Un 'mataleón', "una muerte agónica y lenta" y una 'confesión' en la cárcel: resumen del crimen de Figueruelas

Daniel S. G. y Miguel A. J., este jueves, en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / RUBÉN RUIZ
Más de tres horas de interrogatorio a los mismos médicos forenses, Salvador Baena y Susana Cosculluela, han acaparado hoy la atención del jurado a lo largo de la tercera sesión del juicio por el crimen de Figueruelas (Zaragoza). Ha sido el tiempo que los doctores han necesitado para exponer, detallar y aclarar todo lo referido a la realización de la autopsia y a la valoración mental de los dos acusados, Daniel S. G. (España, 1996) y Miguel A. J. (Ucrania, 2000), una exposición de la que han subrayado dos conclusiones: la víctima sufrió "una muerte agónica y lenta" tras ser abordada por medio de la técnica del mataleón y ninguno de los dos imputados sufre patologías que mermen sus capacidades volitivas e intelectuales. Y, con motivo de la entrevista que mantuvieron con Daniel S. G. para firmar ese diagnóstico, se encontraron con una confesión plagada de "detalles". "Nos precisó como habían sido los hechos y nos dijo que participó en el antes, pero no en el acto agresivo. Él reflejó la escena y dio matices de verosimilitud a lo que estaba diciendo independientemente de la veracidad que tuvieran sus palabras", han precisado los forenses.
Pero la postura de los funcionarios adscritos al Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Aragón (Imlcfa) no ha quedado exenta de debate y de polémica tras el careo que han mantenido con otros dos compañeros de carrera, los doctores Juan Carlos Jiménez y Dolores Serrat, en relación a la valoración mental del segundo de los acusados. "Estamos ante una persona que tiene problemas psiquiátricos. Miguel se siente víctima de la sociedad, es incapaz de querer y de sentirse querido y muestra una absoluta falta de empatía e impulsividad", han precisado Jiménez y Serrat en alusión a diferentes patologías, entre ellas, "trastorno de personalidad", "trastorno disociativo" y "déficit de atención". "Con nosotros tuvo una actitud muy poco colaboradora, estaba totalmente abstraído de los hechos y negaba conocer a la otra persona acusada. No le vimos ninguna pataología", les han replicado Baena y Cosculluela al aludir a una personalidad "asocial" del Miguel A. J. que, eso sí, le permite "elegir" y "planificar" sus conductas como es el asesinato que se juzga esta semana en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Menos enmarañada ha sido la exposición de los resultados de la autopsia cuando han pormenorizado las 58 lesiones que encontraron en el cadáver, algunas de ellas de notable consideración como "una fractura en el malar", otra en la cadena derecha y una decena de heridas contusas y "profundas" en las rodillas como resultado de los golpes que le propinaron con una llave inglesa. "La muerte no se puede explicar por una lesión, sino por el conjunto de todas ellas. Ninguna herida tenía la suficiente entidad como para causarle la muerte, le provocaron un gran dolor y sufrimiento", han coincidido Baena y Cosculluela al igual que también lo han hecho en la causa del deceso: un shock asfíctico y traumático.
El 'mataleón', "muy en boga"
La maniobra que desencadenó el crimen fue una técnica que hoy en día se encuentra "muy en boga en los medios de comunicación", tal y como se ha recalcado desde el estrado en alusión al exponencial incremento de los robos con violencia en la capital aragonesa, algunos de ellos cometidos, precisamente, gracias a la técnica del mataleón. "No ocasiona la muerte, pero facilita la reducción de la persona. Requiere de cierto grado de fuerza y de pericia", ha descrito Baena sobre la misma forma en la que se redujo a la víctima, un varón de 61 años que en su casa custodiaba 2,5 kilos de marihuana y 48 gramos de cocaína.
Ha sido una forma de rebajar la tensión del juicio y de la que también han sido partícipes los mismos médicos forenses que han enfrentado sus puntos de vista al elogiarse mutuamente por sus trayectorias profesionales. Antes de su declaración, de hecho, el presidente del tribunal del jurado, el magistrado Mauricio Maurillo, ha autorizado a Daniel S. G. a bajarse del estrado para que todos los abogados pudieran verse cara a cara con los peritos. "¿No me harás ninguna pifia no, Daniel?", le preguntado Murillo. "Qué va, qué va", le ha respondido el acusado. Entre tanto, alguna que otra risa en el público que ha abarrotado la sala hasta el punto de que se han tenido que buscar más sillas para los asistentes.
Mientras que el ministerio fiscal solicita 25 años de cárcel por un delito de asesinato, la acusación particular a cargo de la abogada Marina Ons eleva la pena privativa de libertad hasta los 26 años al entender que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato (22 años) y de un delito de robo con violencia (4 años), ya que considera que el móvil del crimen fue económico al aludir al robo de varios dispositivos electrónicos, entre ellos cinco tablets y cuatro móviles, y alrededor de 10.000 euros en efectivo. La indemnización oscila entre los 160.000 y los 250.000 euros en favor de los familiares del fallecido, a quienes deberán resarcir de forma solidaria los acusados, defendidos por los letrados Bartolomé Arranz y Enrique Esteban Pendás.
La vista se reanudará este viernes a las 10.30 horas con la toma de declaración a los dos acusados después de que solicitaran declarar en último lugar, una práctica que se ha convertido habitual en este tipo de procedimientos a lo largo de los últimos meses. El próximo lunes, el presidente del tribunal, el magistrado Mauricio Murillo, entregará el objeto del veredicto al jurado para deliberar sobre la culpabilidad o la inocencia de los dos acusados.
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