SUCESOS EN ARAGÓN

El autor confeso de un crimen en Ejea: "Aguanté hasta el último extremo para disparar, ¡me vi acorralado!"

"Me dejé agredir hasta que vi que no lo podía controlar", declara el principal acusado

Alfonso Tomás G. G., en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Alfonso Tomás G. G., en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / MIGUEL ÁNGEL GRACIA

Zaragoza

Y al quinto día se hizo el silencio, sin rastro alguno de improperios y de murmullos procedentes de la bancada del público que a lo largo de estos días asiste al juicio por la reyerta mortal de Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Quizá la advertencia inicial del presidente del tribunal del jurado, el magistrado Alfredo Lajusticia, haya surtido finalmente efecto, pero es innegable la atención que ha suscitado Alfonso Tomás G. G. al situarse frente al micrófono y activar entonces los cinco sentidos de los asistentes a la vista, ávidos todos ellos de conocer los argumentos del autor confeso del crimen. "Quiero que quede claro que vivíamos en armonía. Había paz y había ilusión porque estábamos preparando la boda de mi hijo", ha comenzado a declarar Alfonso Tomás G. G. después de que la semana pasada ya avanzara que fue él quien apretó el gatillo. "No es lo mismo contarlo que estar allí... no es ninguna tontería. Me dejé agredir hasta que vi que no lo podía controlar. Aguanté hasta el último extremo para disparar", ha remachado.

Apenas ha detenido su discurso en tres ocasiones, tan solo para puntualizar su relato a preguntas de su abogada, pues a las del resto de letrados ha declinado contestar. Entre tanto se ha dirigido a los miembros del jurado, al presidente del tribunal y al resto de abogados con una oratoria y un dominio de los tiempos que ha sorprendido a propios y extraños al describir con todo tipo de detalle cómo se sucedieron los hechos aquella fatídica madrugada del 25 de febrero de 2022. "Sentimos unos golpes tremendos. Nos levantamos sobresaltados y vi a un grupo de gente muy violenta, muy agresiva, golpeando con varas la puerta. No lo entendía porque no tenía ningún problema con nadie. No razonaban más que por el afán de la puerta", ha recordado.

Al final se armó con una escopeta, "herencia" de su padre y a la que considera "una reliquia personal", y bajó al salón con la "esperanza" de que los asaltantes, y ahora también acusados, le dieran "una explicación". "La puerta se abrió con una brutalidad que hizo un ruido espantoso. El primero que entró vino hacia mi hijo y luego hacia mí, empezó a darme golpes buscándome la cabeza, haciendo yo un esfuerzo sobrehumano. Me libré de unos golpes, pero recibí unos cuantos", ha señalado Alfonso. "Señores, no le deseo a nadie en este mundo lo que pasé. Les aseguro que temí por mi vida y por la de mis hijos, temiendo que me abatieran y me imaginé lo peor", ha continuado.

El disparo mortal

Al final se armó con la escopeta y asestó un disparo casi a bocajarro a Manuel Carbonell Hernández, alias Mikel, que le hizo caer de forma fulminante mientras el resto de asaltantes salía a la carrera de allí. "No fue intencionado, fue por miedo. Mi cuerpo temblaba. Tenía miedo de que me abatieran y aún tuve suerte. Sentí una angustia terrible al pensar que también había podido alcanzar a mi hijo y cuando escuché su voz sentí un alivio tremendo. Cuando vino la Policía, sentí un alivio de seguridad, me quedé tranquilo y les dije que no me había quedado otro remedio", ha aclarado el acusado. "Llevo tres años sufriendo. Antes no nos faltaba de nada, pero ahora mi familia está escondida de un lado para otro, sobreviviendo como pueden. ¿Qué hombre de este mundo se puede fastidiar la vida así? ¿Cómo comprenden que yo iba a matar a una persona? No hubo maldad, no hubo intención. ¡Me vi acorralado!", ha exclamado.

Entre rotundas afirmaciones no ha acertado a explicar, eso sí, el móvil de la trifulca, más allá de precisar lo que la semana pasada ya declararon tanto su mujer como su hija en alusión al matrimonio de Amanda con el hermano de la víctima. "No he tenido tratos con esta familia, no he hablado nunca con ellos. No querían a mi hija, pero juro y prometo que yo no lo sabía. Me ocultaron que la marginaban porque tuvo una relación atrás. Yo quería mucho a mi yerno", ha declarado el principal acusado al mismo tiempo que también ha exculpado a su hijo. "Les juro por Dios que él no disparó", ha dicho.

A lo largo de la vista también han comparecido los médicos forenses que le practicaron la autopsia al cadáver, un examen que concluye "una anemia aguda y fulminante" como la causa del deceso. Fue el resultado de un certero disparo a apenas metro y medio de distancia que provocó "una gran destrucción de la musculatura pulmonar" y la fractura de varias costillas que desencadenaron "una salida masiva de sangre" concentrada también en la pleura y el pericardio. En el interior del cuerpo se encontraron hasta siete proyectiles.

La autopsia, a puerta cerrada

Han sido las conclusiones que los profesionales de los medios de comunicación han tenido que escuchar desde la sala de prensa, pues la práctica de esta prueba se ha declarado a puerta cerrada para evitar los altercados de la jornada anterior cuando miembros del público increparon a padre e hijo tras visualizar imágenes del cadáver. "Les rogaría que se comporten como merece un tribunal de Justicia", ha advertido Lajusticia al público una vez les ha dado paso para escuchar el resto de periciales, entre ellas, el doctor de la cárcel de Zuera que ha asistido a Alfonso a lo largo de estos casi tres años y otros forenses que han descrito las heridas que presentaba él, su hijo y uno de los asaltantes al recibir un disparo en el hombro.

Mientras que el ministerio fiscal solicita una pena de seis años de cárcel para Alfonso Tomás G. G. por un delito de homicidio con la concurrencia de la eximente incompleta de legítima defensa, la acusación particular a cargo de la abogada Jennifer Gil eleva la pena privativa de libertad hasta los 20 años por un delito de asesinato que también imputa a su hijo. La defensa ejercida por Marina Ons, por su parte, interesa la absolución de Alfonso al entender que actuó en legítima defensa. Junto a ambos también se sientan en el banquillo de los acusados tres de los asaltantes, defendidos por Javier Elía y Felipe Lafuente.

La vista se reanudará mañana a las 10.00 horas con la toma de declaración al resto de acusados, entre ellos, el hijo de Alfonso Tomás G. G. y tres de los asaltantes. Su interrogatorio llega una vez se ha practicado toda la prueba testifical y pericial, pues sus abogados defensores solicitaron que declararan en último lugar. Se trata de una práctica que se está convirtiendo habitual en este tipo de procedimientos después de que el asesino machista de Villanueva de Gállego, el pasado mes de diciembre, y el autor del crimen del ladrillazo, el pasado mes de septiembre, ya se beneficiaran de ello tras sendas solicitudes de sus abogados.

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