El hombre de 73 años acusado de matar a golpes con una barra de hierro a su inquilina de 59 años en Zafra (Badajoz) en enero de 2020 asegura que ella le maltrataba psicológicamente. Es lo que manifestó este lunes en la primera jornada de un juicio que se alargará, a priori, hasta el viernes.

El procedimiento comenzó esta mañana con la elección del jurado popular. De más de una veintena de candidatos, fueron elegidos nueve titulares y dos suplentes. Poco antes de las doce del mediodía, las distintas partes explicaron a los seleccionados su papel en el juicio y expresaron sus alegaciones previas. 

Ahí, la Fiscalía recordó su petición de 25 años de prisión por un delito de asesinato muy calificado con las agravantes de ensañamiento y alevosía, es decir, provocando un daño innecesario a la víctima que, además, se encontraba indefensa. Las acusaciones particulares, integrada por las letradas Ana Belén Spínola, Noelia Álvarez y Marta Guzmán, representantes, respectivamente, de los dos hijos y de tres y cuatro hermanos de la fallecida, piden 25 años de prisión. Además, han añadido la agravante de género al considerar que Manuel solía buscar para su finca a mujeres necesitadas sin recursos económicos.

Ambas partes afirman que Manuel era plenamente consciente de lo que hizo, mientras que la defensa, ejercida por el abogado Emilio Cortés, solicita la absolución por una eximente de trastorno mental transitorio y, teniendo en cuenta el reconocimiento de los hechos por parte de su cliente, una atenuante de confesión a las autoridades.

Interrogatorio

Tras conformarse el jurado, Manuel, que lleva en prisión provisional desde febrero de 2020, pasó a ser interrogado por las distintas partes. Nada más empezar, expresó su "pesar y arrepentimiento" y pidió perdón a la familia de la fallecida por lo ocurrido. En reiteradas ocasiones, y ante preguntas tanto de la Fiscalía como de las acusaciones particulares y de la defensa, subrayó que, aunque le hizo mucho daño, nunca tuvo la intención de matarla.

Aseguró que la relación cordial pero distante que mantenían desde agosto de 2020, cuando María entró a vivir en su finca con un contrato en precario por el cual ella no pagaba alquiler a cambio de cuidar del inmueble (y no de los animales de Manuel, indicó este), se rompió en noviembre. El día 2 de ese mes, el acusado le requirió notarialmente a su inquilina que abandonase la finca en el plazo de 100 días que marcaba el contrato.

"A partir de ahí, me hizo la vida imposible. Procedió con una conducta irresponsable y malévola, de maltrato psicológico", dijo el encausado, quien añadió que María Soledad llegó a insultarle, burlarse de él, amenazarle con denunciar que no le daba de comer a los animales y hacerle cortes de mangas.

Aclaró que, aquel fatídico 31 de enero de 2020, fue ella la que le buscó y no al contrario. Reconoció que él fue el primero en golpearle. Lo hizo en su brazo con una barra de metal que cogió del lugar donde se encontraban y que, matizó, él no traía de antemano, para tirar al suelo el móvil con el que María Soledad le estaba grabando con el fin de, según Manuel, acusarlo de envenenar a sus propios animales. Esta grabación será tratada en los próximos días del juicio.

A partir de ahí, añadió el procesado, se desató un forcejeo entre ambos que acabó con él encima de la mujer asestándole varios golpes en la cabeza, pero no más de tres o cuatro, y no llegando a 40 como los escritos de acusación recogen. Por eso, descarta completamente haber matado a María Soledad con ensañamiento y alevosía.

Manifestó que todo lo hizo aturdido fruto del estrés al que su inquilina le había sometido durante los meses anteriores. Este estado mental ni siquiera le dejó escuchar las súplicas que esta realizaba por su vida ni los gritos de su vecino que, a lo lejos, intentaba detenerlo.

Además, señaló que no quiso esconder el cadáver, sino apartarlo del caballo ciego de la víctima para evitar que este pisase el cuerpo, y que justo después de hacerlo, se dirigió inmediatamente al cuartel de la Guardia Civil para entregarse, extremo confirmado por su vecino, quien llegó prácticamente cuando se habían consumado los hechos. Manuel también negó la existencia de cualquier tipo de relación sentimental, sexual e incluso de amistad con ella, y apuntó que nunca le propuso nada en ese sentido.

Testigos

El procedimiento terminó con su declaración y se retomó a las cinco de la tarde para recoger los testimonios de los diferentes testigos citados para ese día. Uno de ellos era el vecino de Manuel, que vivía en la finca colindante y que lo vio golpear a María Soledad en numerosas ocasiones. No supo cuantificar cuantas, pero sí que aseguró que fueron más de una quincena. También dijo que, cuando le gritó desde lejos pidiéndole que parara, este le escuchó, pero no le hizo caso.

Después, le tocó el turno a diferentes personas cercanas a los dos protagonistas de los hechos. Describieron a la víctima como una persona educada y tranquila. Afirmaron que ambos mantenían al principio una relación cordial que se rompió a las pocas semanas de entrar a vivir en su finca en agosto de 2020.

Por un lado, la fallecida les decía entonces que Manuel entraba a la casa sin su permiso. Este, además, sacrificó a su perra de 17 años, a la que la inquilina tenía mucho cariño, para evitarle sufrimiento después de que se lo recomendase el veterinario. El requerimiento notarial para que abandonase la finca fue la gota que colmó el vaso. A todo ello, hay que añadir el hecho de que Fiscalía y acusaciones particulares apuntan que el encausado quiso ir más allá de su relación contractual, a lo que ella se negó. Según los testigos, fue él quien le hizo la vida imposible a María Soledad y no al revés.