Un vecino de un pequeño pueblo de la Plana Alta se enfrenta a 14 años y diez meses de cárcel por delitos de provocación sexual, abuso sexual y contacto con menor a través de Internet con fines sexuales ('child grooming'). El procesado, de 53 años, ha negado este martes los hechos en el banquillo de la Sección Primera de la Audiencia Provincial y ha asegurado que no existió encuentro personal entre ambos, “solo un juego por internet”. Asimismo, el procesado ha negado que supiera la edad de la víctima, que solo contaba con 12 años. “El chico me dijo que tenía 20. Hablamos de quedar varias veces, yo le mandé un par de fotos sexuales, pero nunca llegamos a vernos en persona”, ha declarado ante el tribunal.

Muy diferente ha sido la declaración del niño, que todavía es menor hoy en día y ha declarado por videoconferencia. La víctima ha reconocido que él puso un anuncio en una web para conocer hombres con fines sexuales, pero ha insistido en que dijo su edad real. “Una madrugada, cuando mi madre dormía en el piso de arriba, él vino a mi casa en coche y tuvimos sexo en la zona del jardín y del garaje. Hubo tocamientos, sexo oral y relaciones completas”, ha sostenido el denunciante, que asegura haber tenido que acudir a consultas psicológicas y haber tomado pastillas tras los hechos.

La madre del menor ha relatado que fue descubriendo lo que sucedía “poco a poco” y que no lo podía creer. “No sabía qué hacer, pedí asesoramiento y decidí denunciar”, ha mantenido la mujer, que llegó a cambiar de población para proteger a su hijo si lo sucedido salía a la luz.

La psicóloga encargada de la evaluación del menor considera su testimonio coherente y creíble. “Tiene una estructura lógica y cuenta detalles no esenciales. El menor se incrimina y reconoce su participación activa por su curiosidad sexual”, ha indicado la profesional a preguntas del Ministerio Fiscal.

También han declarado en el juicio oral dos guardias civiles que participaron en la investigación. El primero ha afirmado que el niño borró, por vergüenza o culpa, las conversaciones del ordenador, hecho que obligó a los agentes a recuperarlas de la papelera. El segundo investigador ha indicado que el niño identificó al procesado en un reconocimiento fotográfico.