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Condenados un padre y su hijo por robar carretillas elevadoras en pueblos de la ribera del Ebro

El progenitor acepta dos años y seis meses de cárcel y el vástago 'pacta' seis meses de prisión

Imagen de una de las máquinas elevadoras que fue robada y posteriormente recuperada por la Guardia Civil.

Imagen de una de las máquinas elevadoras que fue robada y posteriormente recuperada por la Guardia Civil. / GUARDIA CIVIL

Zaragoza

Entre los meses de abril y mayo de 2023, algunos municipios de la ribera del Ebro se acostumbraron a levantarse con una noticia: el robo de carretillas elevadoras. En naves de Pradilla de Ebro, de Pastriz, de Quinto y también del barrio rural de San Juan de Mozarrifar se llevaron siete máquinas una vez forzaban los accesos a estas instalaciones. Detrás de estos golpes se encontraban un padre, Fernando C. G., y su hijo, Fernando C. A., quienes este miércoles reconocieron los hechos ante el Juzgado de lo Penal número 4 de Zaragoza. Y mientras que el progenitor aceptó una pena de dos años y seis meses de cárcel, su vástigo aceptó una pena de seis meses de prisión, en ambos casos por un delito de robo con fuerza en las cosas.

Así se desprende del acuerdo suscrito entre el ministerio fiscal y su abogado defensor, el letrado José Cabrejas, y que también recoge el pago de unos 20.000 euros de indemnización. Pero ni Fernando C .G. ni Fernando C. A. ingresarán en la cárcel de Zuera al acordarse la suspensión de la condena. Junto a ellos también han resultado absueltas otras tres familiares para quienes la Fiscalía solicitaba inicialmente hasta tres años de prisión. La causa la ha dirigido el Juzgado de Instrucción número 8 de Zaragoza.

La detención

Los cinco encausados fueron detenidos a finales del mes de noviembre de 2023 tras una investigación que desencadenó una primera denuncia en el puesto de la Guardia Civil de Ejea de los Caballeros. Allí relató una víctima que le habían sustraído dos carretillas elevadoras en Pradilla de Ebro y que las había encontrado en un anuncio de una página web.

De este hilo tiraron los investigadores hasta que llegaron a un taller mecánico de la provincia de Burgos, donde comprobaron que estas máquinas coincidían con las sustraídas. El propietario de este taller adquirió las máquinas sin conocer el origen de las mismas al vendedor de una empresa, residente en una localidad de Palencia, quien a su vez se las compraba a otra persona en el barrio rural de Montañana.

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