Psicología

¿Es el perfeccionismo una virtud o un defecto?

El perfeccionista adaptativo presenta tolerancia a los imprevistos, pero el desadaptativo se frustra y se deprime

Las personas perfeccionistas tienden a frustrarse.

Las personas perfeccionistas tienden a frustrarse. / Shutterstock

Alba Prada Estévez

Te esfuerzas para intentar ser el mejor en tu trabajo, te pones objetivos claros y procuras cumplirlos a rajatabla. En casa quitas el tiempo de debajo de las piedras para tener todo impoluto y ordenado. Dices que lo necesitas para tu paz mental. Con tus hijos tratas de aplicar al pie de la letra todas las prácticas de crianza positiva para evitar, con todas tus fuerzas, recurrir al grito o al azote, que tanto usaban las anteriores generaciones. Y, por supuesto, te cuidas para mantenerte saludable y en forma.

Tu día a día está planificado de antemano porque tener unas rutinas y ser previsor es vital para que todo salga bien, pero eso sí, como haya un imprevisto que te obligue a reorganizar tu día... la señora frustración llama a tu puerta. ¿Te identificas? Eres entonces lo que se llama un ‘perfeccionista desadaptativo’. "Sufren, se preocupan y suelen deprimirse por insatisfacción con ellos mismos. Los mueve la idea de evitar el fracaso más que la de conseguir el éxito", explica la psicóloga clínica Nadia Peláez, que ejerce en Santiago.

"Los perfeccionistas desadaptativos sufren, se preocupan y suelen deprimirse por insatisfacción con ellos mismos. Los mueve la idea de evitar el fracaso más que la conseguir el éxito"

Pero también hay personas perfeccionistas con mayor tolerancia a los imprevistos, las llamadas ‘adaptativas’, que , al igual que los anteriores, "se manejan con altos niveles de exigencia" pero aunque no logren alcanzar sus metas "no se estresan ni se deprimen", aclara la psicóloga.

Perfeccionismo y salud

Los perfeccionistas desadaptativos, aquellas personas que cuando algo les sale mal, se flagelan, también se frustran con facilidad. Y es que la autoexigencia llevada al extremo "es patológica", aclara Nadia. "Las preocupaciones perfeccionistas son el aspecto más negativo e insano del perfeccionismo, el miedo a cometer errores, la autocrítica exagerada y la diferencia percibida entre los altos estándares y los logros son desadaptativas y tienen un impacto negativo en la salud física y mental de las personas. Pueden causar problemas como fatiga, trastornos de la conducta alimentaria, depresión y sintomatología obsesivo compulsiva, entre otros", indica la experta.

Parte positiva

Una persona perfeccionista tratará de hacer todo lo mejor posible y eso, siempre que se tenga tolerancia a la fustración, es una virtud. Y es que, evidentemente, ser perfeccionista no va a ser solo negativo. "El afán por conseguir las metas y la búsqueda de la excelencia cuando se controlan las preocupaciones perfeccionistas aumenta la eficiencia y se pueden alcanzar grandes logros", dice Peláez. Eso sí, aclara que las personas con este rasgo de personalidad no manejan demasiado bien las situaciones de estrés.

Una sociedad más exigente

Vivimos en una sociedad que impone unos estándares cada vez más elevados en todos los ámbitos de la vida. La exigencia está presente en el plano económico, laboral, estético o intelectual. El hecho de competir con otros para intentar destacar, al mismo tiempo que se lucha contra una voz interna que no para de exigir, lleva a la persona a un estado de ansiedad indefinido. "La sociedad posmoderna prioriza el ‘hacer’ por encima del ‘ser’ y esto fomenta la autoexigencia y el perfeccionismo", indica la psicóloga clínica, Nadia Peláez.

"La exposición constante a la presión del entorno, que promueve la excelencia con metas de logro cada vez más inalcanzables, les hace cada vez más vulnerables a estados anímicos negativos"», señala.

Niños perfeccionistas

Es curioso observar como ya muchos niños muestran rasgos perfeccionistas desde pequeños. Y es que sus padres son sus referentes y si ellos son autoexigentes los niños acaban adoptando los comportamientos que ven. "El desarrollo del perfeccionismo está relacionado con una interacción de factores temperamentales y de personalidad, así como con el aprendizaje en los estilos de crianza, el ambiente familiar y las primeras experiencias y vivencias", confirma la psicóloga. "Conocer el perfil perfeccionista desadaptativo en la infancia puede llevar a la detección precoz y eso evita las consecuencias negativas de su problemática en ambientes como la escuela o los deportes".

Aprender a tolerar la frustración para poner cortapisas al perfeccionismo más extremo

El perfeccionismo se vuelve en nuestra contra cuando es desadaptativo, pues en este caso las personas "tienen una interpretación de la realidad en base a creencias y pensamientos perfeccionistas distorsionados", indica la psicóloga Nadia Peláez. "Si una persona con tendencias perfeccionistas desadaptativas comete un error, va a tener pensamientos de más autoexigencia, de anticipación de los fracasos y autocrítica. Al fallar se desaprobará, se culpabilizará y se impondrá no volver a equivocarse, reforzando así la conducta perfeccionista", recuerda la psicóloga.

La persona con patrones rígidos perfeccionistas de comportamiento puede sufrir en muchas ocasiones por no alcanzar las metas que se autoexige. Para evitar que este perfeccionismo extremo afecte a la salud mental y/o física la solución, indica la experta, "es poner contrapesos a su tendencia trabajando sus distorsiones de pensamiento y flexibilizando su autoexigencia, planificando metas alcanzables y aprendiendo a tolerar la frustración", señala Nadia.

Y es que los psicólogos coinciden en que las personas perfeccionistas, para salvaguardar su salud mental, deben evitar planificar todo demasiado. Otro punto importante es priorizar y, tanto en el trabajo como en cualquier ámbito, dedicar menos tiempo a las tareas con menor importancia. Además son buenas las listas para tratar de localizar todo aquello que nos hace sentir mal y que viene derivado de esta conducta perfeccionista.

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