Tras el nacimiento de su primera hija, Laura Baena, fundadora del Club Malasmadres, pensaba que dejar de trabajar para centrarse en su maternidad era una decisión que tomaba libremente. Hoy, diez años después, sabe que no es así, y que la maternidad sigue siendo "el gran techo de cristal de las mujeres".

"Nos han engañado. El mensaje de que llegarás donde quieras, y serás lo que quieras ser es un espejismo que nos hemos creído hasta que llega la maternidad, que es el gran techo de cristal que nos hace tener que elegir", reflexiona Baena en una entrevista con Efe con motivo de la presentación del libro 'Yo no renuncio', publicado por Lunwerg.

Una elección, la que millones de mujeres hacen entre trabajo y maternidad, que no es libre. "Yo lo intenté. Estuve dos años intentando conciliar dentro de la empresa y me di cuenta de que no podía tener unos horarios infernales y a la vez estar presente como madre si no delegaba esos cuidados". Y allí comenzó su historia de renuncia y al mismo tiempo su lucha por que ninguna mujer tuviera que volver a renunciar cuando es madre.

Una lucha complicada en España, uno de los países europeos con las jornadas laborales más largas, y donde las mujeres que consiguen "malconciliar" lo hacen a base de reducciones de jornadas, excedencias y aceptando situaciones laborales "indignantes".

"¿Por qué tengo que cobrar menos por estar haciendo un trabajo que es un bien social como es tener hijos, con una reducción de jornada o una excedencia?", se pregunta.

Pero lo cierto -lamenta- es que las mujeres tienen que aceptar "frenar" su carrera y renunciar a sus aspiraciones profesionales en la treintena porque el sistema laboral "sólo prima la productividad".

Para cambiar esta realidad, Baena cree que hay que hacer entender a gobiernos y empresas que "esto no va de parches", sino que es necesario un cambio de modelo laboral y social profundo, desde las estructuras hasta las relaciones laborales "que se han sostenido generación tras generación en una hegemonía masculina que cae sobre su propio peso porque si no hay madres y no hay hijos, no hay futuro".

Reconoce las dificultades, ya que hasta ahora la conciliación y los cuidados le han salido gratis al Estado y así se ha puesto de manifiesto durante la pandemia, cuando las madres "hemos sacado adelante la situación" con los colegios cerrados y trabajando y sin ninguna ayuda.

Pero urge a "romper de una vez el silencio" y a unir la fuerza de todas las mujeres. "Y dejar de callarnos para que no se nos juzgue como malas madres, por miedo a que nos pongan la 'M' de madres en nuestras empresas y ser la próxima en recibir la carta de despido o en sufrir las situaciones de discriminación y mobbing maternal que vemos a diario".

Esta creativa publicitaria y comunicadora se muestra convencida de que esta generación va a ser la generadora del cambio. "Somos la generación puente que vamos a dejar puestas las piezas fundamentales para que nuestras hijas lo vean y lo puedan ir haciendo realidad".

Pero, advierte, el momento es fundamental. "No podemos callarnos porque a nosotras nos engañaron, nos dijeron que podíamos salir al mercado laboral, pero resulta que los hombres no han entrado de igual manera en el hogar".

Y a ellos les pide que "dejen sus privilegios a un lado" y que hagan equipo con las mujeres porque son también parte de este cambio.

Y aunque cree que la conciliación a día de hoy es "un cuento chino", se niega a considerarlo una utopía, porque eso implicaría dar por hecho que no tiene solución y sí que la tiene. "Hay que poner a trabajar a todos los agentes sociales con un mismo foco, que es reconocer social y económicamente la maternidad y, a partir de ahí, empezar a poner las estructuras que cambien esta realidad social y parar la renuncia de las mujeres cuando llega la maternidad".

Valora medidas como el Plan Corresponsables, pero critica su escasa financiación, que hace que llegue a muy pocas familias y pide no desviar el foco hacia cuestiones como lo apropiado o no de las jornadas continuas en los colegios.

"No vinculemos la conciliación de las madres con las horas que pasan los niños en los colegios. Conciliar no es alargar los horarios escolares, sino cambiar el modelo laboral y entender el bien social que dan las madres a esta sociedad sin futuro", defiende.