Para María G. M., la madre de los niños asesinados en Godella en 2019, el único autor de las muertes de Ixchel, de cinco meses, y su hermano Amiel, de tres años y medio, es su padre. "Gabriel tenía planeado matarnos a los tres y a mí quería volverme loca, estaba constantemente hablándome de la secta", declaró este miércoles la acusada, inimputable por el trastorno de esquizofrenia paranoide que padece, y que ahora, estabilizada con la medicación, ve con otros ojos su relación con el procesado y todas esas creencias delirantes y persecutorias que, según ella, él le fue metiendo en la cabeza, entre ellas que una secta abusaba de los niños y quería acabar con su vidas.

El crimen de Godella, a juicio

Asimismo, la madre de los niños relató a los miembros del jurado popular que era víctima de malos tratos por parte de Gabriel. "Me despertaba con moratones y me decía que había sido la secta", recuerda la mujer, quien ahora cree que todas esas ideas sobre la secta que les perseguía eran para tapar su violencia tanto con ella como con su hijo Amiel.

María niega que ella matara a los niños. Según su relato, en la primera declaración formal que realiza sobre lo ocurrido, la acusada asegura que en torno a las once de la noche del 13 de marzo de 2019 se fue a dormir después de fumarse un porro con Gabriel, y que éste se quedó despierto ya que esa noche le tocaba a él hacer la guardia. María confirmó que sí hacían vigilias por las noches para protegerse de la supuesta secta, hecho que niega el acusado pese al diario en el que se recogen anotaciones de dichas vigilancias nocturnas. "Decía que venían a sustraernos material genético y a pincharnos hormonas, me aseguraba que corríamos peligro de muerte por todo lo que sabíamos", explicó la procesada en su declaración.

Cuando estaba amaneciendo se despertó desorientada y cuando salió fuera de la casa se encontró ya los cuerpos sin vida de Ixchel y Amiel. "Tenía tan presente que nos querían matar que pensé que la secta los había matado", argumentó la joven, quien admitió que los enterró porque no podía dejarlos así y se fue a buscar a Gabriel para escapar antes de que los mataran a ellos.

María reconoció que cuando entró en la casa Gabriel ya estaba despierto y le preguntó dónde estaban los niños, lo cual sí coincide con lo manifestado por el acusado. A partir de este punto el testimonio de María se vuelve más extraño. Por un lado explicó que le dijo que estaban en casa de su madre, porque en ese momento pensó que él también formaba parte de la secta, aunque cuando se dirigieron para allá recordó que su madre también estaría muerta porque Gabriel había realizado un ritual satánico para acabar con la vida de su suegra. De igual modo, habla de que se tiró al pozo a buscarlos, porque Gabriel le dijo que estaban allí, obviando que ya había admitido haberlos enterrado.

Según los informes psiquiátrico forenses, la acusada sufrió esa madrugada un brote agudo de su enfermedad, de ahí que la Fiscalía pida su absolución por una eximente completa de trastorno mental y solicite una medida de internamiento por un plazo máximo de 25 años. Para el padre, al que considera inductor de los crímenes y que participó "haciendo o dejando hacer", el fiscal pide una pena de 50 años de prisión por dos asesinatos.

María asegura que idolatraba a Gabriel, que éste se autodenominaba como Jesucristo reencarnado y que le decía que ella era su María Magdalena y que por eso les atacaban por las noches, porque "nuestra genética era importante", aseguró la madre de los niños, quien reconoce que "era ingenua y creía en las conspiraciones", pero que todo era por lo que le decía su pareja. "Creía en Gabriel sobre todas las cosas", afirmó María sobre la trascendencia que tenía para ella todo lo que le decía el padre de sus hijos. Incluso se dirigía a él en alguna ocasión llamándole "Dios".

Quería tapar su enfermedad

El 19 de febrero, el acusado acompañó a María al psiquiatra por iniciativa de la madre de ella. El especialista les dijo que solo tenía ansiedad. María asegura que antes de ir al médico Gabriel le dio indicaciones para que no hablara de la secta porque si no la iban a tratar de loca. Así, el día 1 de marzo, que tenía que nueva cita, su pareja no la llevó ni se lo recordó.

"Pienso que Gabriel nunca nos ha querido ni a mí ni a los niños, hemos sido un objeto de satisfacción para su ego", asegura María, quien afirmó que el acusado le ha presionado en prisión para que ella asuma toda la responsabilidad, diciéndole que en su caso la pena iba a ser menor, y que le prometía retomar una vida fuera en otra nueva casa que él rehabilitaría. "Yo estaba ilusionada con ser madre de nuevo y creía que él podía traer de vuelta el espíritu de mis hijos".

Las búsquedas esotéricas en el móvil del acusado justo antes de los crímenes

"Desplazamientos astrales, ¿cómo denunciar una secta?, fantasmas azules, planos de existencia dimensionales, la ascensión de la Virgen o las serpientes que veneran a la Virgen María", son solo algunas de las búsquedas que aparecen en los días previos al doble crimen de Godella en el teléfono del padre de los niños. No obstante, éste alegó que ambos usaban dicho terminal y que pudo haber hecho dichas búsquedas María. Eso sí, admitió que en todo caso si buscó eso en internet lo hizo por "interés cultural".

Alguna de las búsquedas estaba en francés, lo que apuntaría que se trataba del acusado, idioma que domina a la perfección ya que es de nacionalidad belga. Sin embargo, pese a que él mismo dijo que su pareja no sabía escribir en francés, en la posterior declaración de ella, ésta dijo que sí sabía escribirlo.

Por otra parte, este martes declararon varios de los testigos, entre ellos amigos, vecinos y conocidos de la pareja. Muchos de ellos coincidieron al asegurar que ambos acusados se sentían perseguidos por una secta. Asimismo indicaron que era Gabriel el que estaba continuamente hablando de la cultura maya, de regresiones y de extraterrestres. Una psicóloga que conoció a la pareja en Rocafort explicó que María le parecía una persona coherente preocupada por sus hijos, pero que en las últimas veces que la vio su relato era más similar al de Gabriel, totalmente ilógico con referencias directas a la supuesta secta.

En esas fechas Gabriel y María estaban agobiados porque los querían echar de la casa okupada de Godella, según refrendó un testigo que tenía confianza con el acusado. Éste recordó que le contaba cosas sobre los Illuminati, una antigua sociedad secreta. Además los testigos recordaron un episodio sobre la aparición de unas bragas de María manchadas de sangre en una gallina muerta, al parecer de un supuesto ritual.

De la personalidad de Gabriel lo describen como una persona "fuerte, dominante, impulsivo, que se enfadaba fácilmente y que le gustaba llevar las riendas".