Lo que para cualquier ciudadano de a pie no arroja dudas de que hay ensañamiento en una persona que mata una mujer de 16 puñaladas, la última de ellas para degollarla, la Justicia no lo tiene tan claro y la jurisprudencia recoge que para agravar las penas a los asesinos no basta con tener en cuenta únicamente el número de cuchilladas. El último caso que se ha visto en los tribunales de la Comunidad es el del exmarine holandés condenado el pasado mes de abril a 22 años y seis meses de prisión por asesinar a su pareja en Moraira asestándole 16 puñaladas y la pena se le ha rebajado en cuatro años al retirar la agravante de ensañamiento el Tribunal Superior de Justicia (TSJ).

El TSJ ha estimado parte del recurso presentado por el abogado Francisco Miguel Galiana Botella, que ejerce la defensa del exmarine Arthur Rudolphus Maria Karvinkn, y ha excluido de la sentencia condenatoria la agravante de ensañamiento, por lo que la pena la reduce a 18 años y seis meses de prisión, cuatro menos que el fallo impuesto por la Audiencia de Alicante de acuerdo al veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular.

Para el TSJ, el razonamiento del jurado popular para considerar que el acusado se ensañó con su pareja, Alina, es «deficitario». Los miembros del tribunal estimaron probado que hubo ensañamiento por el número de puñaladas reflejadas en el informe de autopsia y porque solo tres eran mortales, «por lo que deducían que las 13 restantes eran innecesarias y ello les llevó a considerar que se produjo un sufrimiento innecesario de la víctima», según el fallo dictado recientemente el Tribunal Superior de Justicia.

Por contra, la defensa planteó que además de las tres heridas mortales habría que excluir otras seis que fueron calificadas como «defensivas» por los forenses y las propias defensas de la víctima, cuestión que no tuvo en cuenta el jurado. Quedarían otras siete para valorar el ensañamiento y el forense en el juicio manifestó que no podía contestar si se podía entender que el asesino quería hacer sufrir a la víctima antes de morir. Añadió el perito que «las puñaladas fueron las suficientes para producir la muerte y que no tiene ningún sentido que quien apuñala a alguien piense pinchar aquí para hacer sufrir».

La sentencia del TSJ recoge en sus fundamentos jurídicos una referencia a una sentencia del Tribunal Supremo que no apreció ensañamiento en una agresión de más de 90 puñaladas. Según el Supremo, es necesario que «se inflija, y se quiera de propósito infligir, un dolor singular a la víctima; que se busque una metodología homicida cruel, que se recrea en el dolor de la víctima o muestra indiferencia o indolencia frente al mismo. Por eso, la reiteración de puñaladas, tras una primera mortal, jamás será ensañamiento, aunque se cuenten por decenas las heridas abiertas en lo que ya es un cadáver y ha perdido la capacidad de sufrir».

El TSJ ha mantenido en el fallo las agravantes de parentesco y de género, la atenuante de confesión y la indemnización que deberá pagar el acusado a los dos hijos menores de edad de Alina Mocanu -140.000 euros a cada uno- y a la madre de ella, 50.000 euros.

El crimen de Alina fue cometido la madrugada del 16 de febrero de 2020 en las oficinas de la inmobiliaria del acusado. La atacó por la espalda con un cuchillo de 15 centímetros de hoja y tras darse la vuelta la siguió acuchillando hasta que acabó degollándola. El asesino tiró el cadáver a un contenedor de basura pero fue descubierto por un operario. El acusado se entregó el día 18 y confesó los hechos.

El abogado Francisco Miguel Galiana Botella, que ha logrado que el TSJ rebaje en cuatro años la pena al asesino machista de Moraira, planteara ahora un nuevo recurso ante el Tribunal Supremo para que se estime en la sentencia la atenuante de obcecación en el acusado, rechazada en este último fallo. El asesinato de Alina fue cometido por su pareja después de que la noche del crimen la viera con diferente hombres en pubs de Moraira, según la defensa, quien precisa que hasta la víctima le dijo a una camarera antes de salir del local que su pareja le iba a matar, lo que en opinión de la defensa refleja el «estado pasional descontrolado del acusado».