La Guerra de África

El 4 de febrero de 1860 se libró la Batalla de Tetuán, uno de los enfrentamientos más importantes de la Guerra de África entre España y Marruecos

Escena de la Guerra de África

Escena de la Guerra de África / SERGIO Martínez Gil HISTORIADOR Y CO-DIRECTOR DE HISTORIA DE ARAGÓN

Sergio Martínez Gil

Sergio Martínez Gil

A mediados del siglo XIX, los gobiernos españoles y en especial los de Leopoldo O’Donnell y su partido, la Unión Liberal, buscaron que España saliera del aislacionismo en el que se había sumido a nivel internacional desde hacía varias décadas, sobre todo desde el fin de la Guerra de la Independencia y el posterior proceso de independencia de la mayor parte de sus dominios americanos. Se buscó con diferentes aventuras armadas aumentar el prestigio internacional del país como potencia, una mayor cohesión nacional, así como la típica estrategia de buscar un enemigo exterior que distrajera las ya habituales disputas de la política interna.

En esos años se desarrolló el dominio español en Guinea Ecuatorial, España se alió con Francia para emprender una guerra en parte del actual Vietnam, se reanexionó durante un breve periodo de tiempo la República Dominicana y también se realizaron expediciones militares en México, Perú y Chile. Pero uno de los conflictos que más marcarían el posterior devenir del país fue la Guerra de África. Y es que, tras las pérdidas territoriales en América, España, o mejor dicho, sus élites gobernantes, querían recuperar ese estatus de potencia influyente que se había perdido, y uno de los lugares donde más se puso el foco fue precisamente en la región norteafricana del Magreb donde ya tenía posesiones desde hacía siglos, como Ceuta y Melilla.

Estas ciudades llevaban sufriendo ataques de grupos marroquíes desde al menos 1840, y más tarde, en 1859, el gobierno español estaba impulsando una serie de obras para fortificar las posiciones defensivas de Ceuta. Pero mientras se realizaban esas obras, en el mes de agosto un grupo de rifeños atacó a un destacamento español que brindaba protección a las nuevas fortificaciones. El por entonces presidente del consejo de ministros, Leopoldo O’Donnell, exigió a Mohámmed IV, sultán de Marruecos, que actuara en consonancia y castigara a los agresores, cosa que no sucedió.

Así pues, el gobierno español en nombre de la reina Isabel II de España declaró la guerra a Marruecos, iniciándose esa Guerra de África (1859-1860). Uno de los enfrentamientos más importantes del conflicto fue la mencionada Batalla de Tetuán, acaecida un 4 de febrero de 1860. El objetivo de la campaña que motivó dicha batalla era un avance del ejército español para tomar las importantes ciudades de Tetuán y Tánger, avanzando con el grueso del ejército que constaba de más de 30.000 efectivos y el apoyo de un importante tren de artillería, un factor este último que fue vital para el desarrollo de la batalla y la victoria española, haciendo que el desbaratado ejército marroquí se refugiara en el interior de Tetuán hasta que la ciudad se rindió dos días después, el 6 de febrero de 1860.

El comandante del ejército español era el propio Leopoldo O’Donnell, quien tras la victoria en Tetuán consiguió a las pocas semanas volver a vencer a las tropas marroquíes en la Batalla de Wad-Ras el 23 de marzo, siendo en este caso una victoria decisiva que provocó que Marruecos pidiera la paz a España. Con la paz obtenida, el gobierno español consiguió un gran prestigio a nivel popular, además de conseguir cierta ampliación territorial para asegurar las plazas de Ceuta y Melilla, obtener el reconocimiento de la soberanía española sobre las islas Chafarinas, así como la posesión de Sidi Ifni para establecer una factoría pesquera. A su regreso victorioso a España, O’Donnell acampó con el ejército al norte de Madrid en lo que por entonces era un descampado, esperando que se organizara un desfile triunfal por las calles de la capital que, finalmente, nunca se produjo. Sin embargo, el campamento militar temporal que se formó empezó a convertirse con el paso del tiempo en permanente, estableciéndose a su alrededor numerosos comerciantes para dar servicio a los militares allí asentados y dando origen a un nuevo barrio madrileño que se empezó a conocer como Tetuán de las Victorias, origen del actual distrito de Tetuán. Como último apunte curioso, en esa Guerra de África se capturaron una serie de cañones marroquíes como trofeos de guerra que, más tarde, serían fundidos en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla para darle el material suficiente al escultor aragonés Ponciano Ponzano con el que crear los actuales leones que, todavía hoy, presiden la escalinata principal del Congreso de los Diputados.

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