CASO ABIERTO I ASESIN@S NAT@S

Igor el Ruso, el psicópata primario que mató tres veces en Andorra y que puso en jaque al Estado

La plataforma Amigos de Iranzo busca fondos para denunciar al Gobierno / Este miércoles se cumplen 5 años desde que se produjeran los asesinatos

Igor el Ruso con un saludo de victoria en el juicio por el triple crimen perpetrado en Andorra.

Igor el Ruso con un saludo de victoria en el juicio por el triple crimen perpetrado en Andorra. / EL PERIÓDICO

Norbert Feher, más conocido como Igor el Ruso, pasará el resto de sus días en una cárcel. Bien sea en España donde fue condenado a prisión permanente revisable o en Italia a cadena perpetua. Fue el resultado penal del reguero de sangre que dejó a su pasó en ambos países con tan solo 41 años. Mató como un lobo solitario a Davide Fabbri y a Valerio Verri en el país transalpino, y al ganadero José Luis Iranzo y a los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero en territorio español.

Un triple crimen, el de Andorra, que cumple el miércoles 5 años y cuya herida sigue sin cicatrizar pues este psicópata primario que asaltaba casas para sobrevivir fue capaz de poner en jaque la seguridad del Estado. La falta de respuestas policiales y políticas sobre el endeble operativo lo impide.

Para este serbio de nacimiento España no era territorio desconocido. Había vivido en 2015 en la Comunidad Valenciana, donde tenía contactos. Sin embargo en esta ocasión se fijó en el despoblado Bajo Aragón. Las primeras alarmas saltaron el 18 de noviembre, puesto que se estaban produciendo constantes robos en masicos o casetas rurales. Hasta el 5 de diciembre se denunciaron una docena de sustracciones.

Nadie sabía quién o quienes podrían estar detrás hasta esa jornada previa al día de la Constitución en la que dos personas estuvieron a punto de morir. Fue en Albalate del Arzobispo, a diez kilómetros de la masía de quien días después sería asesinado, José Luis Iranzo. En esta ocasión, el dueño de un masico y un cerrajero fueron tiroteados desde el interior del mismo cuando iban a cambiar una cerradura que estaba forzada. Ambos resultaron malheridos, si bien consiguieron huir. Lo hizo con la pistola marca Smith & Wesson que le acompañaba siempre. Ahí pudieron determinar que había un individuo que no solo robaba, sino que era más que peligroso puesto que disparaba a matar.

Alarma en Teruel

La alarma se extendió por toda la zona, si bien la Delegación del Gobierno en Aragón y la Comandancia de la Guardia Civil de Teruel no valoraron el evidente riesgo que existía. Muestra de ello fue lo que ocurriría tan solo nueve días después con el asesinato de los dos jóvenes guardias civiles que estaban siendo ayudados por un ganadero que se conocía la zona.

Hasta que Igor el Ruso cometió el tiple crimen no se tomaron muestras genéticas en los masicos donde había estado robando y consumiendo latas de cerveza que dejaba; al igual que con las huellas dactilares. De ahí que no saltara ninguna alarma, pese a que sus restos biológicos estaban en las fichas policiales, después de que, incluso, se llegara a desplegar meses antes la operación Pelicoroso (peligroso en italiano) en Málaga y Cádiz, de la mano de la Policía Nacional y los Carabinieri. Las autoridades creían que podía esconderse en la zona. El análisis de estas pruebas hubiera redirigido dicha investigación.

Un consumo de alcohol que era habitual en él, tal y como se demuestra por ejemplo, en las fotos que se hacía con una GoPro y que fueron importantes para la investigación para determinar que iba solo, a bordo de una bici, que vestía de camuflaje y que bajó de Fraga a Andorra. Estas las iba abandonando en su recorrido, junto a otras latas, también de comida, que robaba en los masicos.

Llegó el fatídico 14 de diciembre de 2017. Eva, la esposa del joven ganadero José Luis Iranzo, habló con su marido sobre las carencias del operativo antes de que él se uniera a seis agentes del instituto armado que seguían los pasos del sospechoso. Asumió el papel de guía y llevó a los agentes a unas cuevas cercanas, pero no le encontraron, así que Iranzo decidió irse a su finca, en el paraje de Mas del Saso.

No imaginaba que el individuo al que buscaban iba a estar ahí. Le mató de dos tiros. Uno le atravesó el corazón, según la autopsia. El padre de José Luis, del mismo nombre, estaba casualmente allí. Cuando oyó los disparos pensó, tal y como declaró, que habían «matado a su perro». En realidad, fue su hijo quien yacía sobre el suelo. Se escondió entre unas pacas de paja y marcó el número de la Guardia Civil. Eran las 18.31 horas. En ese momento vio cómo el coche de su hijo, de 40 años, pasaba frente a él sin detenerse y lo achacó a que no le habría visto. No sabía que al volante iba Igor el Ruso.

La conversación con la sala del 062 dejó entrever el profundo desconocimiento que había no solo de la peligrosidad del sospechoso, sino de la zona. El hombre le dijo que el mismo que había disparado días antes en Albalate del Arzobispo había hecho lo mismo en su masico, en el Saso. El agente que le atendía le preguntó: ¿Dónde es eso?», teniendo que decirle el padre de Iranzo: «Si llama a la Comandancia de Andorra ellos ya lo saben, lo están buscando por ahí por el pinar».

El padre de Iranzo siguió el coche con la mirada mientras circulaba hacia la carretera A-223 y, al cabo de un kilómetro, vio cómo se cruzaba en el camino con otro vehículo. Era el de los agentes Romero y Caballero, de 30 y 38 años. Caballero fue el que más disparos recibió: siete, en total. El primero de ellos fue por la espalda y en el glúteo, que provocaron una fractura en la pelvis que le llevaron a caer de forma inmediata al suelo. Una forma de abatir a la víctima propia de su experiencia paramilitar de Feher que se repitió en el caso de Romero. Recibió cuatro disparos, los primeros por la espalda. Las balas le provocaron varias fracturas, incluida una muy grave en el fémur derecho que desencadenó una importante hemorragia. Sabía dónde disparaba para derribarlos y matarlos.

La operación jaula

Sin jueza que hiciera el pertinente levantamiento del cadáver, los tres fallecidos fueron trasladados al centro de salud. Ahí si comenzó una operación jaula para dar caza al criminal. Igor el Ruso siguió conduciendo por la carretera A-226 hasta que tuvo un accidente. A las 02.25 horas del 15 de diciembre, el centro operativo de la Guardia Civil en Castellón avisó de que entre las poblaciones de Cantavieja y Mirambel se encontraba un coche volcado.

Veinte minutos después, dos guardias civiles confirmaban que se trataba del Mitsubishi de Iranzo. A unos 25 metros, junto a una encina y entre unos matojos, observaron una mochila de color militar mimetizada. Al lado estaba Igor el Ruso que al ser enfocado con una linterna levantó la cabeza. No trató de matarles, pese al reguero de sangre que había provocado y que iba bien armado. Cuatro pistolas y más de diez navajas y machetes.

De esta manera se ponía fin a la historia escrita por un asesino en serie al que los psicólogos forenses definieron como un «psicópata primario». «No tiene miedo a nada ni a nadie, hablador cuando quiere, hipervigilador, mentiroso, manipulador, bromista, seductor, le gusta la emoción a la vez que es duro emocionalmente y no muestra empatía ante el dolor de los demás». Todo ello puso en jaque a la seguridad del Estado y ahora la plataforma Amigos de Iranzo busca financiación para que los responsables políticos den explicaciones en el juzgado. Hasta que ello no se produzca, no podrán cerrar el caso.