UN CASO MEDIÁTICO
María Victoria Pinilla y la Operación Molinos: un capítulo más que sirve como punto y final
La más célebre trama de corrupción urbanística en Aragón cumple 15 años con la salida de la exalcaldesa de La Muela de la cárcel de Zuera al acceder al tercer grado penitenciario
Operación Molinos: Pinilla podrá conmutar ocho años de cárcel con el pago de casi 60.000 euros

Mariví Pinilla celebra el ascenso del Club Deportivo de La Muela a Segunda División B. / ARCHIVO EL PERIÓDICO
Quienes controlan el acceso de los pasajeros en los aeropuertos acostumbran a revisar un pasaporte detrás de otro sin reparar en los detalles menores que recogen los visados. Pero algo curioso o relevante debe ser el lugar de nacimiento en el documento de una zaragozana para que en una de las aduanas de la República Dominicana se le iluminen los ojos a uno de los controladores y, de inmediato, rememore tiempos no tan pretéritos al hablar de La Muela y de aquellos viajes paradisiacos que el ayuntamiento subvencionaba a sus vecinos a golpe de talonario. No es un destino al uso como en la mayoría de los pueblos aragoneses que organizan viajes a Benidorm por medio de sus asociaciones vecinales. En La Muela, estas escapadas llevaban el sello de su alcaldesa: María Victoria –Mariví– Pinilla Bielsa. No era para menos porque allí, en La Romana, disfrutaba del número 9 de la villa Los Naranjos, una fastuosa finca de 450 metros cuadrados a nombre de su hijo. Vecina de Julio Iglesias, vaya. Pero los muelanos dejaron de disfrutar de estos viajes con el estallido de la Operación Molinos. De eso hace ya quince años y el pasado sábado Pinilla protagonizó un capítulo más –hay quienes lo consideran ya un punto final, de hecho– tras su definitiva salida de la cárcel de Zuera al acceder al tercer grado penitenciario.
Un tiempo, el anterior a la causa y el posterior, que ha colmado las páginas de sucesos y tribunales de la prensa diaria aragonesa al escudriñar todos y cada uno de los detalles de la más célebre trama de corrupción urbanística en Aragón. Todo ello ha llevado a trazar un minucioso perfil sobre quien fuera la alcaldesa de La Muela entre 1987 y 2011 y que para algunos evoca a los presidentes de los equipos de fútbol allá por los 90. Como Jesús Gil y su caballo Imperioso, Pinilla se encaprichó del ejemplar de un rejoneador. Como Piterman y el doble rol de presidente y entrenador en el Alavés, en el Club Deportivo La Muela todo quedaba en casa y el hermano de Mariví, de nombre Víctor, fue el encargado de llevar al equipo desde Segunda Regional hasta Tercera División. Como Ruiz de Lopera y su devoción religiosa hasta impregnar su domicilio de incontables detalles marianos, Pinilla tenía un tentadero por su pasión por la tauromaquia.
Fue el motivo por el que la plaza de toros de La Muela –levantada en 40 días porque Julio Iglesias solo actuaba en plazas– vio desfilar a los mejores diestros del momento. Enrique Ponce, El Cid, El Fandi, Miguel Ángel Perera... «Era una plaza sin tradición. Pedimos mucho dinero por torear allí, queríamos que nos dijeran que no; pero nos lo pagaron», confesó un apoderado a Interviú. Pinilla, visto así, trascendió al interés mediático nacional y situó el nombre de La Muela a la altura de otros grandes casos de corrupción como la trama Gurtel. De aquellos barros se ha levantado ya el pueblo al finiquitar el pago de toda la deuda contraída –alrededor de 19 millones– bajo los mandatos de Pinilla hasta el punto de que el consistorio cuenta con un remanente que ronda los 18 millones de euros.

Mariví Pinilla, a la salida de la cárcel de Zuera tras quedar en libertad provisional en julio de 2009. / ARCHIVO DE EL PERIÓDICO
Una situación financiera que, de todos modos, no hizo que Mariví perdiera adeptos porque siempre los ha tenido. Muchos, además. Y sus detractores, aunque quieran olvidarla, se topan irremediablemente con ella porque la Urbanización Alto de La Muela cuenta con un monolito a su nombre. En la plaza Moncayo, concreta y oficialmente. «Plaza de la alcaldesa María Victoria Pinilla», se lee en una placa ya desgastada por el paso del tiempo. Como Teresa Rivero al poner sus nombres y apellidos al estadio del Rayo Vallecano, Pinilla también quiso darse este capricho.
Tantas anécdotas ha protagonizado Mariví a lo largo de su vida personal y profesional que se necesitarían varios tomos para comprimir su biografía o autobiografía en el caso de que ella misma quisiera dejar por escrito sus memorias. De su puño y letra precisamente salieron las cartas de felicitación de Navidad que envió a los trabajadores del Ayuntamiento de La Muela en diciembre de 2009. «No podemos estar en el presente añorando al pasado. Lo que sucedió, sucedió y hay que soltarlo, y hay que desprenderse. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir! Por ello, a veces, es importante destruir recuerdos y ahora en el momento en el que nos encontramos regalar presentes», escribió parafraseando a Paulo Coelho. Y de cosecha propia esculpió: «Porque el presente es la etapa de la vida que tenemos que vivir, sin ansiar un futuro que no nos deja vivir el presente», escribió Pinilla. A ella, a Mariví, le toca ahora vivir fuera de rejas.

Mariví Pinilla, en la Audiencia Provincial de Zaragoza, / ARCHIVO EL PERIÓDICO
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