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Postureo político

Postureopolítico

Los grandes asuntos de debate político ya no se discuten en su esencialidad, ya no son estructurales, presenciales, sino anecdóticos o posturales. ¿Ejemplos? Sin ir más lejos, dos: La Corona y la ley de interrupción del embarazo.

El aborto no se cuestiona en su legalidad, sino en su reglamento. La monarquía tampoco se debate en su existencia, en su origen o fondo, sino en su representación, formas y maneras.

Así, la lucha en el Congreso de los Diputados sobre el primero de estos dos temas se está centrando en si es pertinente o no que las jóvenes españolas puedan decidir abortar a partir de los dieciséis años, sin condición ni cortapisa alguna. Una cuestión formal pero que, al rebajar la mayoría de edad y suprimir el consentimiento paterno ha despertado las iras de la Iglesia y de la derecha, incluso moderada. Allá donde no había problema se ha creado uno, que, me temo, va a beneficiar a Vox. ¿Por qué? Sencillamente porque está movilizando en sus creencias religiosas y morales a una parte de la población que se considera atacada en las mismas. Esa resistencia crítica puede evolucionar de la forma al fondo para exigir, cuando haya turno de gobierno, que PP y Vox anulen la permisiva ley de Unidas Podemos y se torne a prohibir a las españolas de dieciséis años abortar sin autorización familiar. ¿Y que hay del padre de la criatura? Nadie, ni antes ni ahora ni después le va a preguntar absolutamente nada. Exactamente como si esas vidas nonatas hubiesen sido concebidas por el Espíritu Santo…

En cuanto a la poco espiritual monarquía española, cada vez se cuestiona menos su continuidad. El debate se centra en si vuelve o no el rey emérito, en si verá o no a su hijo, en si volverá o no a Abu Dabi…

La izquierda a la izquierda del PSOE tendría desde el Gobierno una magnífica oportunidad para corregir el sistema neocapitalista en que estamos inmersos; para regular la banca, la industria pesada y armamentística; para expulsar a los americanos de territorio español; para combatir a favor de los saharauis... Pero, en lugar de sus viejas banderas, agita irritantes banderines de colorines que tan solo ocultan momentáneamente la negrura de la realidad.

Votos, insisto, para Vox.

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