Un vecino de Pina evita la cárcel tras abusar de una niña que fue al bar a comprarse un helado

El acusado acepta una pena de dos años de prisión al confesar que manoseó a la víctima

Javier Gimeno Guiu, este jueves, en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza.

Javier Gimeno Guiu, este jueves, en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza. / A. T. B.

Zaragoza

Un vecino de Pina, Javier Gimeno Guiu, aceptó ayer una pena de dos años de cárcel como autor de un delito de agresión sexual tras confesar que, el 13 de agosto de 2023, manoseó a una niña de nueve años en un bar del municipio zaragozano perteneciente a la comarca de la Ribera Baja del Ebro. Así se desprende del acuerdo suscrito ante el tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza y que también recoge la suspensión de la pena privativa de libertad a cambio de que el acusado, de nacionalidad española, no delinca en los próximos cuatro años y pague 3.500 euros de indemnización a la víctima por los daños morales ocasionados. O lo que es lo mismo: Gimeno no ingresará en el centro penitenciario de Zuera si abona 62,5 euros al mes durante los próximos 48 meses.

Los hechos referidos se remontan a la media tarde del 13 de agosto de 2022, en torno a las 17.00 horas. Según consta en el escrito de acusación, la niña se trasladó a La Tabernica de Pina para comprarse un helado que se tomó tranquilamente en una mesa de la terraza del establecimiento hostelero. En otra mesa se encontraba el acusado, quien le pidió que se sentara junto a él. Y a ello accedió la pequeña al pensar que se trataba de un amigo de sus padres. En un momento dado, Gimeno la cogió de la mano por debajo de la mesa, comenzó a acariciar su pierna y terminó colocando la mano sobre su ropa interior. Lo hizo «con el exclusivo deseo de satisfacer su deseo sexual», el mismo «ánimo libidinoso» que segundos después le llevó a manosearle los senos mientras le decía que tenía una mancha en la camiseta.

El agresor también le advirtió que no le contara nada a sus padres. Pero de todo ello se percató un camarero del bar, de ahí que llamara a la joven al interior del establecimiento para aconsejarle que se marchara a casa y se lo contara a sus padres. Tanto es así que, esa misma tarde, los progenitores de la joven ya interpusieron la correspondiente denuncia en el puesto con el que cuenta la Guardia Civil en el mismo municipio.

Tal fue la ira y la indignación del padre ante los hechos relatados por su propia hija que le llegó a propinar una bofetada a Gimeno, unos hechos por los que incluso ya fue condenado como autor de un delito leve de lesiones y que le obligaron a pagar las gafas que le rompió al acusado como consecuencia del golpe que le infligió. Ayer, de hecho, ambas partes se volvieron a ver las caras en los pasillos de la Audiencia Provincial de Zaragoza sin que hubiera que reseñar ningún incidente.

Mientras que el ministerio fiscal solicitaba inicialmente una pena de tres años de cárcel, la acusación particular elevaba la pena privativa de libertad hasta los cinco años. Pero un acuerdo con la abogada defensora de Gimeno, la letrada Soraya Laborda, permitió rebajar la pena de prisión al suscribir una conformidad que también recoge otras medidas accesorias: una orden de alejamiento de 150 metros durante seis años y otros cinco años de libertad vigilada. 

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