SUCESOS EN ARAGÓN

La Fiscalía exige cárcel para la banda del ácido de Caspe por el «calvario» provocado

La acusación desgrana las pruebas mientras las defensas hablan de suposiciones

Sara Giménez mira a su tío, en el banquillo, y detrás el sicario que contrataron.

Sara Giménez mira a su tío, en el banquillo, y detrás el sicario que contrataron. / Jaime Galindo.

Zaragoza

Kamal sufrió, a partir de mayo de 2019, «un calvario» de ingresos hospitalarios y cirugías a sus 17 años por la sinrazón de una «vendetta» del clan Giménez a la familia de la víctima por consentir que uno de los hermanos se fuera a Alemania y abandonara en Caspe a su esposa Sara Giménez. Un despecho que se lo hicieron pagar, todo en palabras de la fiscal del caso, «con el vástago más pequeño, donde más duele» y de ahí que haya pedido que los seis acusados «respondan» con prisión y con el pago de indemnización por «el grave daño causado». No tiene ninguna duda de que todos los que ocuparon el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza tienen alguna que otra responsabilidad en el vil ataque con ácido sulfúrico, pidiendo un sumatorio de penas de más de 53 años de prisión.

La representante del ministerio público fue desgranando el papel de cada uno de los procesados en un caso «en el que la vida de Kamal corrió peligro». «Las quemaduras afectaron a sus vías respiratorias y si no llegar a ser intubado hubiera muerto», destacó a la vez que añadió que constituye este delito porque Aitor Gordillo Grimal actuó «de manera sorpresiva» porque Kamal subía tranquilamente las escaleras de la calle en la que estaba su casa y «con alevosía» porque de ahí no tenía ninguna escapatoria.

Un actuación la de este sicario que respondió al plan ideado por los Giménez Clavería, es decir, por Sara y su tío José, alias El Recortao, en el que «el cabecilla» fue este último. No tuvo ninguna duda en afirmarlo; no solo por la investigación de la Guardia Civil, sino teniendo en cuenta la forma de pensar de esta familia. Recordó que la propia Sara aseguró que «los mayores deciden y hablan» cuando declaró sobre el viaje que emprendieron tío, sobrina e Iván M. F., uno de los conductores del clan que se sienta en el banquillo, a Alemania para, supuestamente, hablar con el joven que la había abandonado. Sin embargo lo allí vertieron fueron unas amenazas que, según la familia de Kamal se llevaron a efecto con la vil agresión.

Papel de El Recortao

También quiso destacar el «importante» papel de el Recortao para buscar sicario, pues el contratado fue «un joven que había conocido en la cárcel cuando ambos cumplían condena». Todo después de que hasta tres personas dijeran que no al ofrecimiento, entre ellas una de las acusadas, Teresa P. L., que habría señalado a Aitor Gordillo Grimal quién era Kamal cuando este salía del centro de estudios. Así pudo comprobarse en un audio que la hija de esta mujer mandó a su amiga y que pudo escucharse durante el juicio.

Sobre el sexto de los acusados, Raúl C. G., la acusación incidió que él mismo reconoció los viajes al sicario ya herido al hospital San Jorge y que «nadie se cree que lo hiciera porque le rellenaran el depósito de gasolina y sin saber quién iba detrás».

Unas pruebas que para las defensas son «meras suposiciones». De ahí que los abogados Héctor Cinca; José Luis Melguizo; Mariano Bonías; Antonio Fraguas; Luis Moros, y Antonio Guiu no dudaran en pedir la absolución, sin género de dudas. De todos destacó especialmente el letrado del sicario porque «no pude defenderle porque pidió cambiar de letrado y se le impidió, vulnerando el tribunal el artículo 24 de la Constitución».

Especialmente combativo en los argumentos de la defensa fue el penalista José Luis Melguizo que aseguró ante los magistrados que «si hubiera tenido alguna duda de culpabilidad no hubiéramos defendido este caso execrable porque no compensa ni económicamente ni personalmente». Este abogado aseguró que Aitor Gordillo Grimal ya dijo que lo hizo porque se enamoró de Sara y es «su particular y voluntariosa venganza» porque el que se había ido a Alemania «no le quería dar el divorcio». «Nos dicen que se fue y listo, pero hay que decir que el hermano de Kamal huyó de unos colombianos a los que debía dinero por un alijo de cocaína y que era un fugado de la Justicia», apuntó.

Melguizo trató de echar por tierra las declaraciones de los testigos protegidos, habló que hay delitos que los tenía que haber juzgado o un jurado o la Audiencia Nacional y llegó a señalar que para que haya banda uy organización criminal debe haber una jerarquía o mando y «aquí solo hay un tío y una sobrina». El juicio continuará este viernes con el derecho a la última palabra de los acusados en el que el sicario podría romper su silencio.

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