Una agresión en el domicilio de la anciana a la que cuidaba fue la primera denuncia que Katia, de 35 años y asesinada este fin de semana en el zaragozano barrio de Las Fuentes, interpuso contra su entonces exnovio, Rubén Calvo Ropero. Fue la primera condena por violencia de género de este joven de 31 años, si bien luego vinieron otras dos más, siempre por quebrantar la orden de alejamiento que se le impuso. En la actualidad, ella tenía una valoración de riesgo bajo, según el sistema Viogén del Ministerio del Interior.

El asesino machista aceptó una pena de 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad, la privación del derecho a la tenencia y porte de armas y una prohibición de acercarse a menos de 300 metros a Katia, tanto a su domicilio, trabajo o cualquier otro lugar frecuentado por ella. No podía hacerlo durante los dos años siguientes a una sentencia firmada en febrero de este 2021 por el Juzgado de lo Penal número 9 de Zaragoza.

Pero los hechos ocurrieron en 2019. Katia se encontraba en un piso de la capital aragonesa cuidando de una anciana sobre las 12.00 horas cuando él se presentó allí. En aquel momento eran expareja. Allí se inició una discusión en la puerta de la casa, en la que él la empujó para dentro y le propinó un puñetazo en el labio.

Puñetazo a la prima

Tras ser agredida, la víctima telefoneó a su prima, que vivía en el piso de abajo y que subió a socorrerla y a enfrentarse a Rubén Calvo Ropero. La respuesta de él fue la de darle varios puñetazos en la cara, afectándole especialmente a la nariz y los labios. Antes de irse propinó un fuerte golpe al espejo que se hallaba en el recibidor del piso, fracturándolo.

La joven nicaragüense denunció los hechos y el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza interpuso como medida cautelar una orden de alejamiento y la prohibición de comunicación. Pese a ello, Katia siguió citándose con el que ha acabó siendo su verdugo, tal y como publicó este diario antes de saber este trágico final.

En mayo de 2020, Rubén Calvo Ropero fue detenido en compañía de Katia. Eran las 14.15 horas cuando una patrulla de la Policía Nacional pasó junto este joven y a su expareja, si bien rápidamente sospecharon de él por su actitud. Tal y como destacaron en el atestado policial, «trató de variar el rumbo por la avenida Compromiso de Caspe e incluso llegó a esquivarles con la mirada». Ante ello, los agentes decidieron darles el alto y pedirles la documentación por si pudieran estar implicado en la comisión de algún tipo de delito.

No fue un caso de tenencia de sustancias estupefacientes como suele ser habitual en estos casos, sino que la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía observó al analizar los datos con la sala del 091 que sobre él pesaba una orden de alejamiento con respecto a la chica que en ese momento le acompañaba.

Les preguntaron el porqué estaban juntos y él señaló que no era conocedor de que aún estaba vigente la medida y que ella había retirado la orden de alejamiento. De hecho, ella así lo ratificó, si bien no pudo precisar cuándo. También les explicó que ella fue la que le había llamado al teléfono móvil sobre las 11.00 horas para «ir a tomar algo» e ir al supermercado juntos. «Quiero hacer constancia de que iban en compañía de Rubén de forma voluntaria y sin ser coaccionada en ningún momento», afirmó.

Por todo ello fue condenado a 10 meses de prisión, si bien nunca llegó a pisar la cárcel. La jueza firmante de la sentencia acordó la suspensión sustitutiva de la pena de cárcel impuesta por un periodo de 2 años, supeditado a que el reo no delinquiera en dicho periodo, permaneciera a disposición del juzgado cuando se le citara y que cumpliera 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad.

Pero no fue el único quebrantamiento de la orden de alejamiento. En octubre de 2020 fue arrestado en el piso en el que se produjo el asesinato machista, en la calle Leopoldo Romeo, 31. La casa era de él, pero en el interior del domicilio se encontraban ambos.

Rubén Calvo Ropero, de 31 años, se encuentra ingresado en la uci del hospital universitario Miguel Servet de la capital aragonesa donde evoluciona favorablemente, si bien la Policía Nacional todavía no le ha podido tomar declaración, lo que va a retrasar su puesta a disposición judicial. Se tiró desde un quinto piso tras asesinarla.

La víctima recibía mensajes vejatorios por parte del arrestado

Katia, de 35 años, enviaba al padre de su asesino los mensajes vejatorios que recibía. Unas conversaciones de Whatsapp que ya están en manos del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón y que están analizando, así como el terminal propio de Rubén Calvo Ropero. Según pudo saber EL PERIÓDICO, el arrestado, al que se le diagnosticó esquizofrenia, le enviaba fotografías de mujeres desnudas que se publicaban en páginas de contactos para decirle que se parecía a ellas. La mujer le contestaba pidiendo respeto y le solicitaba que dejara de drogarse y de insultarle. Pero no era el único maltrato que sufría la víctima, ya que Katia llegó una tarde a ponerle en la lista negra del teléfono móvil para no ser acosada a llamadas. Desde las 16.50 hasta las 18.37 horas llegó a recibir una decena de llamadas que ella no cogió. En una ocasión incluso llegó a pedirle a Katia que hiciera una videollamada para comprobar dónde estaba. La víctima se encontraba en el interior de un baño con la anciana a la que cuidaba, obligando incluso a enfocar a la mujer porque no la creía.