CASO ABIERTO

Santiago Mainar, el asesino ‘inocente' que quiere agotar su condena

El autor del crimen de Fago fue condenado a 20 años y nueve meses de prisión por matar a su vecino y alcalde

Santiago Mainar Sauras cumple cárcel por el asesinato del alcalde de su municipio, Fago

Santiago Mainar Sauras cumple cárcel por el asesinato del alcalde de su municipio, Fago / El Periódico de Aragón

Santiago Mainar Sauras podía ver desde la ventana de su casa rural la vivienda del alcalde Miguel Grima, del PP, que cosechaba tantos partidarios como enemigos en Fago. Lo mató hace ahora 16 años, cambiando esas vistas enmarcadas en el Pirineo aragonés por las del mar Cantábrico. Lleva cumplidos 15 años de una condena total de 20 años y nueve meses que quiere agotar hasta el final entre los barrotes de El Dueso. Este ganadero y guarda forestal de 68 años con fama de culto y de huraño a la vez no quiere permiso penitenciario alguno. Una forma de protestar contra el sistema por un castigo que dice no merecer. La sentencia dejó la puerta abierta a que hubiera cómplices.

El conocido como crimen de Fago tuvo lugar la noche del 12 de enero de 2007. El alcalde regresaba a Fago por la carretera de Majones tras una reunión con sus compañeros de partido en Jaca. Mainar se hizo con una escopeta de caza que guardaba a su disposición, entre unos arbustos, y para la que carecía de licencia. La cargó con un cartucho con nueve postas de plomo y se dirigió a un punto de la carretera. Allí le esperó y colocó, en esa vía poco frecuentada, unas piedras de tamaño suficiente como para forzar al alcalde a pararse y salir de su automóvil que tuvo que volver a colocar tras moverlas un automovilista que pasó sobre las 21.00 horas.

Una hora más tarde llegó la víctima, quien paró su Mercedes para limpiar la vía. Cuando estaba volviendo para incorporarse nuevamente al coche –dice la sentencia–, Mainar, que había salido de su escondite y se había aproximado por la parte de atrás del automóvil hasta situarse a una distancia de entre cinco a siete metros del alcalde, amparado por la oscuridad de la noche y por su posición, le disparó inopinadamente un cartucho de postas que impactaron en el hemitórax izquierdo de Grima, lo que le provocó la muerte casi instantánea».

Después, con el cuerpo sin vida de Grima tendido en el arcén, Mainar observó que llegaba un coche que resultó ser el del médico, por lo que, para no ser identificado e «impedir el descubrimiento del cadáver», le dio la vuelta al Mercedes, que había recibido el disparo y al que otro proyectil había roto la ventanilla del conductor.

El alcalde murió tras sufrir una emboscada nocturna en una carretera

Cuando se alejó el doctor, Mainar arrastro el cadáver hasta el otro lado de la carretera y lo arrojó por el barranco antes de ir con el coche de Grima hasta Berdún, donde lo abandonó entre la maleza. Luego regresó a Fago y se deshizo del arma empleada.

De la investigación se hizo cargo la Guardia Civil. Desde el primer momento se centró en el entorno del edil y los 33 vecinos de la aldea pasaron a ser sospechosos de asesinato. La viuda llegó a dar una lista de sospechosos a los agentes en el que, curiosamente, no estaba el nombre de Mainar, quien años atrás le había disputado sin éxito la alcaldía al frente del PSOE y que acababa de denunciar a la víctima por prevaricación. Todos evitaban pronunciarse sobre el crimen salvo Mainar, quien abrió su casa de par en par a los periodistas que llenaron el pequeño pueblo con sed de información. Sentado en el salón, en su cocina o en la calle llegó a reconocer su enemistad con Mainar, pero nunca dijo que fuera el autor. «Me hice ganadero y hostelero para joderle», llegó a decir en una de sus múltiples entrevistas. «Su vehemencia –en referencia al alcalde– se transformaba en cólera muy a menudo. Su gestión en el ayuntamiento era mafiosa», declaró mientras añadía: «Yo creo que no tienen nada que ver con el pueblo. Claro, estoy hablando de lo que conozco, de mi relación oficial en el ayuntamiento. Del resto de actividades de este señor, yo desconozco».

Un estrellato que le duró poco. El 2 de febrero era detenido. Lo que tardó el laboratorio del instituto armado en identificar su ADN en el coche de Grima. Pero no serían las únicas dos pruebas fundamentales que consiguieron los agentes encargados del caso, ya que le hallaron restos de disparo en su mano izquierda, que al ser zurdo es la diestra, y la importante confesión tras el arresto. Durante cuatro horas relató una moderna Fuenteovejuna en la que dijo: «Pues nada, disparé y ya está». Y eso que en el juicio, celebrado en noviembre de 2009, negó la mayor. «Yo no he matado a nadie. Pero sinceramente se lo digo de corazón, prefiero que me acusen de dar muerte a un tirano que de ampararlo políticamente, de connivirlo judicialmente, de silenciarlo mediáticamente y de resignarme como ciudadano», alegó en su última palabra antes de que el caso quedara visto para sentencia.

También espetó: «Si hay alguien tan abyecto y vil que quiera ser esclavo, le pido perdón». Unas palabras que muestran su cultura, pues esas palabras recuerdan a las que puso Shakespeare en boca de Bruto cuando en el tercer acto del drama Julio César se dirige a Marco Antonio para justificar el asesinato del dictador. «¿Quién hay tan abyecto que quiera ser esclavo? Si hay alguno a él ofendí».

Es una persona con rasgos paranoides que coinciden con el perfil de un justiciero

Así quiso tratar de despejar las dudas que sí generó el primer día cuando cometió dos lapsus que hicieron tambalear la estrategia de la defensa ejercida por el televisivo abogado Marcos García-Montes. Uno de ellos fue al entonces fiscal en Huesca y actual jefe del ministerio público en Zaragoza, Felipe Zazurca, quien le preguntó por qué en su confesión había dicho que había salido del coche del alcalde sin problemas y por el asiento del conductor tras abandonarlo en un bosquecillo de Berdún tras el crimen. «Yo salí...», comenzó diciendo Grima, siendo interpelado por Zazurca para saber «¿Cómo salió usted?». Y cuando todo parecía un renuncio el acusado le espetó: «Ya estamos con que salió. Vamos a ver, que me están a mi liando».

Su forma de actuar tanto en el crimen como posteriormente responde al de una persona con rasgos paranoides que coinciden con el perfil psiquiátrico de un «justiciero». Es alguien a quien ese desequilibrio podría llevarle a defender a la gente de algo que el considera malo como un alcalde tiránico y el cambio de declaración –se proclamó inocente a los dos días de asumir en exclusiva la autoría del crimen de Fago– podría deberse «a que le han podido decir que no siguiera por ahí. «De hecho es sugestionable», informaron los forenses.

Mientras Mainar cumple condena en la cárcel todavía sigue vivo el halo de misterio de este crimen. La llama la dejó incandescente la propia Audiencia Provincial de Huesca que sentenció: «No encontramos ningún motivo válido por el que Santiago Mainar pudiera declararse autor de un crimen tan execrable si verdaderamente él no lo hubiera cometido», señalaron los magistrados, «a menos que Mainar quisiera en puridad, sin decirlo claramente, exculpar a alguien». Saldrá de prisión a los 71 años.