Las restricciones de movilidad para atajar la pandemia del coronavirus trajeron consigo, además, un importante descenso de la criminalidad, especialmente los robos en viviendas que cayeron nada menos que un 19,6% en Aragón. La situación ha cambiado y muchos ya han abandonado sus viviendas para disfrutar de los meses estivales en la playa, la montaña y el pueblo. Una realidad conocida por las bandas especializadas en desvalijar pisos que este año van a intentar aprovechar, mientras la otra cara de la moneda, la policial, va a tratar de impedírselo. La previsión de la Jefatura Superior de Policía de Aragón es que este verano sea «caliente» en lo que se refiere a este tipo de hechos, por lo que ha activado un dispositivo de refuerzo.

Muestra de ello es que en tan solo 15 días el Grupo contra la Delincuencia Organizada de la Policía Nacional ha desarticulado dos bandas georgianas que habían seleccionado la capital aragonesa para realizar una oleada de robos. No es la primera vez que se fijan en la ciudad, siendo los más comunes frente a otro tipo de organizaciones como las serbocroatas, que pasean por el centro, vestidas elegantemente, y aprovechan el horario de las compras (o, cuando es época, del colegio) para colarse en hogares vacíos; los chilenos (que suelen operar en grandes urbanizaciones y hurtan todo tipo de bienes, incluso, electrodomésticos y ropa) o los españoles (que suelen cometer la técnica del escalo y se centran en las joyas).

Los georgianos se centran principalmente en el oro, aunque la crisis también ha llegado a ellos y en los últimos decomisos han llegado a robar hasta patinetes eléctricos y gafas de sol. Son hombres de mediana edad cuya vestimenta pasa desapercibida y que suelen elegir domicilios situados cerca de plazas, parques o zonas en las que poder hacer vigilancia. Esto no significa que no actúen en vías y avenidas muy transitadas. El hecho de tener una zona verde en las inmediaciones lo utilizan para, en muchos casos, tener a una persona vigilando mientras cometen el asalto.

Este tipo de bandas no suelen actuar de forma directa, sino que se dedican a marcar las viviendas para entrar «sin peligro». Usan pequeños señuelos de plástico o hilos de pegamento. Entre semana no emplean marcaje de puertas, sino que llaman a interfonos con alguna excusa. Unos aspectos que, tal y como pide la Policía, hay que estar vigilantes para evitar sustos después de las vacaciones.

Para acceder en las casas utilizan tres sistemas: el bumping, la magic key y la ganzúa de toda la vida. El más utilizado es el primero, que sirve para abrir las cerraduras de llaves de puntos. Utilizan una llave plana que introducen y, tras dar varios golpes, los pistones marcan la clave y consiguen entrar. Son los habituales, aunque a uno de los grupos desarticulados hace dos semanas, les localizaron una pequeña pieza metálica y plana, específica para la técnica de impresioning. Con ella, los ladrones realizan falsificación de la llave original para poder acceder sin causar daños en la cerradura. No obstante, la Policía pide tener cuidado con las ventanas abiertas porque el último grupo usaba sábanas con las que se descolgaban por patios de luces y accedían a las casas. 

«En un piso se quedaron a cenar»

Ana –nombre ficticio– es solo una de las últimas víctimas de la oleada de robos que está sufriendo el zaragozano barrio del Actur. A su piso entraron la noche del sábado al domingo de la semana pasada mientras disfrutaba de unas merecidas vacaciones lejos de la ciudad, y todavía no se explica qué andaban buscando los ladrones que, teniendo objetos de plata y de más valor en casa, solo se llevaron «unas gafas de sol de la marca Ray Ban de hace diez años». «La policía me comentó que de vez en cuando se dan algún capricho», comenta.

Estas, además, las pudo recuperar porque estaban entre los objetos que les incautaron los agentes en la detención, justo al día siguiente. Pero otra cosa es como dejaron el piso: «Lo revolvieron todo para llevarse prácticamente nada. Parecía que si hubiera pasado un vendaval por mi casa, habían sacado todo de los cajones, del armario y el canapé en el dormitorio, luego debieron hacer lo mismo en el baño y el salón, y a continuación abrieron la puerta de la terraza y saltaron al piso de al lado, porque la Policía encontró rastros de pisadas como si hubieran saltado de una a otra».

Esa noche, comentan los vecinos, según la Policía habían hecho lo mismo en otros nueve pisos de la comunidad, «y en uno de ellos se debieron quedar a cenar y todo, según me comentó un vecino». No es su caso, pero evidencia que esta banda no andaba con demasiados miramientos ni en la violencia con la que saqueaban esos domicilios, ni en si podían verse sorprendidos en cualquier momento por los propietarios. Sí que, al parecer, actuaban con sigilo, o al menos no hicieron demasiado ruido como para que algunos de los que sí se encontraban en casa advirtieran su presencia en el momento del robo. Tampoco dejaron ninguna huella en las casas en las que entraron y suerte que la Policía ya los tenía fichados y sabía dónde buscar, porque el botín no les duró ni 24 horas en su poder. Un aspirador de la marca Conga, una bicicleta eléctrica...

En algunos casos, la evidencia demuestra que abandonaron esos domicilios por la puerta. En otros, al parecer, podrían haberse colado descolgándose por el patio interior. «Según la Policía se habían puesto las botas esa noche en nuestro bloque», añade. En ese y en otros donde, según la investigación, también entraron esa misma noche.  

Consejos para darse cuenta de que está siendo controlado

  • La novedad. Los ladrones colocan hilos de pegamento o silicona entre el marco y la puerta: si pasan los días y no se han roto, significa que nadie ha abierto la puerta y la vivienda esta deshabitada. Parecen como si fuese una tela de araña. Presta atención a estas señales.
  • El rudimentario. Puede parecer zafio, pero la Policía Nacional ha observado la colocación de pequeños trozos de madera e incluso palillos rotos junto a las puertas de viviendas en las que han robado. Una técnica que les avisa, si está vertical, de que nadie hay dentro de la casa.
  • El más utilizado. En los últimos tiempos la forma más común de marcar viviendas es mediante una especie de pestaña pequeña de plástico que colocan en el marco entre la puerta y el marco y que les permite saber si se ha abierto o no. En algunos casos se ha podido observar la utilización de celo. En otras ocasiones han empleado trozos de papeles de la propaganda presente en el buzón. También se fijan en el felpudo enrollado por los servicios de limpieza. Es mejor retirarlo. 

Los hilos de silicona que colocan para saber si las puertas se han abierto parecen telas de araña. POLICÍA NACIONAL