Doce de la noche en el barrio valenciano del CabanyalMarian Marín está sentada en la cama con sus mascotas mientras ve como todo flota a su alrededor y uno de sus perros le ladra a un bote de vicks vaporub. "En ese momento no sabía ya qué hacer, al principio achicaba agua pero conforme salía entraba, así que me subí a la cama y esperé", cuenta. Recuerda pasar miedo y sentirse angustiada, pero sobre todo "muy impotente". 

Aunque puso un tope de madera en su puerta, la ventana antigua de al lado no soportó la presión del agua y comenzó a entrar pese a los cartones que había colocado. Luego llegó un momento en que la lluvia superó el tope. Cuando a las dos de la mañana paró de diluviar y con media casa empapada comenzó a sacar cubos. 

Muchos vecinos de Marítim dicen que están relativamente acostumbrados a estas inundaciones cada pocos años. Aunque pocas veces como esta. Por eso, muchos de ellos ya cuentan con maderas que puedan evitar la llegada del agua. Pero no fue esa la única técnica utilizada ante la inundación. La intensidad de la lluvia sorprendió y hubo que poner casi cualquier cosa para evitar que el agua se metiera hasta el interior de las casas. 

María José Puig usó madera, pero de unos muebles antiguos de su mercería para evitar el paso del agua. Cuando se le pregunta si se ha inundado su local varias veces, suspira y le pregunta a su hermana, que también suspira. "Pues unas cinco o seis en diecisiete años puede ser", cuenta. El altillo de la tienda salvó las telas más caras del agua.

Otras telas viejas que ya se habían mojado con las primeras lluvias fueron las que sirvieron a las dueñas de la mercería para colocar también en la puerta, junto a la madera. En los momentos de más intensidad lo único que podían hacer las hermanas era "tomarnos un café" y esperar. No tenía sentido achicar el agua en plena inundación.  

En otros casos, como el del restaurante Casa Montaña, tuvieron que usar incluso sacos con arena de gato para evitar el paso del agua. Como explica su dueño "el local tiene dos rampas de bajada en cada una de las entradas, así que cada vez que hay un fenómeno de este tipo es muy fácil que acabe inundándose". 

Ayuda de las vecinas

Para Marian la ayuda de sus vecinas que viven en pisos fue vital, primero para poner una valla que cortara la calle y luego porque "se compadecieron de mí y me ayudaron en todo lo que necesitaba", cuenta. 

Pasados los momentos de angustia y "en los que sientes que no puedes hacer nada", critica que el asfaltado de las calles propicia que cada vez que llueva ocurran estas inundaciones, sobre todo en casas como las de ella que están al nivel de la calle y sin a penas altura

Ni maderas, ni cartón, ni sacos de arena de gato, ni telas pudieron evitar que, en el mejor de los casos, el agua se colara hasta el interior de las casas. Las vecinas del barrio pasaron una noche sacando el agua de sus casas con cubos y la mañana siguiente limpiando y calculando los desperfectos que ha costado el temporal