Pedro N.A., acusado de ser el inductor por celos del asesinato del concejal de IU de Llanes Javier Ardines, ha admitido que se sintió "decepcionado" y "dolido" cuando descubrió la relación que mantenían en secreto su mujer y el edil, con el que mantenía una amistad, pero ha negado de forma insistente su implicación en el crimen.

En la segunda sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia Provincial de Oviedo, el presunto inductor ha cerrado este miércoles el interrogatorio a los cuatro acusados por un crimen por el que afrontan una pena individual de 25 años de cárcel.

Después de que este martes declararan los argelinos Djilali B. y Maamar K., que negaron su autoría e incluso haber estado alguna vez en Asturias, este miércoles han declarado Pedro N.A. y Jesús M., señalado como el intermediario con los dos sicarios, para desvincularse del crimen.

Pedro N.A., quien ha contestado a las preguntas de su abogado y a las formuladas por la acusación particular que ejerce la familia de Ardines, ha rechazado de forma insistente cualquier tipo de relación con el crimen, tanto desde el punto de vista de la planificación como de su ejecución, ya que ha negado en todo momento conocer a Djilali B. y Maamar K..

El acusado, residente en Amorebieta (Vizcaya), mantenía una "relación cordial" con Ardines, puesto que sus respectivas esposas son primas segundas, y Pedro N.A. tenía una casa en la parroquia llanisca de Belmonte de Pría, lugar de residencia del concejal, donde iban de vacaciones y ambos matrimonios tenían amigos en común.

El presunto inductor ha admitido que, meses antes de la muerte de Ardines, descubrió de forma casual, al dejar su móvil grabando sonido encima de una mesa, que su mujer y el concejal mantenían una relación en secreto.

Pedro N.A. ha admitido que se sintió "decepcionado" y "dolido" y que habló del asunto con su hermana y con algún amigo para desahogarse hasta que tiempo después decidió contárselo a su esposa, con la que, según ha asegurado, después trató de recomponer su relación.

En su declaración previa, Jesús M., supuesto intermediario, ha incidido en que conoce a Pedro N.A. porque en alguna ocasión trabajó en la empresa de electricidad que éste tenía en Amorebieta.

Jesús M., que sólo ha respondido a las preguntas de su abogado defensor, ha admitido que, semanas antes del crimen, viajó junto a Pedro N.A. desde el País Vasco, donde ambos residían, hasta la parroquia llanisca de Belmonte de Pría, lugar de residencia de Ardines.

Falta de pruebas directas

No obstante, ha explicado que el objeto del viaje era comprobar unos trabajos en el tejado de una vivienda de Pedro N.A., que éste utilizaba para veranear, y para ello se trasladaron con una tercera persona que entendía de este tipo de reparaciones, y no con uno de los sicarios para planificar el crimen como sostienen las acusaciones.

Preguntado por si conocía a Djilali B. acusado de la autoría material del crimen junto con Maamar K. a cambio de dinero, Jesús M. ha dicho que habían coincidido en alguna ocasión pescando y que sus conversaciones eran de tipo cotidiano como con cualquier otra persona.

Las defensas de los cuatro acusados, que afrontan una pena individual de 25 años de prisión, coincidieron este martes, durante la primera sesión, en alegar la falta de pruebas directas y objetivas en su contra, al sostener que no hay ni testificales, ni visionado de imágenes, ni biológicas de ADN que les identifique y les posicione en la parroquia de Belmonte de Pría el día del crimen, el 16 de agosto de 2018.

Según las acusaciones, Pedro N.A., tomó la decisión de ejecutar su plan meses después de descubrir que su mujer, prima segunda de la esposa de Ardines, le engañaba desde hace tiempo con el concejal, y para ello contactó con Jesús M. para que le buscase a personas que pudieran actuar como sicarios.

Ardines, que compatibilizaba su labor como concejal con su trabajo como patrón de barco, sufrió una emboscada a primera hora de la mañana del 16 de agosto de 2018 cuando se desplazaba desde su casa de Belmonte de Pría hacia el puerto de Llanes y, tras ser rociado con un espray de pimienta, fue golpeado en la cabeza con un palo o un bate de béisbol y estrangulado hasta la muerte.