Un mes después de asesinar a Katia, la joven con la que había vuelto a mantener relación pese a una orden de alejamiento por malos tratos, Rubén Calvo Ropero dio su versión de los hechos ante el juez que instruye la causa. Hasta ahora no lo había podido hacer porque estaba convaleciente de los traumatismos que sufrió tras precipitarse desde el quinto piso de su vivienda de Zaragoza. Fue tras asestar múltiples puñaladas a la víctima, de 35 años.

Desde la cárcel de Zuera en la que permanece en situación provisional y a través de una videoconferencia en la que estuvo asistido por su abogada Carmen Sánchez Herrero, este joven de 31 años aseguró que actuó «enajenado», destacando que está diagnosticado de esquizofrenia y que ese 23 de mayo no se medicó. Eso sí, añadió que consumió alcohol y que fumó marihuana con la víctima con la que se citaron para comer aquel día. También destacó que habían mantenido relaciones sexuales aquel día.

A lo largo de su declaración no pidió perdón, ni mostró arrepentimiento alguno, pero sí llegó a afirmar que la víctima había estado con más hombres, llegando a contabilizar hasta «seis». Una claridad que, sin embargo, cuando la fiscala le preguntó sobre la noche en la que se produjo el asesinato, Rubén Calvo Ropero no aportó ningún detalle.

Dijo que no se acordaba de nada y que, incluso, se enteró de que Katia había muerto en el hospital en el que ingresó tras intentarse suicidar. En este sentido, el titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Zaragoza le preguntó entonces por qué se tiró desde el balcón, pese a que la Policía Nacional trató de evitar que lo hiciera, explicando que fue porque «está harto de la vida».

La víctima acudió aquel día al piso para ayudarle a dejar las drogas, tal y como se recoge en las conversaciones de WhatsApp con el padre de quien acabó siendo su asesino. El hombre le pidió que no fuera, pero ella le dijo: «No creo que me haga daño, hace mucho que no me lastima».