Violencia machista

La Audiencia de Alicante condena a un veinteañero a 15 años de cárcel por maltrato habitual a su novia de 16

El tribunal considera probado que el joven ejercía un control férreo sobre su pareja, a la que agredía, obligaba a coger el teléfono siempre que la llamara, a conectarse por videoconferencia y a mantener relaciones sexuales contra su voluntad

El acusado controlaba a la víctima de manera constante a través del teléfono móvil.

El acusado controlaba a la víctima de manera constante a través del teléfono móvil. / Pilar Cortés

J. A. Martínez

Cuando empezaron a salir, él tenía 18 años y ella 16. Fueron dos años de relación en los que la víctima estuvo sometida a una situación de dominio y control absoluta por parte de él, con golpes, insultos, amenazas y agresiones sexuales. La Audiencia de Alicante ha impuesto penas que suman más de 15 años de prisión al agresor por una larga lista de delitos de violencia de género: cinco de maltrato, uno de amenazas, otro de maltrato habitual y otro continuado de agresión sexual. Además le impone más de 27 años de orden de alejamiento.

La situación en la que se encontraba la víctima salió a la luz la madrugada del 18 de agosto de 2021, a raíz de que la joven se lo acabara contando todo a sus padres . Esa noche él le había pedido a la joven que se quedara a dormir en su casa, pero los padres no la dejaron.

El fallo considera probado que el acusado la obligó a estar toda la noche conectada con videollamada con él. Sin dejarla descansar y obligándola a enviarle vídeos de su entorno y las personas que estaban en la casa. Hasta de sus padres durmiendo. Al final, a las seis de la madrugada, se acabó presentando en la casa diciéndole que iba a matar a sus padres, a su hermano y al perro todo para que ella sufriera.

Fue el momento en que ella decidió que ya no podía más y dijo a sus padres que llamaran a la policía. Al tomarle declaración, salieron a la luz la situación de maltrato y dominio a la que fue sometida durante toda la relación.

Control absoluto de su vida

El procesado exigía a su pareja que le tuviera informado en todo momento a través de su teléfono móvil de dónde y con quién se encontraba, exigiendo le enviase vídeos y fotos, que activase el manos libres en el móvil, incluso cuando ella estaba en el instituto y que le contestara siempre que él la llamara.

En cuanto ella le decía que no, el acusado le enviaba mensajes insultantes que recopila la sentencia: "Eres una guarra, una puta, te estás follando a otro, nadie te va a querer, eres una mierda de persona, chupapollas, qué estás haciendo que no me lo coges, voy a llamar a tu madre hasta que me lo coja...". Cuando discutían, la sentencia ve acreditado que el comportamiento del procesado se volvía violento, "llegando a agredirla con golpes en la cara y otras partes del cuerpo, empujones y mordiscos".

La Audiencia considera acreditados cinco de estos episodios violentos. Hay una sexta agresión, en la que la víctima fue quemada con un cigarrillo, ya que en ese caso la propia víctima decía que no podía descartar que se tratara de una quemadura accidental. La declaración tanto de la víctima, como de otras personas de su entorno ha sido la prueba de cargo valorada por el tribunal para dictar una condena.

La sentencia relata que dos profesoras del centro donde la joven estudiaba la animaron a que contara la violencia que estaba sufriendo de manos de su pareja, pero ella lo negaba a pesar de que el entorno de sus compañeras así lo afirmaba. Una de sus tutoras declaró que "veía que algo le pasaba, porque no venía a clase y cuando le preguntaba, lloraba y lloraba".

Violaciones

Pero las agresiones del procesado también fueron de tipo sexual. El fallo ve acreditado que a mediados de agosto de 2021, pocos días antes de la denuncia, el procesado obligó a la víctima a hacerle una felación mientras la agarraba por cabeza y después de un empujón acabó violándola analmente mientras le insultaba.

La sentencia asegura que en anteriores ocasiones el procesado obligó a la joven a tener relaciones sexuales a pesar de la negativa de ella, usando la violencia para que accediera a sus peticiones por temor hacia él. Con este clima de intimidación, los magistrados ven acreditado que en dos ocasiones logró penetrarla anal y vaginalmente.

Los jueces ven probado que como consecuencia de esta relación de violencia de tipo estructural, con intención de dominio y dominación, la víctima sufrió un daño psicológico con ansiedad y estrés que la limita e incapacita en su funcionamiento cotidiano.