Katia, la joven de 35 años asesinada a finales del mes de mayo en Zaragoza a manos de su pareja sentimental, ya descansa en su país natal, Nicaragua. Su familia le ha podido dar el último adiós en el municipio de El Viejo, donde fue enterrada.

Su madre llegó a pedir la ayuda económica de sus compatriotas, a través de los medios de comunicación nicaragüenses, porque ella no podía costear el embalsamamiento y repatriación del cadáver, si bien de todo ello se ha encargado el Ayuntamiento de Zaragoza. Así lo confirmó la concejala de Igualdad, Marifé Antoñanzas, quien quiso dar el pésame y cariño a su familia, especialmente a Concepción Blandón, progenitora de la joven. «Teníamos que pagarlo, solo espero que no tengamos más mujeres asesinadas», señaló.

Paralelamente, Rubén Calvo Ropero, el autor del brutal asesinato machista, ingresó en la prisión de Zuera, después de recibir el alta hospitalaria. Estuvo ingresado en la uci del hospital universitario Miguel Servet de Zaragoza después de intentar suicidarse tirándose desde un quinto piso del número 31 de la calle Leopoldo Romeo del barrio de Las Fuentes. Antes había cosido a puñaladas a Katia.

El titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza continúa instruyendo el caso y está a la espera de recibir el informe psiquiátrico que solicitó al Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) ante los antecedentes mentales que tenía. Los especialistas determinarán el grado de imputabilidad que, según la abogada defensora, Carmen Sánchez Herrero, se habría visto afectado por la esquizofrenia que padece.

Katia fue asesinada cuando estaba vigente una orden de alejamiento con respecto al hombre que le quitó la vida. Acudió al piso a tratar de ayudarle a desintoxicarse de las drogas. El padre de él se lo desaconsejó, pero, tal y como publicó este diario, la joven le espetó: «No creo que me haga daño, hace mucho que no me lastima».