Los ‘plumillas’ de la cárcel de Zuera: pasión por el periodismo y mucho zaragocismo
Un grupo de presos edita una revista que les permite mantener activa su mente dentro de la prisión. Los miembros del proyecto visitan EL PERIÓDICO DE ARAGÓN para conocer el oficio

Tres de los editores de la revista ‘Digo!’, durante la visita a las instalaciones de este diario. | CARLA GREENWOOD
Entre rejas la vida se puede convertir en un infierno. Pero, ante una de las mayores de las adversidades de la vida, hay quienes la afrontan con valentía y se desprenden de pensamientos autodestructivos al valorar su paso por el centro penitenciario como una oportunidad para adquirir nuevos hábitos y rutinas con las que antes no contaban. En la cárcel de Zuera, por ejemplo, la edición de la revista Digo! se ha convertido en el salvavidas que mantiene a flote a un selecto grupo de reclusos completamente volcado en el proyecto. Tanto es así que los plumillas no solo escriben, sino que también maquetan una revista de carácter cuatrimestral que, esta misma semana, ha justificado su visita a la redacción de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN para conocer los entresijos del día a día de un medio de comunicación. Y lo hacen con la mayor ilusión del mundo, como aquellas excursiones de niños con el colegio, mientras se van aproximando a las instalaciones de este diario y se reencuentran con su enviado especial y «corresponsal» más allá de los muros de Zuera, Donqui para los amigos por el curioso parecido de Enrique al hidalgo manchego.
Son Alfonso, Diego y Roberto y, reunidos todos ellos con Donqui en la plaza Mariano Arregui, comienza entonces una visita guiada a la que precede una breve explicación de la jerarquía de los temas en las páginas de este diario. Ellos, en la revista Digo!, también cumplen rigurosamente un orden de secciones, desde una primera parte que abarca la actualidad del centro hasta otras temáticas de literatura, historia, educación, salud y miscelánea. También cuenta la revista con un editorial en el que, en esta ocasión, han transmitido un mensaje de apoyo a los afectados por la trágica dana y han agradecido el altruismo de tantos españoles desplazados a la zona cero. «Miles de personas ejemplares que han dado una lección de humanidad», reseñan.
Al tema del día y las páginas de opinión de este diario les sigue la sección de local con una pieza sobre la tala de árboles en los Pinares de Venecia. «¡Ahí tenéis que meter caña!», ríe Donqui. También se genera cierto debate al leer una noticia del beso de Rubiales. Y, en deportes... ¡ay el Real Zaragoza! Dice Diego que casi prefiere pasar de refilón las páginas que cuentan la dura realidad del club y Alfonso admite que ha decidido dejar de sufrir. De forma espontánea ambos recuerdan dónde estaban el 10 de mayo de 1995 y pronto se unen a la conversación Donqui y Roberto. A todos ellos se les iluminan los ojos cuando conocen que podrán tener en sus manos los ejemplares que contaron las grandes gestas de su Real Zaragoza.
Visita a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN
Pero hay que esperar un poco antes de bajar al archivo. Tampoco les importa, vaya, porque es su tiempo para preguntar a maquetadores y redactores cualquier cuestión que permita mejorar la edición de Digo!, aunque algo bueno tendrá la revista para que, en noviembre del año pasado, recibiera el primer premio del Concurso Nacional de Prensa en Centros Penitenciarios. Entre tanto, los plumillas desfilan por la bancadas de todas las secciones. Primero por Cultura, luego hacen una larga parada en maquetación, saludan y ríen con la gente de web, aventuran que los compañeros de Deportes están siguiendo el entrenamiento y la rueda de prensa de Miguel Ángel Ramírez, conversan con los periodistas de Local y se interesan por la sección de Monográficos.
Y, como colofón, llega la visita al archivo que construye este diario desde 1990, un espacio que sirve de tertulia mientras ellos también se lanzan a desvelar los entresijos de su revista. Las entrevistas, por ejemplo, no las pueden grabar y tienen que anotar todas las respuestas a mano. Tampoco pueden consultar información en Internet y tiran de enciclopedia para completar ciertas secciones.
Pero no supone impedimento alguno para mantener la mente activa, el mismo interés que les lleva a indagar entre viejos ejemplares de este diario. Primero, con la portada y con la crónica de La Recopa que deriva en un largo debate sobre el modelo del club. «Ojalá fuéramos como el Athletic y jugáramos con gente de la casa», remacha Donqui. Brotan los Zaraguayos, los Magníficos... mientras se pasan una foto e intentan adivinar a qué jugador del Celta regatea Santi Aragón. También hojean al extinto Equipo –«¡El Foticos!», exclaman– y algún que otro biográfico antes de que suene el pitido final.
Ya en zona mixta, todos aprovechan para enviar un mensaje a la sociedad con especial recuerdo a un quinto compañero que no les pudo acompañar a la visita. «Hacer algo así en es prisión es muy interesante. Hemos aprendido algo parecido a un oficio y viene muy bien para cambiar ciertos hábitos», afirma Roberto. «Es una oportunidad para aprender a llevar la condena. Dentro de lo malo, siempre se agradece sacar un aprendizaje y una experiencia», cuenta Diego. «Me quedo con la satisfacción de poder estar haciendo algo por las personas allí dentro», sugiere Alfonso. Y Donqui, cómo no, va un paso más allá. «Nunca he estado preso porque mi cabeza nunca ha estado presa», reflexiona. Su Real Zaragoza, el de todos ellos, también quiere escapar del infierno de la Segunda División, aunque todavía no ha encontrado la fórmula para dejar de sufrir. Los plumillas, eso sí, no se han rendido y han aprendido a ver la vida con otros ojos.
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