Naufragios
El testimonio de Samuel, del 'Villa de Pitanxo': "Gritamos, ¡asesino, nos quiere matar!"
El superviviente relató en la Audiencia Nacional cómo el patrón del pesquero no quiso arriar el cable del aparejo

Samuel Kwesi Koufie, a su llegada a la Audiencia Nacional. / DAVID CASTRO
Lara Graña
El Villa de Pitanxo escoró a babor durante la maniobra de virada del aparejo, hasta un punto en que el motor dejó de operar. Era la madrugada del 15 de febrero, a unas 300 millas de la costa de Canadá. Antes de la escora fatal del pesquero, de 50 metros de eslora, los marineros de cubierta alertaron al patrón, Juan Enrique Padín. “¡Arría cable, arría cable!”.
Desde el puente de mando no se soltó el aparejo, colmado de raya y fletán. “Algunos le llamaban: ¡asesino, nos quiere matar!”. Es parte del testimonio de uno de los tres únicos supervivientes del buque, Samuel Kwesi, en la Audiencia Nacional; unas imágenes ofrecidas en exclusiva al programa 'En boca de todos' de Cuatro.
Con el buque ya sin gobierno por la entrada masiva de agua, el capitán ordenó, siempre según el testimonio de Kwesi, que abandonaran la cubierta.
-¡Subid arriba, subid al puente, hostias!-, exhortó Padín.
“Ahí es cuando yo empecé a tener miedo”. Samuel Kwesie Koufie, residente en Marín, salvó la vida junto con el patrón y el sobrino de este último, Eduardo Rial. Declaró como testigo en la sala de Instrucción número 2 del alto tribunal, ante el magistrado Ismael Moreno. Juan Padín lo hizo como investigado (imputado). La dueña del buque, Pesquerías Nores, hará lo propio; el juez aceptó una querella de familiares por presuntos delitos de homicidio por imprudencia grave, contra los derechos de los trabajadores, falsedad documental y encubrimiento.
En la misma grabación, Samuel Kwesi expone, como había hecho ya ante la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra, su sorpresa al ver que tanto Padín como su sobrino ya tenían puestos los trajes de supervivencia, que protegen del frío extremo que azota el caladero de NAFO.

Los rostros de la tragedia de Terranova.
“Sabía que los trajes estaban en bolsos, colgados, pero no sabía cuál era el mío, nunca me lo dieron para saber cuál es mi talla”. Al margen de Padín y Rial, ninguno de los otros siete marineros que lograron subir a la balsa salvavidas, resumió Samuel, llevaba este equipamiento.
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