te prepara ni te explica claramente que va a ser una experiencia a nivel emocional tan fuerte. Es un proceso salvaje, en el que hay mucha sangre, es tu cuerpo el que manda y hay momentos tensos. Y eso entra dentro de lo normal, pero no lo explican con claridad ni naturalidad", así lo describe, Laura Avellanada, madre de dos, con experiencias totalmente diferentes. "En el segundo ya sabía y todo fue diferente".

La matrona, la figura central

Las matronas son las profesionales sanitarias mejor formadas para acompañar y atender a la mujer durante el parto y el nacimiento. El cambio ante la atención tradicional pasa por otorgarle a esta figura un papel central, para que dirija como un director de orquesta al resto de equipo médico en los momentos en los que sea necesario. "Las mujeres han de saber que tienen derecho a tomar decisiones sobre cómo quieren que sea su parto, a cuestionar cosas, y que deben ser respetadas". Dulce Adriá descubrió cómo hacerlo, en parte, gracias al colectivo El parto es nuestro, formado por unas 720 socias.

"A las mujeres nos han robado ese momento: el de vivir el nacimiento de nuestro hijo y nuestro nacimiento como madres; y el de hacerlo sin miedo", así lo explica su presidenta, Susana Fernández, quien asegura que la medicalización del proceso y este tipo de abordaje es generalizada en Europa. Es parte de una cultura que, poco a poco, se va superando. "La sociedad no es consciente de todo esto. Tenemos asumido que el embarazo o el parto es un proceso angustiante y malo. Y es ese mismo miedo es el que puede hacer a la mujer perder el control. Asumimos demasiado porque, al final, lo bueno es acabar sanos los dos, (el recién nacido y la madre) y ya".

Detalla que, para cambiar esta realidad, hay que partir de que no es un problema médico, sino natural que se ha medicalizado.

El camino por transformar esta realidad radica en "exigir que haya transparencia y más información a la mujer", asegura, además de formación actualizada del personal sanitario, que se publiquen los indicadores de calidad de los hospitales y se ponga el foco en cómo funcionan los paritorios. "Yo no soy médico, ni quiero serlo. Lo que quiero es que ese personal sanitario que tiene la capacidad para informarme, lo haga. Y entonces yo tomo las riendas de lo que está pasando", explica Fernández, quien concluye: "Los testimonios que nos llegan son constataciones sobre violencia obstétrica, historias desgarradoras que marcan de por vida".

Hospitales de referencia

En cualquier caso, la realidad está cambiando y hay muchos aliados en la profesión sanitaria hacia un parto más natural. De hecho, en muchas ciudades existen hospitales de referencia que son conocidos y reconocidos por las parturientas. "Hay bastantes mujeres embarazadas en Madrid que no son de nuestra área sanitaria y que eligen nuestro hospital para dar a luz a sus bebés. Esta circunstancia nos enorgullece y estimula para seguir trabajando en la misma línea". Quien habla es la jefa del Servicio de Ginecología y Obstetricia, la doctora Rosario Noguero del Hospital Rey Juan Carlos (Móstoles). "El motivo es por nuestra forma de entender el parto, poco medicalizado y con un bajo porcentaje de cesáreas y parto instrumental", añade y apunta que las matronas "tienen un protagonismo especial en que seamos servicio de referencia".

María Campos Piñeiro es una de esas matronas de paritorio del centro. "En los últimos años las mujeres están cada vez más informadas sobre el proceso de embarazo y parto, por tanto, la atención está más centrada en la mujer, ofreciendo información basada en la evidencia y respetando la toma de decisiones". Según detalla, durante el parto, la comunicación entre la matrona y la mujer es continua y resulta útil y necesario saber cómo es el plan de parto. "Trabajamos centrando nuestros cuidados en las necesidades de cada mujer, para ello el equipo se mantiene en constante actualización repasando las últimas evidencias para poder ofrecer la mejor atención", añade.

En cuanto a la violencia obstétrica, mientras que Campos explica que "es necesario que exista debate para que se pueda visibilizar, ya que durante años se ha negado su existencia", para Rosario Noguero es un término que se encuentra fuera de contexto. "No creo que sea necesario entrar en ese debate", asevera.