La identificación policial rutinaria a un viandante en el zaragozano y conflictivo barrio de El Gancho, el 22 de noviembre del año pasado, pudo haber acabado en tragedia. El joven al que habían dado el alto, Tahirou N. y de 31 años, les contestó sorpresivamente desenfundando una pistola con la que les encañonó, mientras trataba de dispararles. Por suerte, la munición no era la adecuada para ese modelo y el revólver no vomitó ninguna bala. Sí lo hicieron las armas reglamentarias de los agentes que vieron que su vida corría peligro y decidieron abatirle en plena calle Cerezo con San Pablo. Este lunes el pistolero se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza. Hasta siete años de cárcel afronta el encausado.

Ante los magistrados de la Sección Primera del tribunal provincial, el encausado, que solo quiso contestar a las preguntas de su abogada defensora, Carmen Sánchez Herrero, afirmó que en ningún momento apuntó a la cabeza de los agentes, «ni tuvo intención puesto que la pistola creía que era de fogueo, ya que se la dieron uno o dos días antes». «Quería huir para irme a casa», señaló, mientras destacaba que estaba en situación irregular en España. El procesado aprovechó su intervención para asegurar que le dispararon por la espalda, después de haber tirado la pistola contra la acera y se iba corriendo. De hecho, el Juzgado de Instrucción número 4 de Zaragoza tiene abierta una investigación, después de que Tahirou N. les interpusiera una denuncia a los agentes por considerar que «emplearon una fuerza excesiva» para reducirle. 

Pero los cuatro agentes de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que se vieron implicados en el incidente no lo vieron de esta forma. De hecho, todos ellos vieron pasar su vida ante los ojos porque a todos les encañonó, incluso apuntándoles a la cabeza. «Al vernos, hizo un gesto extraño y aceleró el paso. Decidimos darle el alto y pedirle que se identificara. En un principio, nos mostró el pasaporte sin problemas, pero cuando le preguntamos si portaba algo que pudiera comprometerlo, de forma sorpresiva sacó la pistola y nos apuntó», recordó el primer agente que estuvo frente a frente con Tahirou N.

"Había tanta gente en la calle y en los balcones que no pudimos hacer disparos intimidatorios"

Rápidamente el acusado se echó hacia atrás y trató de huir por una estrecha calle que en ese momento estaba llena de vecinos, algunos de ellos menores. De hecho, según estos agentes, comenzó a apuntarles mientras corría, por lo que pidieron ayuda por la radiopatrulla. Otro vehículo de la misma brigada policial que acababa de detener a otra persona en las inmediaciones y se disponía a comisaría decidió cambiar el destino y acercarse. De repente, se toparon con Tahirou N., quien no dudó, según los agentes, en encañonarles. 

«Estaba parapetado en el coche policial y él nos apuntó a la cabeza», afirmó uno de estos policías que añadió que «había tanta gente en la calle y en los balcones que no pudimos hacer disparos intimidatorios, ya que un rebote podría haber tenido consecuencias fatales». Hasta veinte disparos llegaron a realizar para abatirlo. 

Estos agentes aseveraron que al ver que apretaba el gatillo no dudó ni un segundo en usar su arma reglamentaria. «Con mi primer disparo cae herido. Se le cambia el gesto, pero sigue viniendo hacia mí», relató uno de los agentes que intervino en la reducción del acusado. «Volvió a disparar, pero no le salió, tiró el revolver contra el suelo enfadado, salió corriendo y ya cayo al suelo», apostilló. Estos miembro también explicó que no apuntó a las zonas vitales, sino por debajo de la cintura para evitar que el sospechoso resulte gravemente herido o pierda la vida en el caso extremo.

Pocos minutos después llegó una importante cantidad de efectivos policiales que aseguraron la zona, atendieron a Tahirou N. de la herida que presentaba en la pierna y que incluso trataron de evitar más peligros con el arma empleada que estaba tirada en el suelo. Uno de los agentes recordó que vio el arma percutida, es decir, que había tratado de ser empleada y que «ante el peligro de que alguien le diera una patada y se disparara o lo hiciera sola, se puso unos guantes y puso el seguro». 

Abatido a tiros por la Policía tras encañonarles en una identificación

Abatido a tiros por la Policía tras encañonarles en una identificación

Desconocía en ese momento el informe de Balística cuyos especialistas señalaron a los magistrados que el error en el uso de una munición inadecuada fue lo que evitó que pudiera ser disparada. La pistola era una imitación de la Smith&Wesson, modelo que empleó Igor el Ruso en el triple crimen de Andorra del 2017, que estaba capacitado para hacer fuego, portando en el momento del hecho cinco cartuchos en el tambor, siendo percutidos dos. 

La intervención policial fue grabada por muchos vecinos, entre ellos uno que ayer declaró como testigo, quien afirmó que el vio con sus propios ojos que «apuntó con la pistola a la Policía». «Grabé como prueba, he puesto varias denuncias por los problemas de convivencia que hay», dijo.