Héctor López, el vecino de Zaragoza que el martes asesinó a su padre en la vivienda familiar, abandonó el área de Psiquiatría del Miguel Servet donde ingresó tras el parricidio. Una vez estabilizado, el Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Aragón pretendía tomarle declaración en la calidad de investigado por un delito de asesinato, si bien este hombre de 41 años se acogió a su derecho a no declarar.

Este jueves está previsto que pase a disposición del Juzgado de Instrucción número 5 de Zaragoza y que inste a los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón(IMLA) a realizarle un reconocimiento mental. No obstante, el magistrado tendrá que inhibirse en favor del Juzgado de Instrucción número 2 de la capital aragonesa que estaba en ese momento de guardia.

Aunque no hay informes médicos que lo certifiquen, la hipótesis inicial es que cometiera el crimen enmarcado en algún tipo de brote mental. La madre, que está fuera de peligro y recibió el alta tras sufrir cortes superficiales tras intentar evitar el ataque a su marido José Javier, dijo a los vecinos que querían llevarle al médico, pero que él no quería.

Los hechos ocurrieron a las 23.48 horas en el interior del 8ºA del del número 46 de la calle Reino. Los primeros en acudir a la vivienda situada en el zaragozano barrio de La Almozara, en los suelos de la antigua Química, fueron varias patrullas de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, después de que varios residentes llamaran alertados a la sala del 091 al escuchar a Pili, como conocen a la madre del autor del homicidio, espetar: «Lo va a matar, lo va a matar, auxilio».

La puerta estaba cerrada. Cuando consiguieron acceder, unos agentes inmovilizaron y detuvieron a Héctor López, que aún llevaba en la mano el arma homicida, mientras otros corrieron a intentar salvar la vida del hombre de 71 años que yacía inconsciente sobre el suelo del salón tras haber perdido una gran cantidad de sangre. Le realizaron las maniobras pertinentes, pero nada pudieron hacer por salvarle la vida. Mientras, Héctor L. F., fuera de sí, llegó a decir: «Me da igual todo». La víctima presentaba alrededor de 40 puñaladas, según el informe inicial de autopsia.