Julio ha sido "extremadamente cálido" en España. El mes alcanzó la temperatura media más alta del país desde que se tienen registros, es decir, desde 1961. También fue un mes muy seco: las precipitaciones no llegaron a alcanzar la mitad del valor normal, lo que ha provocado sequías alarmantes para nuestro país. Y estas, a su vez, han obligado a aplicar en varios puntos de España cortes de agua. Porque, por primera vez en el milenio, las reservas hídricas están por debajo del 40%.

Greenpeace recuerda además que por debajo del 5-10% el agua almacenada en un embalse no es utilizable o extraíble. "Nos enfrentamos a severos problemas de suministro de agua, y a un riesgo extremo para los ecosistemas y la biodiversidad acuática. Además de un parón en la actividad económica, ya que el agua es imprescindible para cualquier actividad", aseguran de la plataforma.

Los últimos datos del Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) muestran que la reserva hídrica española está al 39,2 por ciento de su capacidad total. Es el peor dato en dos décadas. Los embalses almacenan actualmente 21.730 hectómetros cúbicos (hm³) de agua, un 1,3 por ciento menos que hace solo una semana; 4.559 hm³ menos que hace un año.

Cada hectómetro cúbico son mil millones de litros, que equivale al consumo anual de una población de 15.000 personas, según la Comunidad de Regantes del Valle Inferior del Guadalquivir. Eso, multiplicado por 4.559, ayuda a ver la magnitud de la pérdida. La evaporación por las altas temperaturas, el aumento del regadío y del consumo propio de la temporada estival no ayudan a que las previsiones sean optimistas.

Sin duchas en las playas

El dato ofrecido por MITECO es el peor desde 1995. Aquel verano, ocho millones de personas sufrieron restricciones del agua; 12 millones si contamos desde 1991, cuando empezaron las sequías. Fue un desastre para muchos agricultores, que veían cómo sus cultivos se reducían en tiempo récord.

El embalse de la Viñuela, a 8 de agosto de 2022. EP

Es verdad que la situación ahora no es igual para todas las comunidades autónomas. Pero, en aquellas en las que están más apuradas, muchos municipios, como en aquellos años, ya han optado por poner restricciones al consumo del agua.

Una de las más perjudicadas es Galicia. El presidente de la Confederación Hidrográfica el Miño-Sil (CHMS) ha alertado de que "estamos ante el año hidrológico más seco de la serie histórica". Entre las medidas para hacer un uso responsable del agua, ha pedido que se evite el baldeo de calles, el riego de jardines y campos de deportes, la eliminación de fuentes e, incluso, que se valore la necesidad de llevar a cabo restricciones horarias del agua.

Desde el lunes 8 de agosto, en el municipio ourensano de Ribadavia solo sale agua del grifo cuatro horas y media al día: entre la una y las tres de la tarde, y desde las ocho y media hasta las once de la noche. En Pontevedra, el gobierno municipal de Nigrán ha optado por cerrar el grifo de las duchas y lavapiés de las playas. Tres semanas antes lo habían hecho en Baiona.

También en Bizkaia, la alcaldía de Ibarrangelu ha decidido cerrar las duchas de las playas de Laida y Laga, lo mismo que en playa de Laredo (Cantabria). Ni siquiera el norte de España se libra de los estragos de la falta de lluvia.

En Cataluña, la Generalitat ha limitado el consumo de agua a 200 litros por persona al día en hasta 150 municipios. Las Cuencas internas están al 42,1%. Fue sonado el caso de Solsona, donde han tenido que suministrar agua con cisternas a uno de los depósitos de la red municipal.

Preocupación por las cosechas

En Málaga, el embalse de La Viñuela cerrará el mes de agosto al 11% y bajo el umbral de los embalses muertos. Esa es la razón por la que desde el pasado 1 agosto, en el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria y el de Vélez-Málaga,  las duchas de las playas del litoral del municipio permanecen cerradas. En la Sierra de Huelva tienen a 10 localidades con cortes de agua más de un mes. Por no haber, no hay ni higos. Las cosechas se resienten por culpa de las sequías.

También la sequía en la cuenca alta del Tajo, cabecera desde la que parte el trasvase Tajo-Segura, preocupa al campo alicantino. De momento tienen agua almacenada, pero si en el futuro hay escasez no podrán plantar la cosecha de hortalizas de primavera y verano. 

Lucha contra los abusos

En Extremadura, la presa de la que se abastecen los más de 20.000 habitantes de la comarca de Tentudía se encontraba la semana del 4 de agosto a solo un 16,6% de su capacidad. Con solo 0,8 hectómetros cúbicos en la semana del 4 de agosto, y teniendo en cuenta que en verano la población aumenta, podrían pasar a Fase III, que llevaría aparejada la restricción de suministro de agua potable a la población.

Tampoco lo tienen fácil los vecinos de Tábara, en la provincia de Zamora. Tras detectar abusos y usos indebidos del agua suministrada por la red general de abastecimiento, el ayuntamiento ha optado por hacer "cortes de agua a diferentes horas del día y sin previo aviso, en función de la situación de los depósitos, para poder garantizar el abastecimiento de agua potable para el consumo humano e higiene personal". 

Piscina de Tábara con el depósito de agua al fondo. C. S.

Enrique Cabrera, catedrático emérito de la Universitat Politècnica de València, cree que, si bien la situación depende de la comunidad autónoma, en general es "bastante peligrosa". En opinión de este experto en hidráulica urbana, lo que se debería hacer es gestionar mejor el agua. "Y para eso hay que adecuar la administración y las infraestructuras, para que no se pierda ni una gota por el camino", afirma en conversación con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, medio del grupo Prensa Ibérica al que también pertenece este diario.

Señala que "España tiene que cambiar el chip en cuanto a la gestión del agua". A principios del siglo XX, la administración se concibió para hacer embalses, trasvases y grandes obras, que es lo que en aquel momento se necesitaba. Se crearon los primeros ministerios ligados al agua con el nombre de obras públicas. Toda una declaración de intenciones.

"Pero hoy en día lo que necesitamos es una administración que haga una buena gestión y mantener o renovar las estructuras que están hechas, no hacer más", asegura Cabrera, que critica que algunas comunidades autónomas hayan suprimido el canon de saneamiento del agua. Sin dinero, seguirá habiendo fugas y, por tanto, cortes de agua.

Un problema que seguirá

El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) señala que hay más de 9 millones de hectáreas en España que están catalogadas como zonas con un riesgo alto o muy alto de desertificación, principalmente en el tercio sur y los dos archipiélagos.

Entre las causas, apuntan a la sobreexplotación de acuíferos y el crecimiento insostenible del regadío; el abandono de la tierra y la degradación del suelo, que afecta a su fertilidad y su capacidad para mantener la humedad; y los periodos extremos de sequías.

Nivel este miércoles del pantano de Vadiello, principal fuente de suministro de agua de Huesca, que se encuentra al 28 por ciento. La sequía fuerza a autonomías y municipios a restringir el consumo de agua. EFE

"Varios estudios científicos prevén una reducción de las precipitaciones, especialmente en las cuencas atlánticas, la del Guadalquivir y el sur peninsular, unido a un aumento constante de temperaturas medias de hasta 2 grados más para el año 2040. Sin embargo, pese a la extrema vulnerabilidad frente a la sequía y del riesgo de desertificación, España ha apostado por un modelo de gestión ‘suicida’ que prioriza el agua para los cultivos de regadío intensivo e industrializados. El regadío se bebe el 80% de este recurso de nuestras cuencas, sin contar con el agua que se consume de forma ilegal", afirman.

Para frenar este problema, el Fondo Mundial para la Naturaleza propone adaptar las demandas a los recursos hídricos realmente disponibles e impulsar una Ley de Protección de los Suelos. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ya ha sometido a información pública el borrador de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación con el fin de identificar las áreas de riesgo de desertificación y las medidas prioritarias para luchar contra ella.