Entrevista
Silvia Intxaurrondo: "Cualquier fuerza política que vaya contra los derechos humanos no debe tener voz en un medio"
"La televisión pública tiene que competir porque la información honesta que hacemos tiene que llegar a todos los ciudadanos de este país"

Silvia Intxaurrondo, periodista y presentadora de televisión, durante la visita a las instalaciones de El Correo de Andalucía / M. Quesada / ECA
Isabel Morillo
Silvia Intxaurrondo (Baracaldo, Vizcaya, 1979) es codirectora y copresentadora de La Hora de la 1, en Televisión Española. Su novela Solas en el silencio (Harper Collins) es un debut literario con el que sueña desde que era niña. Periodista, licenciada por la Universidad de Navarra, y licenciada en Filología Árabe por la Autónoma de Madrid, empezó su trayectoria profesional en la SER y luego dio el salto a la televisión, en Cuatro o Telemadrid, hasta llegar a TVE, donde lidera el prime time de la mañana junto a Marc Sala.
Su novela es como su periodismo, no tiene concesiones al verso ni al ripio. Intxaurrondo no es de circunloquios ni de prosa superflua. De lenguaje directo y acerado es una historia que desde la primera línea se agarra al estómago y no te da tregua. Un relato de malos tratos y dolor, con un depredador sexual que tiene la complicidad en forma de silencio del pueblo y de mujeres que no se atreven a contar ni alzar la voz.
La entrevista tuvo lugar este lunes, en los estudios del Prado del Rey (Madrid), tras acabar su programa. Las fotos se hicieron en una visita de la periodista a la redacción de El Correo de Andalucía, en Sevilla. En 2023 recibió el Premio Ondas a la mejor presentadora pero esta novela ha sido, admite, un regalo que ansiaba desde hace 45 años.
Ha sido una sorpresa esta faceta como novelista. ¿Cuándo ha surgido?
Lo quise hacer siempre. Quise escribir toda la vida, desde que era pequeña. Escribía cuentos, escribía historias. Mis padres, mi abuelo materno, me llenaba la cabeza de historias. Por eso yo creo que el estilo de Solas en el silencio es muy oral también. Hay que contar historias de forma que entren por los oídos del lector, más que por los ojos. Lo quise hacer toda la vida. La oportunidad me ha llegado a los 45 años pero me ha llegado. Me formé para hacer periodismo impreso. Llegar a la radio y luego a la televisión ha sido un regalo, pero no era para lo que ya me había formado. Tuve que aprender ambos oficios.
Sopuerta, donde se desarrolla la novela, es el pueblo de su padre, de sus abuelos. ¿Por qué allí?
Sí, es el pueblo de mi padre, de mis abuelos paternos. Necesitaba un lugar que conociese muy bien y que además me permitiese introducir algunos elementos de incertidumbre desde el punto de vista del clima. Tenía que tener humedad, oscuridad, tenía que tener galerna, tenía que ser asfixiantemente frío. Sopuerta permitía todo eso. Y además permitía la superstición de las tradiciones de la zona. Eran tres elementos que a me combinaban muy bien para arrastrar al lector, hacer que perdiese el control de la historia y que no tuviese más remedio que quedarse a mi merced para ver lo que sucedía.
Ese clima cala hasta los huesos desde la primera hasta la última línea. Hay frases tan aceradas... "De todas las palizas que padeció, la primera fue la más cruel. La sorprendió en la noche de boda". Qué terrible la historia de malos tratos que entrelaza toda la novela.
¿Sabes por qué resulta tan terrible a los lectores? Porque es una historia que todo el mundo la conoce, al menos la gente más cercana. Y los que la conocen, miran para otro lado, incluso la tapan con el silencio. Por eso a medida que avanza la novela y vamos descubriendo la historia de la violencia que sufren las mujeres, se hace cada vez más asfixiante. No puede soportarlo. No puede pensar que voy a narrar la paliza a la novia en la noche de bodas y que nadie va a hacer nada. Al lector se le atraganta muchísimo ese silencio.
El silencio es el gran cómplice de todo lo que pasa en su novela.
Claro, es que el silencio de las personas buenas es lo que oculta los crímenes de la gente mala. Y en el caso de las protagonistas de Solas en el silencio es lo que ocurre. El silencio no tiene que venir de una persona mala o tener un interés. Simplemente es no me quiero meter en este lío. Para mí es más cómodo mirar hacia otro lado y cada uno tiene sus problemas en su casa y no me voy a meter yo en los de otra casa e intentar solucionarlos. Ni tan siquiera conocerlos, que me va a dar muchísimos quebraderos de cabeza.
Esto ocurre a mediados de los años 70. ¿Cree que ahora mismo ese silencio cómplice todavía existe alrededor de la violencia machista?
Sí, el silencio cómplice existe. Este libro está ubicado entre 1975 y 1976 para que todos los detalles que incluya sean reales. Para que el relato, además, sea verosímil y permita encajar desde las tradiciones hasta detalles como el perfume o el amortajamiento. Pero realmente he buscado también un tiempo y un lugar que desubique al lector. ¿Por qué? Porque tampoco importa tanto cuándo o dónde sucede.
"El silencio es lo que da impunidad a todos los crímenes y pienso ahora en Gaza"
Lo que importa es que esas historias suceden y esa violencia se está produciendo hoy mismo y no solo en entornos rurales, también en entornos urbanos y no solo contra las mujeres. Se está produciendo esa violencia contra los migrantes, contra el colectivo LGTBI. Podemos variar un poquitito diferentes puntos de la historia y siempre vendría a recordarnos lo mismo. El silencio es lo que da impunidad a los crímenes. Es que en cuanto hay un agresor y un agredido, lo vemos muy fácilmente. Vale también para explicar cuestiones del contexto internacional, piensa en Israel y Gaza. Me gustaría que después de leer el libro el lector dijera yo no debería callar ante otras situaciones de agresión que contemple o que esté viviendo o de las que me estén hablando los medios de comunicación.

Silvia Intxaurrondo visita la redaccion del Correo de Andalucía / M. Quesada
La suya es una historia de hombres malos pero también de mujeres muy malas. Hay figuras terribles, pienso en la madre del alcalde, que manipulan, protegen a los agresores y dañan. Aquí la sororidad no existe.
La sororidad no existe y porque no existe están solas en el silencio. En cuanto las mujeres empiezan a trabar una suerte de sororidad o algo muy parecido, se rompe todo. En el primer momento en el que una apoya a la otra, ya muy avanzado el libro, se zanja el silencio y empiezan a actuar de forma conjunta. ¿Qué hubiese pasado si esa sororidad hubiese comenzado antes? Pues que probablemente se había denunciado lo que pasa y las propias mujeres habrían plantado cara.
Su libro habla de las supersticiones. En su novela está el sentimiento de que hay condenas que son inevitables hasta la muerte. Hasta el régimen del cacique es una realidad contra la que nadie se rebela.
Piensan que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. ¿Qué sucede si se rompe este sistema caciquil? Comenzaría la etapa de la incertidumbre... Pues preferimos lo malo conocido. Y luego lo de la superstición. Para mí la superstición es una metáfora de la culpa. Los vecinos perpetran actos de maldad, violentos, perpetran crímenes y dicen va a venir una instancia superior a llevarse mi alma a otro lado. Realmente de lo que estaba hablando es de soy culpable y voy a pagar. Esto es lo que está en la mente de esos vecinos. Ellos saben que han obrado mal pero no hay ninguna autoridad en la tierra que les pueda atrapar porque hay un manto de silencio que lo cubre. Solo en el espacio sobrenatural les conocen y conocen sus fechorías. Tienen sentimiento de culpa y miedo.
Hay mucho realismo mágico en todos estos personajes costumbristas tan bonitos. La avisadora, la amortajadora...
Y son todos reales. Mi padre me habló mucho de cómo se amortajaba en ese tiempo a los muertos. Yo soy del 79 y mi bisabuela fue amortajada todavía. Documentándome surgieron esas tres palabras mágicas, la ropa de viaje, la ropa que se cosían las mujeres e incluían en el ajuar para vestirse en su funeral, para ser enterradas con esa ropa. Se las hacían un poquito más ancha porque pensaban que iban a coger unos kilos, con la esperanza de poder ser madres y quedarse embarazadas. Ellas habían dibujado su vida y su muerte antes incluso de que las llevasen al altar a decir sí quiero. Otras decían no, yo quiero morir con mi traje de novia probablemente porque pensaran que era el día más bonito que le iba a regalar la vida. Cada una de ellas con esas concepciones, esperanzas y deseos, ya intuían cómo iba a ser su funeral.
Dentro de ese clima asfixiante, húmedo y lluvioso hay concesiones solo con una cosa, con la buena mesa.
Intento atrapar al lector por los sentidos, por la sensación que le daba el clima, por los olores y las fragancias, podríamos reconocer o intuir a qué olían todos, por el estómago, claro, por el tacto, por las caricias. Al meter esos elementos plásticos y sensoriales, entendía que el lector se metía mucho más en la historia.
Su estilo como periodista, su manera de afrontar una entrevista, lo tajante que es en algunas cosas, lo incisiva... todo eso está en su manera de redactar, de escribir, de construir su novela.
Me lo han dicho muchos lectores, "leo tu novela como si te estuviese oyendo contar la historia". Probablemente porque a mí las historias me llegaron oralmente, claro. Me las contaban muchísimo de pequeña. Insistía mucho en mis padres, a mis abuelos, para que me contasen historias. Por eso yo creo que la oralidad tiene tanta presencia. Necesitaba una narración ágil y contundente a la vez para ofrecer muchos datos y muchas sensaciones sin que se le atragantase al lector. Y soy consciente de que, si quería que mi historia llegase al lector, tenía que competir con sus problemas, con su trabajo, con su familia, con su teléfono móvil, con sus redes sociales. Así que decidí que la clave debía ser la forma de narrar. Una narración sencilla y ágil es mucho más complicada si una narración llena de subordinadas.
¿Ha sentido el rechazo, este mensaje de, bueno...otra presentadora de televisión que viene a hacer una novela?
Pues mira, no lo he escuchado, pero yo empiezo desde el otro lado. Yo soy la escritora que esperó 25 años de carrera para poder escribir. Y la niña que quería escribir desde siempre y tuvo que esperar toda una vida para escribir. Así que esa crítica no me cala porque yo sé que no es mi caso. Las críticas constructivas, por supuesto aceptadas todas y anotadas para el próximo. Pero la gente que me critica como una presentadora que ahora escribe un libro es que no me conoce realmente.
Todas las críticas que recibe Silvia Intxaurrondo no son constructivas. Hay muchas muy duras y algunas crueles. Hablaba este asunto una vez con Ana Pastor y me confesaba que a veces te obligan a curtirte una piel de elefante. ¿Cómo lo lleva, le hacen daño?
Quiero colocar las críticas en el lugar que se merecen. Toda crítica constructiva para mí obligatoriamente hay que incorporarla. Es gente que quiere que crezcas más y que te está exigiendo. La crítica destructiva hay que ponerla en su sitio. Muchas veces ni tan siquiera son ciudadanos. Son robots que escupen una cantidad de insultos terribles y que solo buscan enfangarte y que te sientas mal. Hay que desarrollar esa piel de elefante y, sobre todo, hay que poner la crítica en su justa medida. La gente que vocifera críticas negativas en las redes sociales con el único objetivo de hacerte daño no aporta. Eso no es la vida real. O una persona que no te conoce de nada y que te insulta por la calle...
¿Le ha pasado alguna vez?
Solo he tenido encuentros positivos con los espectadores. Me siento muy afortunada. No sé si me pasará. Sí es cierto que una vez alguien me vociferó algo desde una moto incluso sin quitarse el casco. Y yo solo pensé, eres el mismo que se esconde detrás de un perfil de redes sociales. Ahí solo hay cobardes.
"Hay proyectos que acaban y uno se va al paro. Eso no te puede condicionar en tu trabajo"
Codirige un programa de prime time de la mañana, que lidera las audiencias, ahora mismo es una estrella de la televisión, ¿es consciente de que en esta profesión un día estás arriba y otro día estás abajo? ¿Se come el tarro con todo esto?
No me como el tarro con eso porque conozco las reglas del juego. Yo he estado en programas que han acabado a veces abruptamente y hay que seguir viviendo. Eso no quiere decir que tenga que paralizarse toda tu vida. Y he estado muchos años trabajando en la radio cuando la gente solo te reconoce por la voz. Que, por cierto, me sigue pasando y es maravilloso. La radio tiene esa magia. Soy muy consciente de que este oficio tiene la maravilla de que es poliédrico. Es decir, te puede tocar en cualquier sitio y en cualquiera de ellos tengo la oportunidad de contar la realidad. Me valen todos. Y también hay que ser muy consciente de que a veces hay proyectos que acaban y uno se va al paro. Lógicamente es un disgusto terrible pero eso no tiene que hacer que te condicione todo lo que estás haciendo cuando estás trabajando. Me centro en el proyecto en el que estoy para que brille al máximo. Y no pienso qué va a pasar después.
A mí ya me lo han dicho, entre bromas que no vienen a cuento: "Cuando gobierne el PP, ya veréis los de La hora de la 1". Hay quien está deseando un cambio de gobierno para barrer este programa y quitarla de TVE.
Hay algunos indicadores que creo que deberían hacer que un partido político se corte. Es decir, que un partido político, como el Partido Popular, me linkee en sus tuits, haciendo revisión hacia el pasado de todos los tuits, sin ningún tipo de razón, no debería hacerme pensar a mí, debería hacerle pensar a ese partido político, a sus votantes y al resto de la ciudadanía.
"Que el PP me señale en sus tuits no debería hacerme pensar a mí sino a ese partido político"
Discrepo mucho de su concepción de la equidistancia. Como periodista sí creo que hay que ser equidistante. Para mí la equidistancia es ser ecuánime, ser honesto. Darle a todas las voces el mismo protagonismo. No tomar partido.
Equidistancia y ecuanimidad no es lo mismo. Ecuanimidad es que todo el mundo esté representado en la información que estamos abordando. Y ahí estoy absolutamente de acuerdo. Equidistancia es poner en el mismo nivel, a un médico y a un charlatán. Eso no. La equidistancia es poner a dos personas que hablan de un mismo tema al mismo nivel, al experto y al de la superstición. ¿Tú lo colocarías? No. Ahora, ecuanimidad, siempre. Tienen que estar representadas todas las voces.
¿Todas las voces? ¿Incluso la extrema derecha? Es otro tema al que yo siempre le doy muchas vueltas.
Cualquier fuerza política que vaya contra los derechos humanos, contra los derechos de las mujeres, contra los derechos del colectivo y contra los derechos de inmigrantes, no debe tener voz en el medio de comunicación. Eso lo creo yo personalmente. Cada empresa puede hacer lo que quiera. Pero eso personalmente sí.
¿Cuál ha sido tu entrevista más difícil?
Pues lejos de lo que pueda pensar la gente, no han sido entrevistas a políticos. Han sido entrevistas a víctimas. Víctimas de todo tipo. De terrorismo, de la DANA... Esto ha sido terrible. Gente que en un programa en directo llamaba y decía estoy buscando a mi padre. ¿Cómo respondes? Sabiendo lo que ha pasado, cómo está la zona en la que está buscando a su padre y sabiendo que tú no tienes derecho a decirle nada que mine su esperanza. Todo lo contrario. Tienes la obligación de darle todos los datos para que puedan seguir buscando y puedan seguir buscando con las herramientas adecuadas, con los profesionales adecuados, poniéndole en contacto con la policía, con los bomberos... Últimamente son las entrevistas que me han hecho tragar saliva. Y es que además me han emocionado muchísimo porque eran entrevistas que entraban en directo una tras otra, una tras otra. Claro, te llevas a casa muchas cargas.
El otro día leí a Ana Rosa decir que a Silvia Intxaurrondo se le permiten comentarios o decir cosas que a ella no se le permiten. ¿Ha leído esa reflexión? ¿Qué le ha parecido?
Que me encanta que Ana Rosa vea el programa. Me encanta. De hecho, me parece significativo.
"Esperaría antes de criticar que TVE fiche al equipo de Sálvame, el estreno va a sorprender"
Le gusta competir con primeros espadas, de máximo nivel. Le ponen los retos.
Me van los retos. Dicen muchas veces la televisión pública es que no tiene por qué competir. No, la televisión pública tiene que competir porque la información honesta que hacemos tiene que llegar a todos los ciudadanos de este país. Es importantísimo.
¿Está Televisión Española en un buen momento?
Lo está por audiencias y sobre todo por el tipo de televisión que hacemos con el que puede identificarse la sociedad, que es una televisión que lucha contra los estereotipos, alineada con la defensa de los derechos humanos. Yo creo que está en uno de sus mejores momentos y estoy muy orgullosa de formar parte de ella.
¿Y este fichaje último de María Patiño, Belén Esteban, el traer Sálvame a la televisión pública? Hay quien no lo ve nada claro.
Sí, fíjate, he tenido gente que me ha dicho a mí no me gusta y gente que me ha dicho que sí le gusta. Yo esperaría porque creo que el estreno nos va a sorprender, solo el estreno...
- Sanidad quiere aprobar 'antes del verano' la medida para adjudicar plazas de Atención Primaria sin oposición en Aragón
- El exarzobispo de Zaragoza Manuel Ureña, hospitalizado en la uci tras sufrir un accidente
- Lidl arrasa con el zapatero para la entrada en vertical: lo más vendido
- Los productores de cereza en Aragón: 'Lo de los aranceles solo puede irnos bien
- El Real Zaragoza pagó 250.000 euros por el 50% del pase de Kosa
- La fruta común que no sabías que puede dar positivo en un control de alcoholemia
- Condenado un vecino de Pedrola por desahuciar por las bravas a una pareja de inquilinos
- La empresa aragonesa con un pie en EEUU que no teme a Trump: 'No vemos nerviosos a nuestros clientes