CONTRACORRIENTE

Ana Rojo de la Vega: «El aprendizaje debe ser una experiencia divertida»

ANA ROJO DE LA VEGA, PSICOPEDAGOGA, EN EL PERIODICO DE ARAGON

ANA ROJO DE LA VEGA, PSICOPEDAGOGA, EN EL PERIODICO DE ARAGON / MIGUEL ANGEL GRACIA

Profesora de Educación Infantil en las Escuelas Pías de Zaragoza y Psicopedagoga. Publica 'Neuroeducación en el aula y en casa', un libro que presentará el 9 de marzo en el que defiende un nuevo modelo de abordar la enseñanza y el aprendizaje.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de Neuroeducación y para qué sirve?

Es una nueva disciplina que nos enseña cómo funciona el cerebro para aplicar ese conocimiento al proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos permite conocer el funcionamiento del cerebro, cómo se produce en él el aprendizaje y canalizarlo.

¿Y cómo se pone en práctica?

Se trata de plantear al alumno actividades adecuadas a su desarrollo cerebral y no pedirle más de lo que puede hacer; por ejemplo, la neurociencia nos dice que realmente el cerebro está preparado para aprender a leer y escribir a partir de los 6 años, y en muchos colegios se empieza antes.

¿Hay que cambiar los modelos educativos, pues?

Hay que cambiar el modelo de aula tan estática, tan sentados, para pasar a otra más dinámica, desde donde se introduzcan juegos educativos y en la que los niños puedan jugar, manipular, descubrir, que es lo que necesita el cerebro, estimulación.

Es decir, que el niño se sienta motivado a aprender. ¿En eso fallaba el sistema tradicional?

Fallaba en que hay que introducir más momentos en los que los alumnos puedan aprender por ellos mismos a través de la experimentación. Para ello el profesor tiene que involucrarse y fomentar en los chicos la curiosidad de aprender sobre el tema que vaya a tratar en clase, hacerlo apetecible. Por ejemplo, si vas a hablar de arte, puedes preparar en clase pinceles, pinturas, cuadros de un autor y seguro que al entrar en clase van a decir ‘vaya sorpresa, ¿a ver qué vamos a aprender hoy’?

Vamos, que se busca convertir la enseñanza en algo entretenido, ameno e incluso si me apura, por lo que cuenta, hasta divertido

El aprendizaje no solo puede llegar a ser algo divertido, sino que debe ser una experiencia divertida. Por eso hay que incentivar la motivación, pues se puede aprender disfrutando, sin duda. Por ejemplo, cuando los chicos saben escribir, en algunos colegios hemos creado un buzón de la amistad, en el que se mandan cartas entre ellos, se cuentan sus cosas y eso les motiva mucho y les ayuda a escribir.

Estamos hablando de un sistema educativo en general, pero cada niño es distinto. ¿Eso se tiene en cuenta?

Sí, cada cerebro aprende de manera distinta. A nivel del aula se pueden proponer actividades con distintos niveles de actividad y dificultad, para ver dónde se encuentra cada alumno y adaptarse a los distintos ritmos de aprendizaje.

Su libro habla de Neuroeducación en el aula pero también en casa. ¿Cómo se pone en práctica en el ámbito familiar?

En el libro proponemos una serie de actividades para hacer en casa, encaminadas a trabajar con todos los sentidos del niño y entender el entorno. Lo esencial, tanto en el colegio como en casa, es saber lo que requiere cada etapa cerebral y, por ejemplo, en casa, no comprar juguetes no acordes a la edad. Y sobre todo no comparar con primos, hermanos o vecinos, pues cada uno lleva su ritmo y no hay que presionar porque el niño se frustrará y perderá el interés. Tampoco es buena la sobreexcitación, hoy piano, mañana deporte... Tiene que haber una comunicación fluida entre los profesores y las familias y conseguir que el chico se encuentre cómodo y seguro en los dos ambientes.

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